El auge de la industria solar se toma un respiro
La moderación de los precios de la luz, el parón de las ayudas y la inflación frenan el crecimiento de la energía procedente del sol para el autoconsumo
Desaceleración o ajuste del mercado. Ese es el debate en el que se encuentran los expertos respecto al comportamiento de la industria de la energía fotovoltaica desde que la empresa de análisis de energías renovables Wood Mackenzie publicó un informe que pronosticaba que, entre 2024 y 2028, el crecimiento anual mundial en la instalación de estas estructuras sería cercano a cero. Donde antes reinaba la euforia —energía barata, subvenciones a cargo de fondos públicos, sostenibilida...
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Desaceleración o ajuste del mercado. Ese es el debate en el que se encuentran los expertos respecto al comportamiento de la industria de la energía fotovoltaica desde que la empresa de análisis de energías renovables Wood Mackenzie publicó un informe que pronosticaba que, entre 2024 y 2028, el crecimiento anual mundial en la instalación de estas estructuras sería cercano a cero. Donde antes reinaba la euforia —energía barata, subvenciones a cargo de fondos públicos, sostenibilidad ambiental y amplios márgenes— ahora se instala una cierta cautela. Así, entre 2024 y 2032, el documento prevé que las instalaciones mundiales alcancen una media de 350 gigavatios (GW) cada año, con un pico de 371 GW de energía solar instalada en 2025 y 2030.
Por regiones la evolución es dispar. Si se atienden a los detalles, el informe detalla que mientras el sur de África y Oriente Medio aún están lejos de llegar a tener un mercado saturado, Europa y Asia-Pacífico (sobre todo China) son las regiones que impulsan el crecimiento mundial. Pero en estos mercados el optimismo de la fase de despegue empieza a ralentizarse a medida que el sector gana madurez. Las interrupciones en las cadenas de suministros han afectado a los costes de las materias primas, las instalaciones de autoconsumo retroceden y algunas empresas del sector recortan plantilla.
Perspectivas positivas
Pero no todas las interpretaciones casan con el pronóstico de desaceleración. “La Agencia Internacional de la Energía (AIE) y otras agencias siguen pronosticando crecimiento. Por ejemplo, la prospectiva de Bloomberg para Europa ha aumentado en los últimos tres meses la capacidad proyectada para 2024 en 63 GW, desde los 511 hasta los 574″, explica Pedro Fresco, antiguo responsable de Transición Ecológica de la Generalitat Valenciana y ahora director de la patronal renovable Avaesen.
En el caso de España la colocación de instalaciones para autoconsumo se ha ralentizado. En 2023 hogares y empresas alcanzaron los 1.706 megavatios (MW) de nueva potencia instalada en tejados y cubiertas, lo que supone un 32% menos que un año antes, pero un 42% más que en 2021. Este comportamiento en forma de sierra ha descolocado a las compañías. De hecho, algunas como Holaluz o SolarProfit han comenzado recortar plantillas ante la disminución de la demanda. En concreto, la catalana Holaluz anunció a finales de 2023 un ERE (Expediente de Regulación de Empleo) que afectaba a 200 trabajadores, y previamente, en septiembre, SolarProfit planteó otro expediente que afectaba al 30% de su plantilla.
En el ámbito global, los movimientos de ajuste de plantilla se replican en la sueca Svea Solar, en la norteamericana General Electric o en la suiza Meyer Burger. Esta última es una de las principales productoras europeas de paneles solares y ha anunciado que cerrará una de sus factorías en Freiberg (Alemania) al verse agravada su situación por la competencia de los paneles procedentes de la industria china, que ha inundado el mercado con su producto generando una caída en los precios que ronda el 25%.
Impacto local
A nivel nacional, las razones para este retroceso son varias; primero, la moderación en los precios regulares de la factura de la luz; segundo, el fin de las ayudas al autoconsumo a cargo de los fondos Next Generation el pasado diciembre, y tercero, el efecto que la inflación ha tenido en el ahorro de las familias, comprometiendo su capacidad para adaptar los hogares. “Todo esto lleva a una desaceleración natural”, explica Fresco, aunque puntualiza que esta solo afecta en España al autoconsumo “no se está viendo lo mismo en las plantas de suelo […] que alcanzaron un récord en el 2023″, concluye.
Jose Donoso, director general de la Unión Española Fotovoltaica (Unef) detalla que las plantas solares de suelo alcanzaron en 2023 los 5.146 MW instalados y en lo que va de año ya hay otros 5.400 MW en construcción. “Estas cifras hacen prever que este año se sobrepasarán los datos del año pasado”, concluye.
Un mercado competitivo
Puede resultar llamativo que en la era de la energía limpia, con la movilidad eléctrica en el horizonte y la descarbonización y el fomento de las energías renovables en la agenda de los gobiernos, el sector fotovoltaico sufra un tropezón. Por ello, desde las patronales insisten en que las perspectivas siguen siendo muy favorables. “Tenemos capacidad para producir paneles por encima de la demanda actual y son tan baratos que es previsible que su uso se extienda a muchos ámbitos”, explica Pedro Fresco, de Avaesen. “Además la producción de baterías está aumentando y cuanto más aumente, más capacidad de almacenamiento tendremos. No es un escenario pesimista”, concluye.
“La demanda es potente en Europa, pero el entorno es cada vez más competitivo para las empresas”, explica Donoso, de la Unef. “Países como China o Estados Unidos tratan de atraer a las empresas con beneficios y subvenciones y eso deja a las empresas europeas muchas veces en inferioridad de condiciones”, concluye.
Actualmente, China es la gran fábrica de renovables del mundo y la que más paneles pone en el mercado, pero tanto Europa como Estados Unidos tratan de no quedarse atrás en esta carrera y sobre todo, de reducir la dependencia. La apuesta de la Unión Europea pasa por lograr que el 45% de la energía sea generada por renovables autóctonas para 2030 y en el país norteamericano leyes como la Inflation Reduction Act contemplan aranceles y medidas que fomenten la inversión en producción doméstica de energía limpia. “La política de EE UU es proteccionista y trata de atraer todas la inversiones que puede con subvenciones generosas, tanto al coste de inversión como a los gastos operativos. Por eso empresas como Meyer Burger se trasladan”, explica Donoso.