Verde planta, verde esperanza
Hubo un pico inicial de personas adquiriendo plantas porque necesitaban vida en sus casas
Para pedir perdón, para demostrar amor, para despedirse o para felicitar a alguien, las flores expresan sentimientos, algo que estamos teniendo a flor de piel en tiempos de COVID19. Fernando Espadas, que lleva desde los tres años ligado al mundo del arte floral, primero por el negocio de sus padres y desde que cumplió la mayoría de edad, por el suyo propio, Las Camelias, lo sabe muy bien.
Con más de dos décadas de trabajo a las espaldas en Alcorcón, podría decirse que, de alguna manera, ha estado en los momentos más bonitos y en los m...
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Para pedir perdón, para demostrar amor, para despedirse o para felicitar a alguien, las flores expresan sentimientos, algo que estamos teniendo a flor de piel en tiempos de COVID19. Fernando Espadas, que lleva desde los tres años ligado al mundo del arte floral, primero por el negocio de sus padres y desde que cumplió la mayoría de edad, por el suyo propio, Las Camelias, lo sabe muy bien.
Con más de dos décadas de trabajo a las espaldas en Alcorcón, podría decirse que, de alguna manera, ha estado en los momentos más bonitos y en los más duros de los vecinos de los barrios en los que están sus locales. Ha visto a niños que iban en carrito a los que, cuando han crecido, ha puesto flores en sus bodas y ha hecho ramos a madres e hijas. Esa relación tan estrecha ha provocado que le hayan traído souvenirs de las lunas de miel y hasta bombones o tartas. El pequeño comercio tiene algo que jamás tendrán las grandes superficies, nunca será igual conocer el nombre del cliente que ser un número.
Se ha hablado de cómo la pandemia ha afectado los ritmos diversos no solo de ánimo sino también de consumo de los seres humanos. Al principio fue la fiebre del papel higiénico, luego preferimos darle a las patatas fritas. Pues bien, las flores también han sido testigos de ese cambio de tendencia en nuestros comportamientos, durante el encierro y después.
“De repente, la web empezó a funcionar genial, la gente tenía ganas de decir te quiero a quienes no podía ver. Una vez pudieron abrir los comercios, bajó la compra online, sin embargo, hubo un pico inicial de personas adquiriendo plantas porque necesitaban vida en sus casas. Luego, todo se fue normalizando hasta el día de hoy en el que la situación es complicada, los enlaces se han aplazado y tampoco se celebran fiestas patronales en las que suele haber ofrendas. Todo empezó a bajar con el brote en Alemania y Corea y a la incertidumbre sanitaria habría que sumarle la situación económica”.
Ahora bien, sea cuando sea, quienes compran flores se inclinan por los colores vivos, puesto que la realidad ya es demasiado gris y está en nuestra naturaleza resiliente apostar por sonreír, incluso en los tramos más feos de nuestras vidas. También, lograr que otros sonrían. Cuando la mayoría estábamos confinados en nuestros hogares, Fernando decidió continuar y junto a su equipo repartieron flores a quienes desempeñaban labores esenciales: personal del servicio de limpieza, de los supermercados, de las farmacias y de los centros de salud. Delante del hospital del municipio, por ejemplo, montaron un arcoíris confeccionado con flores, justo al amanecer, como forma de recordar que hasta la noche más larga acaba y el sol vuelve a brillar.
El futuro es incierto para todos, continuamos aprendiendo a pensar a corto plazo, a cortísimo o a nanoplazo, que sé que ni existe, pero Fernando, como es de naturaleza optimista, al preguntarle en qué flor pensaría para ilustrar el momento actual , en lugar de decantarse por una, prefirió quedarse con un color: el verde, el de las plantas de las que siempre estuvo rodeado y, por supuesto, el de la esperanza.