Maria Grazia Chiuri: “Vestir a las mujeres de una manera que no les permita moverse y viajar es una especie de tumba”
La directora creativa de Dior anticipa el histórico desfile que celebrará en Sevilla esta semana. Es la primera vez que el mediático circo de las colecciones crucero recala en España
Los faros de la moda global apuntarán el próximo jueves hacia los 170 metros de diámetro de la Plaza de España en Sevilla. Allí se mostrará la colección de crucero 2023 de Dior, un titán de la industria desde 1947, cuando Christian, el fundador, revolucionó la moda de posguerra con ropa de fantasía con la que durante largo tiempo las mujeres solo habían podido soñar. Esta es la primera vez que...
Los faros de la moda global apuntarán el próximo jueves hacia los 170 metros de diámetro de la Plaza de España en Sevilla. Allí se mostrará la colección de crucero 2023 de Dior, un titán de la industria desde 1947, cuando Christian, el fundador, revolucionó la moda de posguerra con ropa de fantasía con la que durante largo tiempo las mujeres solo habían podido soñar. Esta es la primera vez que una gran firma internacional elige España para mostrar en primicia una colección pensada para el mundo y no solo para el mercado local. Un hito que se cose con el hilo invisible que va desde un boceto de 1956 titulado Noches en España hasta la celebración del 60º aniversario de la firma que el diseñador John Galliano, vestido de torero, convirtió en 2007 en una juerga flamenca amenizada por el cantaor Manuel Lombo. Eso sí, aquello sucedió en Versalles.
No es nuevo que las casas salgan de sus salones para mostrar sus productos. El propio Dior hizo que sus creaciones viajaran por el mundo en sus 10 años al frente de la firma. Y ese legado continuó tras su inesperada muerte, a los 52 años. En 1959 la casa mostró 120 diseños en Moscú para deleite de 11.000 espectadores. Ese mismo año, el palacio de Liria de Madrid se convirtió en una pasarela por la que desfilaron 114 trajes de la firma francesa. Y ese solo fue uno de los tres desfiles de Dior que se celebraron en España en los años cincuenta y sesenta.
Poco tienen que ver aquellos ejemplos de presentación local con el modelo de desfile convertido en un espectáculo global que la industria de la moda ha ido moldeando desde que en mayo de 2007 Chanel convocara a sus invitados en un hangar aeronáutico en Santa Mónica, California. Las colecciones de crucero o resort, pensadas desde los años veinte para ofrecer ropa ligera a los clientes que pasaban las vacaciones de diciembre y enero en climas cálidos, se han convertido ya en el siglo XXI en una plataforma predilecta para una estrategia que aúna dispersión geográfica y contenido cinematográfico.
Así es cómo el circo de la moda se ha desplazado hasta Río de Janeiro, Kioto, Cuba o Atenas, entre otros destinos, persiguiendo desfiles fugaces pero muy aparatosos. Financiado por gigantes del calibre de Louis Vuitton o Gucci, el periplo reverbera luego en todo el mundo. Hasta ahora, esta maquinaria no se había detenido en España. Lo hará por primera vez en Sevilla y por decisión de Maria Grazia Chiuri (Roma, 58 años), que en 2016 se convirtió en la primera mujer al frente de Dior y que ha disparado sus ventas. Aunque el grupo LVMH, al que pertenece Dior, no desglosa sus resultados por etiquetas, HSBC estima que las ventas de la marca se han triplicado desde 2016 hasta alcanzar los 6.200 millones de euros en 2021.
“Viendo la belleza de este país, me sorprende que ninguna otra gran firma de moda internacional haya venido a España antes que nosotros”, asegura la italiana en su oficina de París, donde prepara la presentación en Sevilla. Un desfile que 900 invitados verán en directo en la capital andaluza y que, se espera, tenga una audiencia millonaria a través de internet. Por ejemplo, y según datos de la compañía a WWD, su desfile de primavera/verano 2021 celebrado en París registró más de 100 millones de reproducciones a través de 12 plataformas, con métricas especialmente destacadas en China.
Chiuri, que ha instalado en Dior un espíritu feminista y más pragmático que sus antecesores, ha dado un nuevo giro a la estrategia de los desfiles crucero desde que en 2019 eligiera Marraquech ya no solo como escenario, sino también como inspiración y plataforma para trabajar con artistas, productores y artesanos de herencia africana (el diseñador Pathé'O o los tejidos de Uniwax). Un planteamiento que esquiva los peligros de la apropiación cultural y que repitió en Lecce (2020) y Atenas (2021). Lo mismo, asegura la casa, sucederá en España con unos diseños y colaboradores que quiere mantener en secreto hasta el próximo jueves.
