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¿Puede evaluarse al arte en función de lo que dure?
¿Quién dijo que “menos es más”? En un mundo donde la economía de la atención manda, la duración se ha convertido en un criterio para medir la calidad de la creación artística.
Hay ejemplos de sobra: desde los conciertos épicos de Bruce Springsteen, que pueden llegar a superar las cuatro horas, hasta películas como The Brutalist, con más de tres horas de metraje.
Pero también está la otra versión (avalada por la ciencia): la neurología ya ha evidenciado la adictiva descarga de placer en forma de dopamina que recibimos al terminar cada microtarea. Por ello hay series o libros que han ido reduciendo su longitud.
Y esto abre el debate:
- “Vivimos en un exceso de estímulos. [...] De ahí que el tiempo adquiera un valor económico”, reflexiona Enrique Redel, editor del sello literario Impedimenta.
- “Tiene sentido que, en un mundo inundado por la economía de la atención, la cultura tampoco escape”, apunta la escritora Sara Barquinero.
- “La duración debe ser únicamente una decisión personal del autor”, afirma Paco Roca
¿Entonces cuál es la conclusión? Que la duración no mide del todo la calidad y, al final, puede ser tan relativa como el tiempo que tenemos para disfrutarla.
©Foto: Getty Images
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