La huelga de enfermeras en Cataluña añade tensión al sistema sanitario en plena epidemia de gripe
Unas 500 profesionales vuelven a la calle el día que Salud retrasa el uso obligatorio de las mascarillas en hospitales y ambulatorios
“Tenemos a algunas enfermeras en huelga y todo va un poco más lento”. Uno de los tres administrativos que atendía ayer lunes a las 9.30 de la mañana en el mostrador del Centro de Atención Primaria (CAP) Magòria, en Barcelona, explicaba así el retraso que pueden acumular los pacientes. Había unas 10 personas haciendo cola para acceder a la sala de espera y ser atendidos. “Tenemos que reorganizar algunas citas”, justifica...
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“Tenemos a algunas enfermeras en huelga y todo va un poco más lento”. Uno de los tres administrativos que atendía ayer lunes a las 9.30 de la mañana en el mostrador del Centro de Atención Primaria (CAP) Magòria, en Barcelona, explicaba así el retraso que pueden acumular los pacientes. Había unas 10 personas haciendo cola para acceder a la sala de espera y ser atendidos. “Tenemos que reorganizar algunas citas”, justificaba el administrativo.
El paro indefinido convocada por el sindicato Infermeres de Catalunya (IDC) en contra del nuevo acuerdo salarial del Institut Català de la Salut parece haberse convertido en una piedra en el zapato para el Departamento de Salud. Reivindicaciones en la calle, esperas más largas en los CAP y fricción entre colectivos sanitarios. “Pedimos cobrar lo que nos corresponde”, reclamaron ayer unas 500 enfermeras (1.500 según las organizadores) reunidas en la plaza Sant Jaume de Barcelona en el primero de los tres días de reivindicaciones previstos esta semana. El colectivo pide que la Generalitat ofrezca un complemento salarial que garantice un sueldo acorde con su categoría profesional (A1), algo que actualmente no ocurre porque el colectivo está asignado en una categoría menor (A2) por el Ministerio de Sanidad.
Aunque el seguimiento del paro es actualmente minoritario (un 7% en Primaria, según Salud), las reivindicaciones laborales se han trasladado de la calle a las consultas. “Ahora las enfermeras no hacemos las bajas que prescribíamos antes y que firmaba un médico”, explicó un enfermero desde las puertas de su consulta, en el CAP Manso de la capital catalana. En muchos equipos, las enfermeras planteaban una prescripción en determinadas situaciones básicas (heridas, fiebre...) que los médicos asumían como propias sin cuestionar el criterio de las primeras. Sin embargo, la “falta de reconocimiento” ha hecho que buena parte de las profesionales ya no asuman aquellas tareas que no los corresponde por categoría profesional. “Es una medida de protesta por la falta de reconocimiento. Las bajas las tramitan ahora los médicos, que tienen más carga y los usuarios deben esperar más tiempo cuando antes lo arreglábamos rápido”, remarcó el mismo profesional de Manso.
Diversos directivos de equipos sanitarios consultados admiten que el celo del personal de enfermería genera “fricción” entre colectivos sanitarios. “Tenemos la capacidad para prescribir determinadas bajas de corta duración: solo pedimos el reconocimiento que nos merecemos y que aparezca nuestro nombre cuando prescribimos, no el de otro. No queremos ser un secretario de médico como antes”, insistió otra enfermera del mismo CAP.
El conflicto lo acaba pagando el paciente. Marta M., de unos 30 años, sentada en el pasillo del ambulatorio barcelonés, lleva aguardando, explicó, “más de media hora” con fiebre. Necesita la baja. “Antes hubiésemos avanzado el trámite y se habría marchado a los 10 minutos, pero ahora debe seguir los circuitos médicos de forma escrupulosa”, justificó el enfermero. En Manso, unas 20 personas esperaban ser atendidas por un administrativo sobre las diez de la mañana y otras 30 aguardaban que un médico les vea en los pasillos.
El pico de infecciones de gripe y covid anunciado por Salud aún no se percibía como crítico en las primeras horas del primer lunes de enero tras la Navidad. “Los lunes son siempre complicados porque llega la gente del fin de semana, pero te diría que la semana de Navidad fue peor”, explicó Juan H., administrativo del CAP Les Corts. En el CAP Roger, cerca de la calle de Sants, se acumulaban las notificaciones telemáticas del auge de los virus. “Tenemos muchas demandas de gente que pide la baja, y tendremos que hacerles venir. El problema es que parte del personal aún está de vacaciones, y tendremos que repartir las tramitaciones entre los profesionales que están activos”, explicó una trabajadora desde el mostrador.
La gestión de las incapacidades temporales es motivo de debate. Las entidades de profesionales reclaman medidas para agilizarlas, y el consejero Manel Balcells ha trasladado al Consejo Interterritorial del Ministerio de Sanidad instaurar las bajas automáticas de tres días autojustificadas, medida actualmente en estudio desde el Gobierno central.
El Consejo también ha debatido el uso de la mascarilla, que en Cataluña debía ser obligatoria en los centros sanitarios desde ayer. La nueva norma, sin embargo, no apareció en el Diari Oficial de la Generalitat de Catalunya (DOGC) del lunes, como se había anunciado la semana pasada, y no puede ejecutarse reglamentariamente. A la práctica, la gran mayoría de usuarios la llevan. Fuentes de la consejería aseguran a EL PAÍS que hoy martes saldrá el nuevo reglamento en el DOGC como un acuerdo del Ejecutivo.
La falta de concreción de Salud, en todo caso, genera confusión. En algunos CAP se conocía la espera, pero en otras se pedía como requisito indispensable para acceder. “Si no tienen mascarilla que se vayan a la farmacia y se compren una, que aquí no tenemos más”, avisaban desde el mostrador del CAP Manso.
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