Pregunta. ¿Cuál es su relación con España?
Respuesta. He venido muchas veces de vacaciones a España. La primera con 20 años, cuando recorrí buena parte del país con mi novio. Ahora, con este viaje [el que ha realizado para la colección crucero 2023] me he centrado más en Andalucía, una zona con una historia muy importante, porque me interesaba explorar y conocer más esta región.
P. ¿Por qué ha elegido Sevilla?
R. Por su historia. En su día fue uno de los puertos más importantes del mundo. Y todo viene de nuestro pasado. Fue el centro cultural, pero también comercial de la época. La mezcla de culturas, religiones y tradiciones me resulta apasionante y muy contemporánea. También me recuerda a Roma.
P. ¿Cuándo lo decidió?
R. No recuerdo la fecha exacta, pero en algún momento del año pasado. Las colecciones de crucero son un proyecto muy ambicioso. La idea es renovar cada año el legado de la firma alrededor del mundo. Es algo crucial en la historia de Christian Dior, que fue un pionero en viajar por el mundo para promocionar su colección y dialogar con diferentes países. Nosotros hemos renovado esta idea de manera diferente, pero con el mismo enfoque de conocer diferentes culturas.
P. Han vuelto con ímpetu los desfiles fuera del circuito de las capitales de la moda, que parecían condenados durante la pandemia. ¿Por qué hay que viajar por el mundo para presentar colecciones de crucero?
R. Es una manera de descubrir diferentes formas de artesanía y de trabajar los materiales. A mí me gusta centrarme en estos aspectos. Y otra cosa que valoro es que se trata de un evento cultural, no es solamente moda. Nuestros invitados ven mucho más que una colección de ropa, descubren un lugar, su historia y sus tradiciones.
Mi objetivo con el desfile en Sevilla es trabajar con la comunidad local
P. Ha celebrado desfiles crucero en Lecce, Atenas o Marraquech. Y en todos esos lugares ha colaborado con artesanos y productores locales. ¿Qué queda después de la colección?
R. Si organizas un desfile en un país al margen de una semana de la moda, tiene que haber una razón. No es solo porque quieras mostrar tus diseños en una ciudad bella. Mi objetivo con el desfile en Sevilla es trabajar con la comunidad local. En este proceso participan artistas de todo tipo, artesanos y expertos. Es un proyecto mucho más amplio que un simple desfile. Lo primero para mí es aprender sobre la moda de ese país y su historia. Esa es la razón por la que viajamos por el mundo: para conocer a otras personas. No solo para sacar unas fotos y volver. De hecho, disfruto más la experiencia de crear la colección que el show que finalmente se haga. Aquí hemos estado en un tablao flamenco, hemos ido a museos y hemos descubierto cosas nuevas, interesantes e inspiradoras. Eso es lo que me llena.
P. ¿Y qué obtiene la comunidad local?
R. Nosotros queremos servir de plataforma para mostrar la belleza de la ciudad, la capacidad de sus artesanos e, incluso, el talento de sus artistas. Para este desfile, por ejemplo, colaboramos con Blanca Li. Ella ya es una figura, pero los bailarines que participan en este evento se pueden mostrar ante un público que no es el mismo que tienen normalmente. Y lo mismo ocurre cuando invitamos a artistas en nuestras colecciones [la firma ha colaborado con Judy Chicago o Tomaso Binga]. La audiencia de la moda es una mezcla y el lenguaje es más pop: te verá gente que tal vez no haya visto tu obra en un museo.
P. ¿Sigue en contacto con los artesanos después? ¿Incorpora sus aportaciones en otras creaciones?
R. Podemos estar en contacto para la producción de un desfile, pero después, siendo realistas, es imposible. En todo caso, queremos mantener el diálogo y apoyarles. Por ejemplo, después de Lecce sigo trabajando con un pequeño taller que hace trabajos de telar a mano para proyectos especiales. Tenemos que encontrar el equilibrio entre las diferentes técnicas y las cantidades que necesitamos producir.
P. ¿La moda conlleva una responsabilidad social?
R. Totalmente, creo firmemente en esto. Y, especialmente, después de estos dos años. Cuando hicimos el desfile en la ciudad de Lecce, en Apulia [en julio de 2020] el objetivo no solo era promocionar el arte y a los artesanos. Con la falta de turistas provocada por la pandemia, fue una manera de invitar a la gente a visitar este lugar en el futuro, un aspecto muy importante después de la covid.
La moda fue una de las primeras formas de influir sobre las mujeres.
P. Debutó en Dior en 2016 haciendo suyo el título del ensayo Todos deberíamos ser feministas, de la escritora Chimamanda Ngozi Adichie, que estampó sobre camisetas. ¿Se puede utilizar la moda para hablar de política y feminismo?
