Copa América de vela: Barcelona da el gran salto hacia el mar
La ciudad acelera la rehabilitación del litoral para acoger en 2024 una de las citas deportivas del año con el reto de dejar un legado urbanístico-deportivo
“Disculpe, caballero, pero usted no puede estar aquí”. La escena ocurre en una de las bocanas del puerto de Barcelona, y evoca a una película de espías. Un trabajador del Alinghi Red Bull Racing, el equipo suizo de vela que participará el año que viene en la Copa del América de vela [conocida popularmente como Copa América, sin la preposición] que se celebra en Barcelona, intercepta a un paseante en su base naval, ubicada en el extremo de la playa de Sant Sebastià...
“Disculpe, caballero, pero usted no puede estar aquí”. La escena ocurre en una de las bocanas del puerto de Barcelona, y evoca a una película de espías. Un trabajador del Alinghi Red Bull Racing, el equipo suizo de vela que participará el año que viene en la Copa del América de vela [conocida popularmente como Copa América, sin la preposición] que se celebra en Barcelona, intercepta a un paseante en su base naval, ubicada en el extremo de la playa de Sant Sebastià. “No puede entrar”, le pide. El hombre asiente, y se va. Misión cumplida.
El Alinghi Red Bull Racing se estableció en agosto de 2022 en la ciudad para preparar la competición de 2024, uno de los grandes eventos deportivos del año a nivel internacional. Unos 120 empleados del conjunto suizo trabajan con un doble objetivo: construir el barco más rápido y que nadie les copie. Así de simple. Seguramente por este motivo unas grandes lonas tapan el interior del hangar que custodia su velero, que sobresale dominante por la parte superior. Aquel que se acerca se convierte automáticamente en sospechoso. “En el interior analizamos todos los datos de navegación que nos permiten modelar el barco para que sea más rápido”, explica el trabajador. “Y todos los equipos queremos saber qué tecnología y modelos usan los rivales”. Conocida como la Fórmula 1 del mar, pocas competiciones necesitan tanto encontrar el equilibrio perfecto entre capacidad deportiva y desarrollo tecnológico.
El resto de competidores, que proceden de Italia, Francia, Estados Unidos, Reino Unido y Nueva Zelanda, empezarán a llegar a la ciudad las próximas semanas para iniciar sus entrenamientos. El equipo neozelandés defiende el título conseguido en Auckland (Nueva Zelanda) en 2021, y por normativa tiene derecho a escoger la sede de la siguiente edición. “Elegimos Barcelona para garantizar la proximidad y accesibilidad de la vela al gran público”, defienden los organizadores.
El Ayuntamiento pretende ahora que la competición sea el punto de inflexión para iniciar una nueva etapa donde la ciudad albergue de nuevo grandes eventos deportivos, después de más de una década con menos actividad de la tradicional. Este año la ciudad dará inicio a la Vuelta ciclista a España y ultima la candidatura para ser sede de la Ryder Cup de golf en 2031, entre otros.
El mutismo con el que trabajan los ingenieros náuticos coincide con la tibieza con la que la ciudadanía parece haber acogido de momento la adjudicación de la Copa América, que incluye entre septiembre y octubre de 2024 las modalidades juvenil, femenina y masculina. “Hoy no hay una gran expectativa para el certamen”, admite Enric Truñó, regidor de los Juegos Olímpicos del 92 en el Ayuntamiento. “Pero cuando lleguen los primeros barcos del resto de equipos el ánimo crecerá. Generará una actitud de acogida y de interés”.
Una de las prioridades de la organización es conseguir una conexión social y deportiva con la ciudadanía. “Es uno de los grandes retos”, admite David Escudé, regidor de deportes del Ayuntamiento de Barcelona. “Somos una potencia en medallistas olímpicos en vela, pero tenemos que realizar acciones para garantizar el interés del público”. España ha conseguido 21 metales olímpicos en toda su historia, más que ninguna otra disciplina, con gran éxito de los deportistas catalanes, pero la práctica de la vela no parece masiva en Cataluña, según datos del Instituto de Estadística de la comunidad. La vela es la decimonovena disciplina con más licencias deportivas (10.400) en la comunidad, menos que el pitch and putt (10.900) o el tiro olímpico (11.800), por ejemplo, y muy lejos del fútbol (158.000) y el baloncesto (59.000).
¿Hay tiempo para conseguir la participación ciudadana, a poco más de un año de la competición? “Claro”, responde Truñó. “Nuestra sociedad es muy mediática: hace seis meses nadie conocía la King’s League y ahora todo el mundo habla de ello”, compara. “Evidentemente que hay tiempo con la Copa América”.
Truñó reivindica la accesibilidad de la vela y rebate la idea de que sea una disciplina elitista. “Una cosas son los grandes yates, que van aparte; y la otra las modalidades más sencillas como el optimist y la vela ligera”, defiende. “Los clubes de vela de toda la vida son importantísimos porque han facilitado el acceso a niños y familias a través de sus embarcaciones, que ponen a disposición del gran público. La Copa América puede incentivar el interés por este deporte y dejar un legado interesante, como lo dejó los Juegos del 92 con el Centre Municipal de Vela de Barcelona”. El Ayuntamiento potencia la vela con un programa escolar que ofrece bautizos de mar a los alumnos de diferentes centros educativos. “Se beneficiarán 18.000 niños”, insiste Escudé, “y a través de ellos también queremos que sus familias se identifiquen con la Copa América”.
Urbanismo marítimo
La competición se presenta como el punto de partida, y no como una culminación, de la relación de Barcelona con el mar. “La Copa América es una oportunidad para ejecutar las inversiones pendientes en el litoral, especialmente en la infraestructura portuaria”, celebra Janet Sanz, regidora de urbanismo de la ciudad; “y democratizar la actividad naútica”.
Ya están en marcha las reformas del muelle de Gregal, que pretenden concluir con el nuevo Balcó Gastronòmic, que incluirá 11 restaurantes y tres tiendas gastronómicas; y también otras 16 actuaciones: la construcción de la rambla Nova Bocana; la reforma del área pesquera y el Maremàgnum; la adecuación del Instituto de Náutica; la rehabilitación del edificio histórico de Portal de la Pau; el saneamiento de la estructura metálica de la Torre de Jaume I; la readaptación World Trade Center Barcelona y la puesta en marcha de un servicio de bus náutico entre los muelles de Drassanes y Llevant. “Todo ello quedará como legado para un uso más ciudadano y potenciará la economía azul”, defienden Sanz y Escudé.
Según un estudio de la UPF, desvelado por el consejero de Empresa Roger Torrent en la puesta en marcha de la Fundació Barcelona Capital Nàutica, la Copa América tendrá un impacto de 1.200 millones euros y 19.000 empleos en la ciudad entre 2022 y 2024; aunque la misma entidad admite que el informe no está acabado.
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