Abdou Touray: “Ser mantero es una vida durísima, muy estresante y arriesgada”
El sindicato abre una tienda en el barrio de Lavapiés para ayudar a quienes se ven abocados a la venta ilegal de mercancías como único medio para ganarse la vida
Abdou Touray, de 32 años y nacido en Gambia, es una de las seis personas que regentan Pantera, una tienda abierta hace unos días en Madrid. Nada más llegar a España, con 19 años, conoció el Sindicato de Manteros y sus integrantes se convirtieron en su familia en este país. Ha estado trabajando en la calle hasta hace un año que logró un permiso de trabajo y de residencia lo que llevó a estar como reponedor en un almacén de distribución. Ahora, con 32, sigue ayudando a sus compañeros que no han log...
Abdou Touray, de 32 años y nacido en Gambia, es una de las seis personas que regentan Pantera, una tienda abierta hace unos días en Madrid. Nada más llegar a España, con 19 años, conoció el Sindicato de Manteros y sus integrantes se convirtieron en su familia en este país. Ha estado trabajando en la calle hasta hace un año que logró un permiso de trabajo y de residencia lo que llevó a estar como reponedor en un almacén de distribución. Ahora, con 32, sigue ayudando a sus compañeros que no han logrado los papeles para lograr un trabajo digno.
De ese sentimiento nace la tienda de Pantera, ubicada en la Plaza Mandela, justo en el centro neurálgico del barrio de Lavapiés. La pandemia supuso un golpe muy duro para aquellos que habían dejado sus países de origen y se encontraban en situación irregular o contaban con trabajos precarios. De un día para otro, aquellos que se dedicaban a la venta ambulante quedaron sin una fuente de ingresos. La asociación se las ingenió para buscar financiación y, gracias a las donaciones, lograron levantar una tienda de ropa como solución a la venta ilegal en la calle. Ahora el proyecto se ha hecho realidad. En sus paredes ya cuelgan camisetas que lucen serigrafías diseñadas por ellos mismos en forma de panteras o poderosas frases como “Madrid será la tumba del racismo”.
Nuestra asociación sentía que tenía la obligación de que nos ayudemos entre nosotros, de cambiar la vida de los manteros, de tener más dignidad
¿Por qué es importante abrir esta tienda?
Es por la situación precaria en la que se encuentran muchos manteros. Hay muchas personas en la calle vendiendo porque no tienen otra opción para vivir, no porque quieran. Nuestra asociación sentía que tenía la obligación de que nos ayudemos entre nosotros, de cambiar la vida de los manteros, de tener más dignidad. La calle puede ser muy dura, por no hablar de que muchos sufren racismo. Teníamos muchas ideas. Algunos soñaban con abrir un restaurante pero, al final, debido a la situación de pandemia nos decidimos por una tienda. Pero estamos encantados.
¿Cuántas personas envuelve el proyecto?
Alrededor de 200 personas. Todos los que pertenecen a la asociación de manteros aportan su pequeño grano de arroz como la familia que somos. Tenemos muchas ideas y mucha ilusión. Lo más importante para mí es sacar a las personas de la calle. Esa es la principal prioridad. No queremos más esa vida para nadie. Si lo hacen es porque no queda otra salida, yo mismo estuve ahí. No entiendo a las personas que los llaman criminales, porque no lo son. Si pudieran dejarían la calle, eso está claro.
¿Cómo es la vida como mantero? ¿Y en pandemia?
Yo todavía me considero mantero, aunque no vaya a vender a las calles. Es mi forma de solidarizarme con los que todavía están ahí. Mientras siga viendo personas en una situación tan precaria, seguiré considerándome a mí mismo mantero. Es una vida durísima, muy estresante y arriesgada. Siempre tienen que estar alerta, huir si es preciso, vivir al día y soportar ciertos comportamientos poco amables de ciertas personas. Creo que nadie se merece vivir así. Es un trabajo indigno, en resumen, debido a las persecuciones o el acoso policial. Creo que nadie se merece vivir así. En la pandemia fue incluso peor para los manteros al no poder salir nadie, se esfumó incluso la posibilidad de ganar algo de dinero para poder comprar pan al final del día. El encierro fue muy dramático para nuestro colectivo.
¿Trabaja solamente en la tienda o lo compagina con otros trabajos?
Yo ahora trabajo en un almacén y cuando termino vengo a ayudar a la tienda. Pero no solo lo hago yo, todos en la asociación nos sacrificamos por el grupo. Muchos tienen otros trabajos y hacen el esfuerzo en venir aquí a ayudar cada tarde, porque realmente creemos en nuestro proyecto de comunidad.
¿Por qué el nombre de pantera?
Es algo que tiene un significado muy especial para nosotros. La pantera es una animal que resiste la adversidad, todo lo malo que le viene. Nosotros hemos sufrido mucho pero todavía tenemos la ilusión de cambiar las cosas. Somos fuertes como una pantera, nos sentimos identificados. Por eso en la tienda también hay muchas camisetas con ilustraciones de este animal, aunque también hay muchos mensajes antirracistas. Todo está diseñado por nosotros mismos, lo que le da más valor.
Nosotros hemos sufrido mucho pero todavía tenemos la ilusión de cambiar las cosas. Somos fuertes como una pantera, nos sentimos identificados
¿Cómo describiría el Sindicato de Manteros?
Mi primer recuerdo en Madrid es con el sindicato. Se convirtieron muy pronto en mis hermanos, en mis amigos. No podría imaginar Madrid sin ellos. Nos ayudamos los unos a los otros, es increíble. No conozco personas más buenas, amigables y entregadas a los demás. Tampoco las hay más valientes y sobre todo, más respetuosas las unas con las otras. Jamás le faltarían el respeto a alguien. Así son los manteros.
Ayuda mutua
El Sindicato de Manteros está formado por cerca de 200 personas, pero Abdou Touray aclara que en la tienda han colaborado muchas más. “En primer lugar no habríamos podido hacerlo sin las donaciones de personas anónimas que han confiado en nosotros. Aparte de eso, todos los del sindicato colaboran de una manera u otra. Algunos enviaban diseños, otros los dibujaban, o ayudaban a gestionar la web”, cuenta el miembro del sindicato. Incluso ahora con la tienda ya abierta, no faltan voluntarios que cada tarde se acercan a echar una mano a la Plaza Nelson Mandela. “Forma parte de nuestra forma de vivir. Nos gusta ser una gran familia”.
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