El PSOE se rebela contra la campaña plana del PP

Los socialistas se afanan en revertir la desmovilización de sus votantes de centro y progresistas que busca la derecha el 19-J

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, este domingo en un acto público de la campaña electoral en Cuevas de Almanzora (Almería). Foto: CARLOS BARBA (EFE) | Vídeo: EPV

El PSOE ha pasado de gobernar Andalucía a su antojo, a verse forzado a competir en unas elecciones en las que, por primera vez, ha sido el PP el que ha impuesto las reglas de juego. Y no podrían ser más tremebundas para los socialistas. La coincidencia de la campaña con romerías, carnavales y otras fiestas populares, combinadas con un candidato poco conocido —...

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El PSOE ha pasado de gobernar Andalucía a su antojo, a verse forzado a competir en unas elecciones en las que, por primera vez, ha sido el PP el que ha impuesto las reglas de juego. Y no podrían ser más tremebundas para los socialistas. La coincidencia de la campaña con romerías, carnavales y otras fiestas populares, combinadas con un candidato poco conocido —Juan Espadas— y el ánimo ya de por sí cabizbajo del electorado progresista por unas encuestas en las que no remontan, ha colocado las andaluzas justo donde Juan Manuel Moreno quería: en una campaña plana, por no decir inexistente para el gran público. En Andalucía no hay ambiente electoral. Los mítines se suceden en una especie de realidad paralela. Hasta cuesta encontrarse con los carteles de los candidatos. Con unas expectativas muy bajas, en las que mejorar los 33 escaños de Susana Díaz en 2018 —el suelo del PSOE andaluz en unas autonómicas— se vendería como un buen resultado, Pedro Sánchez llamó a rebato en su primer mitin de campaña e instó a movilizarse “en masa” el 19 de junio.

La sensación en los chiringuitos de Almería, más ávidos de turistas que del desenlace del 19-J, es la misma que en las grandes ciudades como Sevilla. La campaña está discurriendo átona. El PP la quiere así, sin líos ni mucho ruido, y el PSOE pretende reventar esa percepción contraria a grandes cambios. “Hay motivos, hay razones y sobre todo hay mucho orgullo para votar al PSOE”, recalcó este domingo Pedro Sánchez en su intervención, tras mostrar su agradecimiento a los socialistas “que siempre votan contra viento y marea”.

La Moncloa y Ferraz confían en que la estructura del PSOE de Andalucía, la más poderosa del partido con un ejército de más de 45.000 militantes y cientos de alcaldes, inyecte a la candidatura la energía que le falta. Los argumentos serían las políticas sociales del Gobierno central, con el bum de contratos tras la reforma laboral y otras banderas como los 1.000 euros de salario mínimo. Y subrayando que siempre con el PP a la contra. Pero nadie esconde el coste de los últimos tres años, en los que el otrora partido hegemónico ha tenido que aprender a hacer oposición. Una tarea imposible cuando la bancada socialista en el Parlamento andaluz estaba jalonada de los consejeros del último Ejecutivo, con Díaz a la cabeza.

El relevo en la federación andaluza del PSOE se terminó de consumar hace menos de un año. El último paso en esa transición interna ha sido la renovación de siete de los ocho cabezas de lista y del 70% de la candidatura. “Hemos concedido tres años sin hacer oposición a un PP que no ha hecho nada”, resume un dirigente del socialismo andaluz. “Susana dejó el partido hecho unos zorros y Juan Manuel Moreno ha demostrado la inteligencia suprema de que no se notara que hubo un cambio de gobierno en Andalucía”, sentencia un barón del PSOE.

“Una de las grandes fortalezas que tenemos es que uno de cada 200 andaluces milita en el PSOE”, contrapone un miembro de la dirección federal, que asegura que la maquinaria “está más tensa y engrasada” conforme transcurren los días. “Que la derecha se agarre, que estamos solo arrancando, la fuerza de los socialistas se nota por todo el territorio”, afirmó Juan Espadas en un mitin que congregó a más de un millar de militantes y simpatizantes en el castillo del Marqués de los Vélez, en Cuevas de Almanzora (Almería). Todo ese derroche de confianza en las fuerzas propias no habría resultado convincente media hora antes del inicio del mitin, con la mitad de asientos vacíos. “Más separados, que estáis muy juntos y hay que ocupar el banco”, pedía un trabajador del partido a los militantes más madrugadores. Al final no sobró ninguna silla y unas 200 personas se quedaron de pie. “El PSOE es un diésel de los antiguos, de los de apretar a fondo el acelerador”, resumía un alto cargo del Gobierno muy conocedor del partido.

Encuestas como la de 40dB. para EL PAÍS y la Cadena SER han advertido de la frialdad de los votantes del PSOE: solo el 64,5% irá a votar con toda seguridad el 19-J. Al otro extremo estarían los votantes del PP (79,3%). Espadas tratará de sacar en el debate de este lunes a Moreno de su zona de confort para taponar la fuga de los votos más conservadores del PSOE al candidato del PP. La fuga sería del 10,5% según 40dB. Otro dato incómodo para el secretario general del PSOE andaluz es que el 20% de encuestados que se declaran socialistas creen que el candidato del PP sería el mejor presidente para Andalucía. “Votar a la derecha y la ultraderecha son votos intercambiables: al final se van a terminar entendiendo”, advirtió Sánchez a los socialistas tentados por el PP. Inasequible al desaliento, Espadas ve en el debate una oportunidad para confrontar con Moreno e incidir en las contradicciones del PP y los puntos débiles de su gestión. Y también para mejorar su nivel de conocimiento entre los votantes: un 32,4% no le ubica, según el CIS —el 27,4% de los socialistas— frente al 3,3% que no pone cara al actual presidente de la Junta. Moreno insistirá en obtener el respaldo necesario para gobernar en solitario, con permiso de Vox. Otro hándicap indirecto para el PSOE es que a la cabeza de lista de Por Andalucía, Inmaculada Nieto, solo le conocen el 26,7% de andaluces.

El perfil bajo y desideologizado del candidato del PP para atraer al mayor número de votantes por el “carril central” dejó este domingo otra demostración. Tras la “revolución verde” de la que nunca más se supo, Moreno se comprometió a una “revolución del agua” en la próxima legislatura que palíe el déficit hídrico en Andalucía. Un discurso, con motivo del Día Mundial del Medioambiente, que colisiona de lleno con el negacionismo climático de Vox.

La ultraderecha también ha optado por una campaña bajo el radar. La premisa es pasar inadvertidos para no encender la chispa que movilice a la izquierda. Sus actos públicos son casi siempre a las 20.30, un horario intempestivo, sobre todo para las televisiones. Su candidata, Macarena Olona (62,1% de conocimiento) está manteniendo un tono mucho más discreto frente al que acostumbraba en el Congreso. El colchón lo tiene: Vox ya fue segunda fuerza por delante del PP en las últimas elecciones generales en Huelva, Cádiz, Sevilla y Almería. En esta última provincia, donde los socialistas solo han sido primera fuerza en las andaluzas en 1996 y 2004 desde los años noventa, fue precisamente donde surgió el cambio del lema de la campaña del PSOE. Del transversal “La Andalucía que quieres” pasó al mucho más personalizado y teledirigido a los votantes socialistas “Si votamos, ganamos” que acuñó Antonio Enciso, un militante de Roquetas de Mar, bastión del PP. “Moreno Bonilla quiere una campaña plana y meter en el Gobierno a la ultraderecha. Pero eso no va a ser porque vamos a salir a votar en masa los socialistas a votar”, reiteró Espadas. Hasta el 19-J ese será el mantra del PSOE.

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