R. La moda fue una de las primeras formas de influir sobre las mujeres. Lo primero es decirles a las mujeres que son libres de elegir cómo se quieren vestir. Si miramos atrás, vemos los zapatos de la tradición china, los vestidos que impedían el movimiento… La evolución de la ropa muestra la de las mujeres. En los años setenta, las mujeres proclaman su libertad y su voluntad de vestirse como quieran. La moda es un símbolo y nos permite hablar de estas cosas, porque a veces nos olvidamos de la relación de la ropa con nuestro cuerpo. Vestir a las mujeres de una manera que no les permita moverse y viajar porque están incómodas es una especie de tumba. Y por eso la moda puede ser una plataforma. La lucha nunca se acaba y hay que dar batalla todos los días. Estoy sobrecogida con lo que está pasando en Estados Unidos. Debemos tener derecho a escoger qué hacemos con nuestro cuerpo.
En un momento de la conversación, alguien del equipo de Chiuri coloca a sus espaldas un gran panel con imágenes de inspiración. Los bocetos de los trajes Nuits d’Espagne (1954) y Bal à Séville (1956) se mezclan con fotografías de Carmen Amaya y Cayetana de Alba. También con fotogramas de Pedro Almodóvar y reproducciones de cuadros de Velázquez y de la Virgen de la Esperanza de Triana, entre otros retazos de la cultura española.
P. ¿Cuáles son los momentos que más le interesan del vínculo entre Dior y España?
R. En los archivos hay muchos bocetos de vestidos con nombres de ciudades españolas realizados por el propio Christian Dior. Pero también los diseñadores que le sucedieron hicieron referencias a España en sus colecciones. Este es uno de los países en los que la ropa tradicional está presente con más fuerza. Creo que es por la actitud ante los rituales. El flamenco tiene mucho de rito y de fiesta. Y lo mismo ocurre con las ceremonias cristianas y las procesiones. Yo tengo una foto que me hicieron de niña con un vestido tradicional español, pero no vemos esas fotos con ropas tradicionales italianas. Hay vestimentas propias de las diferentes regiones, pero no son tan conocidas.
P. Los españoles tenemos una relación ambivalente con esas tradiciones y tópicos...
R. Todos los países tienen que lidiar con sus tópicos. Pero hay algo de verdad en ellos. El flamenco, por ejemplo, no es un baile más. Usan el cuerpo como un instrumento y también la ropa es parte del flamenco, hay una relación muy fuerte entre la vestimenta y el baile. También me impresionó el hecho de que cada iglesia tenga su virgen y su propia vestimenta. Es increíble cómo se usa en España la indumentaria para comunicar. Se podrán criticar los tópicos, pero para alguien que trabaja en la moda, como yo, resulta fascinante ver tanta riqueza. En nuestros archivos encontramos una hermosa fotografía de la duquesa de Alba, pero también de Carmen Amaya, la Capitana, que fue una figura internacional y una mujer de fuerte personalidad. Luego están las referencias culturales que migran. El mantón de Manila se ha convertido en un artículo tradicional español, pero no es solo de España: se originó en China, pasó por Filipinas y alcanzó la fama finalmente aquí. Y lo mismo pasa con el abanico, que ha viajado por el mundo. Podemos comprender la historia de nuestro tiempo a través del movimiento de los objetos.
Todos los países tienen que lidiar con sus tópicos. Pero hay algo de verdad en ellos
P. Los maestros de la pintura española ejercieron una gran influencia sobre Balenciaga, quien a su vez era “el maestro de todos nosotros”, según una célebre cita de Christian Dior.
R. ¡Ah, Balenciaga! Goya y Velázquez están presentes en sus diseños, que todos conocemos muy bien. Para alguien que ame la moda, es imposible no tener presente la pintura española. Es una referencia constante. Además, están los pintores españoles que viajaron a Roma para conocer la obra de Caravaggio... El vínculo entre Italia y España es muy importante para mí. Por no hablar de que me encantan las mujeres que describe Pedro Almodóvar. Es el único que retrata a las mujeres modernas y las relaciones entre madres, hijas, tan cerca de la realidad. Yo me vi reflejada [dice mirando a su hija, Rachele Regini, asesora cultural en Dior y presente en la charla].
P. ¿Qué reacción cree que despertarán sus diseños?
R. [Se ríe] Dirán: “Esta mujer es terrible, ¡lo ha destrozado todo!”. No, la verdad es que solo espero poder volver y explorar otros lugares de España. Córdoba también es maravillosa, sin ir más lejos. Hay muchas inspiraciones más con las que me gustaría trabajar.