La vacunación de los adultos, un factor clave
El conocimiento público, la formación de los profesionales y un buen plan de inmunización son básicos en la mejora de tasas de cobertura
María Fernández Prada, secretaria de la Asociación Española de Vacunología (AEV) y especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, convenció a una señora de riesgo para vacunarse frente a la covid y la gripe. “Como mañana me ponga mala, vengo a buscarte a la consulta”, dijo la señora. “Y si pasas un invierno de fábula, vienes también a contármelo”, respondió la doctora. La anécdota pone de manifiesto un entramado complejo y difícil de desactivar en el que se mezcla el desconocimiento y el recelo con los resultados no palpables, ni a corto plazo, y cierta confusión en los mensajes relativos a vacunación, como apunta Asensio López Santiago, coordinador del Programa de Actividades Preventivas y de Promoción de la Salud (PAPPS) de la semFYC. “Solo un 40% de los profesionales sanitarios se vacunan; si no lo hacemos nosotros, ¿cuál es nuestra fortaleza para recomendárselo a nadie?”, se plantea, comparándolo con el médico con un cigarrillo en los labios que aconseja a sus pacientes dejar de fumar.
La inmunización ha pasado de prescribirse solo a los niños a ser cosa de adultos, a lo largo de toda la vida, acota Pedro Gullón Tosio, director general de Salud Pública y Equidad en Salud del Ministerio de Sanidad. En el entorno laboral, para un viaje internacional, por una determinada patología que convierte a esa persona en población de riesgo. “Sabemos que previenen enfermedades cardiovasculares y crónicas que suponen una enorme carga asistencial”, destaca Fernández Prada. Y neurológicas”, añade Fernando Fariñas Guerrero, director del Instituto de Inmunología Clínica y Enfermedades Infecciosas. “La innovación en vacunología ha sido extraordinaria”, reconoce Gullón Tosio. “En 2015, la vacunopea era muy limitada; en los últimos seis años hemos visto una innovación enorme y una serie de vacunas adaptadas que cubren necesidades específicas en poblaciones concretas”, ahonda Fernández Prada. Para Fariñas Guerrero, aún tendrán que adaptarse más a la edad y al “estatus inmunitario” de los individuos.
Disciplina compleja
La cobertura entre la población infantil es muy buena, pero la de los mayores “no pasa del 60%-65%; ahí tenemos un problema”, insiste López Santiago, que reclama factibilidad y equidad entre territorios y comunidades autónomas. Fernández Prada pide mejorar la formación de los profesionales, de manera transversal, “y no por impulsos”. Esgrime que la vacunología es una disciplina sanitaria cada vez más compleja, y que dicha complejidad continuará en aumento. “Hace unos meses, en la Asociación Española de Vacunología analizamos los currículos de los grados de ciencias sanitarias relacionados con las vacunas, y vimos que existe una gran deficiencia en la materia”, lamenta. Una clase de una hora en pediatría; otra en inmunología...”. La AEV aboga por una asignatura completa dedicada al tema, y para ello ha remitido una carta a los decanos, animándolos a integrar aspectos de vacunas en el diseño de sus grados.
“Hace falta conocimiento y responsabilidad. No se trata de administrar vacunas sin más, sino saber cuándo, dónde, cómo y a quién”. A ello, López Santiago añade las emociones. “Las vacunas han de pasar de ser una imposición a un derecho, de manera que los pacientes acudan a la consultando preguntando cuál les toca”, plantea. “Hay quien defiende que la cobertura subiría con educación, educación y más educación. Y no. Si fuera así de fácil, hace tiempo que ya lo tendríamos”, opone Gullón Tosio. Pensar que esos cambios de comportamiento se producirían “dando la chapa” es mentira, avisa. En su opinión la realidad es mucho más compleja. Por eso tiene depositadas sus esperanzas en que el futuro SIVAIN (Sistema de Información de Vacunaciones e Inmunizaciones) ayude a detectar núcleos de población no vacunados, a desentrañar las razones y a dar pistas para revertir la situación.
A juicio de Fariñas Guerrero, los grupos anti-vacunas pueden intoxicar a la población con informaciones y argumentos falsos porque quienes los escuchan no tienen el conocimiento suficiente para reconocer su mentira. “Sin conocimiento estaríamos hablando de pensamiento mágico, pero el conocimiento por sí mismo no es suficiente”, concede López Santiago. Hay otros factores de tipo social e ideológico que también pesan. Cuenta lo ocurrido en La Unión (Murcia), el pueblo en el que ejerce, y en el que hay mucha inmigración: “En la campaña de la gripe para niños pequeños se vacunó menos del 30% de la población objetivo. Indagando descubrimos que se había corrido la voz de que la vacuna tenía una proteína del cerdo; muchos padres musulmanes no autorizaron a que sus hijos se la pusieran”.