Vox impondrá a Moreno Bonilla su programa más radical si no entra en el Gobierno andaluz
Olona defiende la “prioridad nacional” en el acceso a las ayudas públicas, una medida abiertamente xenófoba
O Juan Manuel Moreno Bonilla mete a Vox en el Gobierno o tendrá que asumir buena parte de su programa electoral, el más extremista con el que la formación se ha presentado nunca a una cita con las urnas. Esa es la estrategia con la que el partido de Santiago Abascal afronta la campaña para las elecciones del día 19, iniciada la medianoche de este viernes. Los portavoces de Vox repiten que su objetivo es ganar y su meta entrar en el Gobierno, como han hecho en Castilla y León, pero fuentes próximas a la dirección ad...
O Juan Manuel Moreno Bonilla mete a Vox en el Gobierno o tendrá que asumir buena parte de su programa electoral, el más extremista con el que la formación se ha presentado nunca a una cita con las urnas. Esa es la estrategia con la que el partido de Santiago Abascal afronta la campaña para las elecciones del día 19, iniciada la medianoche de este viernes. Los portavoces de Vox repiten que su objetivo es ganar y su meta entrar en el Gobierno, como han hecho en Castilla y León, pero fuentes próximas a la dirección admiten que hay un plan b si las cuentas no salen.
“Si los votos de Vox son necesarios, que se olviden de gobernar en solitario, que se olviden de un voto a favor, que se olviden de una abstención”, advertía el pasado martes Abascal en El Toro TV. Pero añadía de inmediato: “O las ideas de Vox, las propuestas de Vox, el cambio que Vox exige cuenta en el próximo gobierno [andaluz] o Vox votará no una y las veces que haga falta a ese gobierno”.
Abascal dibujaba así dos escenarios: un Gobierno en el que Vox participe, con Macarena Olona como vicepresidenta y un número de consejerías equivalente a su peso en escaños; o un Gobierno en el que “cuenten” sus propuestas. El primer escenario es el que Vox exigirá si sus votos son necesarios para hacer a Moreno presidente, incluso con la amenaza de repetir elecciones. El segundo es el plan b en caso de que el PP tenga más escaños que el resto de la oposición y Vox se vea en la tesitura de votar no para frustrar la investidura de Moreno Bonilla. Unir sus votos a los de la izquierda para forzar una repetición de las elecciones es una jugada que no se puede permitir, admiten las mismas fuentes.
En ese supuesto, Vox exigirá que Moreno Bonilla asuma buena parte de su programa, incluso más que si entra en el Gobierno. El lema de la campaña de Olona es “cambio real”, una forma de sugerir que el cambio que se produjo en las elecciones de 2018, cuando los socialistas fueron desalojados de la Junta tras de 36 años, solo fue cosmético y se mantuvieron las mismas políticas. Y eso a pesar de que Moreno Bonilla fue elegido presidente gracias a Vox.
Para que el “cambio real” llegue, Vox debe imponer sus políticas en el Gobierno andaluz. El problema para el PP es que algunas propuestas de Olona son inasumibles para una derecha europea y democrática. Por primera vez, su eventual socio enarbola la bandera de la “prioridad nacional”, un planteamiento abiertamente xenófobo, compartido por la extrema derecha más racista, que el partido de Abascal no quiso incluir en las 100 medidas para la España Viva con las que se presentó a las elecciones de 2019. La “prioridad nacional” supone que los españoles tendrán preferencia sobre los extranjeros en el acceso a ayudas públicas; como viviendas sociales, subvenciones al recibo de la luz o becas de estudios. No solo se discrimina a los inmigrantes irregulares, sino también a los extranjeros residentes en España que pagan sus impuestos y a los ciudadanos de la UE, lo que vulnera los tratados europeos.
Como en Castilla y León, Vox quiere además derogar la Ley andaluza de Medidas de Prevención y Protección Integral contra la Violencia de Género; la ley de Memoria Histórica y Democrática de Andalucía; o la ley regional que garantiza la no discriminación de las personas LGTBI y sus familias, entre otras. Imponer a Moreno Bonilla su agenda más radical es la forma de demostrar que el voto a Vox es útil, incluso si no entra en su Ejecutivo.