Decenas de miles de madrileños salen en defensa de la sanidad pública: “Ayuso, dimisión”

Más de 50.000 manifestantes, según la Delegación, y 23.000, según los convocantes, se echan a la calle para denunciar el deterioro del sistema público de salud de la región

La cabecera de la manifestación por la sanidad pública a su paso por la plaza de Cibeles, junto al Ayuntamiento de Madrid, este sábado.JUAN BARBOSA

―¿Silbatos?, ¿alguien quiere silbatos?

Una mujer morena de unos 40 años ataviada con una bata blanca reparte silbatos negros al inicio del emblemático paseo del Prado de Madrid. Faltan 20 minutos para que comience una nueva marcha sanitaria en defensa de la sanidad pública madrileña y tres sanitarios comienzan el reparto y el ascenso de las pancartas: “Ayuso, dimisión”, “sanidad pública”, “un médico para Ayuso”. La marea blanca ha salido de nuevo a las calles del centro de la capital hastiada de tanto recorte y, sobre todo, enfurecida ante los últimos movimientos del Gobierno de Isabel ...

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―¿Silbatos?, ¿alguien quiere silbatos?

Una mujer morena de unos 40 años ataviada con una bata blanca reparte silbatos negros al inicio del emblemático paseo del Prado de Madrid. Faltan 20 minutos para que comience una nueva marcha sanitaria en defensa de la sanidad pública madrileña y tres sanitarios comienzan el reparto y el ascenso de las pancartas: “Ayuso, dimisión”, “sanidad pública”, “un médico para Ayuso”. La marea blanca ha salido de nuevo a las calles del centro de la capital hastiada de tanto recorte y, sobre todo, enfurecida ante los últimos movimientos del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso, que ha anunciado una reforma de las urgencias extrahospitalarias con más servicio, pero con el mismo personal. Más de 50.000 madrileños, según el cálculo de la Delegación de Gobierno, y más de 23.000, según la organización (los sindicatos Satse, CC OO, Amyts, CSIT-UP y UGT), han ocupado la calle entre la glorieta de Neptuno y Sevilla durante al menos tres horas.

A la concentración también se han sumado los grupos parlamentarios de izquierda en la Asamblea de Madrid. “Tenemos un Gobierno en huelga, de brazos caídos y desguazando la joya de la corona en Madrid, que es nuestra sanidad pública”, ha dicho Mónica García, líder de Más Madrid. “El modelo del PP no funciona, los servicios no se están cubriendo”, ha manifestado Juan Lobato, portavoz del PSOE. “Estamos hartos”, ha recalcado Alejandra Jacinto, de Unidas Podemos. La realidad, más allá de la política, es que vienen semanas turbulentas para la sanidad madrileña.

El Gobierno regional anunció el pasado jueves la reapertura ―aunque con el calificativo de “apertura” como un neologismo que hace pensar al ciudadano de a pie que son nuevos― de los 78 puntos de urgencias extrahospitalarias de la región. Es decir, 40 centros de salud rurales, conocidos como Servicio de Atención Rural (SAR) que han seguido abiertos todo este tiempo, y 38 Servicios de Urgencias de Atención Primaria (SUAP) que estuvieron cerrados durante la pandemia. El principal problema es que la Consejería de Sanidad quiere que estos 37 centros de atención primaria sean atendidos solo por los sanitarios que trabajan en los servicios rurales. Es decir, por la mitad. Un movimiento que implica cambios de turnos en el planillo, realizar más horas, o que algunos se cambien de centro. La situación es tan delicada, que hay prevista una huelga indefinida en la atención primaria a partir de este martes. Y, tres días después, la de las urgencias del hospital Infanta Sofía. “Empezamos a temer por la seguridad de los pacientes”, asegura Marina Parras, urgencióloga desde hace 21 años y delegada sindical de la Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid (Amyts).

Una sanitaria con una pancarta en la manifestación de este sábado en Madrid. JUAN BARBOSA

También los municipios de la región. María Chamón, de 39 años, es médico de familia en Cadalso de los Vidrios, un pueblecito de 3.000 vecinos a unos 80 kilómetros al suroeste de la capital. Ha acudido a la marcha junto a su niña pequeña, que corretea entre batas blancas. Dice que antes del anuncio de la presidenta, los centros de atención rural funcionaban a la perfección. No había problemas. “Éramos un reducto, sí, pero ahora todo es distinto”, explica. “No sé donde voy a trabajar la semana que viene. Si aceptamos esto, no se podrán cubrir festivos ni noches. Anoche no hubo médicos en Cadalso por primera vez en años. Es sencillo de entender”.

―¿Por qué cree que se toma esta decisión?

―Porque juegan con nuestra ética profesional. ¡Cómo vamos a dejar de atender a nuestros pacientes!

A la conversación se une Alberto Lafuente, de 53 años, un celador. “En tres semanas ha cambiado todo. Hemos pasado de hacer 1.500 horas a 2.300″. Tanto médicos, como enfermeras y personal auxiliar se sienten “ninguneados” por la Administración de Ayuso. Son la piedra angular de un nuevo proyecto de las urgencias situadas en los centros de salud de los municipios y en zonas rurales, pero nada se ha pactado con ellos. A esto se suma el deterioro paulatino y acumulado durante décadas. Por no hablar de pedir cita para el médico de cabecera. O del especialista. “Las consultas te las dan para muchos meses”, cuenta María Ángeles Villarán, de 66 años y vecina del barrio de Valdezarza. “He pedido para el traumatólogo y para el digestivo y me han dado para dentro de cuatro meses. Se necesita personal. No pueden atender a todos. Mi traumatóloga, por ejemplo, está en dos centros distintos. ¡No puede ser!”. El miércoles le llegó la convocatoria de la manifestación por un mensaje de WhatsApp y decidió sumarse.

Hay mucho hastío y cansancio entre los profesionales consultados. Una médica dice que ya no le importaría dejarlo todo e irse al Mercadona a trabajar. Cada uno cuenta un drama interno de su hospital o de su centro. “En mi centro de salud somos 10 médicos y estamos solo dos”, relata Dante Rafael, médico de Entrevías, en Vallecas. “Todos los días dejo a ocho, nueve o diez pacientes sin atender. No llego, no llego, pero tengo que irme a mi casa cuando termino mi turno. Necesito estar bien mentalmente”. Dice que los médicos jóvenes ya no quieren quedarse en Madrid. “Se van porque tienen mejores condiciones en otros países o comunidades”. De pronto, un sanitario agarra un megáfono: “Hacía falta ya una huelga, una huelga. Hacía falta ya una huelga en Sanidad”.

Un manifestante con una pancarta contra la reforma de las urgencias extrahospitalarias. JUAN BARBOSA

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