La experiencia personal de ser “DJ de balcón”: “Faltaba una banda sonora a este acto tan triste”

El primer día sacaron un altavoz y pusieron la canción ‘Resistiré’. “Fue bonito y raro a la vez". Hace días que la policía les impide seguir poniendo música

Leticia Martínez y Gonzalo de León (de amarillo, a la derecha), retratados por su vecina Eugenia Morago en una de las sesiones tras los aplausos a las 20.00 horas.

El primer día del estado de alarma fue un sábado. Era un fin de semana muy raro y salimos a aplaudir a la ventana tímidamente. Nos quedamos impactados al ver a tanta gente en el balcón. Eran nuestros vecinos desde hacía ocho años pero era la primera vez que los veíamos.

Nos pareció que faltaba una banda sonora a ese acto tan triste y desconcertante. Así que, como nosotros tenemos la oficina montada en casa, sacamos un altavoz al balcón y pusimos la canción de Resistiré, que se había convertido en el “himno oficial”. El primer día fue bonito y raro a la vez.

Cada día salían...

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El primer día del estado de alarma fue un sábado. Era un fin de semana muy raro y salimos a aplaudir a la ventana tímidamente. Nos quedamos impactados al ver a tanta gente en el balcón. Eran nuestros vecinos desde hacía ocho años pero era la primera vez que los veíamos.

Nos pareció que faltaba una banda sonora a ese acto tan triste y desconcertante. Así que, como nosotros tenemos la oficina montada en casa, sacamos un altavoz al balcón y pusimos la canción de Resistiré, que se había convertido en el “himno oficial”. El primer día fue bonito y raro a la vez.

Cada día salían más personas. Otros nos miraban recelosos desde detrás de la cortina. Todos eran desconocidos para nosotros. Así que un par de días más tarde, conectamos un micro para que todos nos presentásemos. No estábamos seguros de la acogida pero nos sorprendimos cuando nos gritaban desde lejos para decirnos su nombre. Ahí comenzó la costumbre de pasar lista para saber que estábamos todos. Hasta los que estaban detrás de la cortina salieron para presentarse. Eso fue al principio de todo, cuando las cifras de muertos y hospitalizados eran muy altas y pasábamos lista con un poco de miedo a que faltase alguien.

Este confinamiento nos ha permitido conocer a personas maravillosas, que teníamos al lado desde hace años y que las prisas no nos dejaban siquiera mirar

Poco a poco, fuimos conociendo cosas personales de cada uno de ellos y descubrimos que teníamos cinco sanitarias en nuestro grupo. Eso nos motivaba para aplaudir aún más fuerte.

La comunidad comenzó a crecer. Hasta nos escuchaban desde calles lejanas y se comunicaban con nosotros por mail. Así que decidimos crear un grupo de Facebook para que todos pudiesen contactar con nosotros. De esta manera, la gente se ofrecía a hacer la compra a personas mayores, a cuidar a niños si sus padres tenían que trabajar. Y felicitábamos cumpleaños a personas que ni siquiera conocíamos pero que sentíamos como un amigo más, en la distancia. Los sábados nos permitíamos un ratito más y hacíamos juegos variados. Estaba confirmado. Éramos una auténtica familia porque competíamos como tal.

En casi dos meses de confinamiento, nuestra comunidad ha ido creciendo. Algunos también se cayeron de la lista, sin razón aparente. Los que estaban detrás de la cortina, son los que más participan a día de hoy, otros no han faltado ni un día y los miembros más jóvenes son casi bebés.

Pero también recibimos críticas por nuestra acción. Y una de ellas, ha hecho que sea la policía la que nos avise, con mucha educación y comprensión, de que lo que hacemos no está permitido. Así que hace días fue nuestra última jornada de aplausos a las 20.00 con música en el balcón.

Hay quien dice que esto nos va a hacer mejores personas. Otros, que seguiremos igual. Nosotros no lo dudamos. Este confinamiento nos ha permitido conocer a personas maravillosas, que teníamos al lado desde hace años y que las prisas no nos dejaban siquiera mirar. Ahora podemos decir que no estamos solos y que somos una COMUNIDAD.

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