Seis grandes tintos de una renovada Cigales

Aunque la fama de sus vinos tintos se remonta a la época de los romanos, se ha terminado conociendo a Cigales más por sus populares claretes, en realidad tintos elaborados con las variedades blancas que cohabitaban con la tinta del país (tempranillo) y garnacha en los pequeños majuelos en que se ha dividido históricamente su viñedo. Parecido a lo que también ocurría en la zona de Ribera del Duero. Pero mientras sus vecinos pronto se centraron en los tintos poderosos, reorganizando su viñedo, Cigales ha permanecido elaborando claretes, pronto confundidos con rosados, a los que trataron de asimilarse en detrimento de la potencialidad de sus abundantes viejas cepas tintas. Una pesada losa de la que comenzaron a sacudirse con la llegada de nuevos aires vitivinícolas a la zona, encabezados por Félix Lezcano, Emeterio Fernández, Inés Salas, el tándem, Ana Martín-Pepe Hidago, FrutosVillar; o los dos César, Muñoz y Príncipe. Este último dio la sorpresa al conseguir 94 puntos Parker en año 2000. Posteriormente, la riojana Barón de Ley crea la espectacular bodega Museo, y se incorporan bodegueros de otras DO como Carlos Moro (Matarromera) con Valdelosfrailes, Telmo Rodríguez, o la popular bodega Protos, de Ribera del Duero. El despliegue de estos pesos pesados de la escena vitivinícola española ha sido más bien discreto, sin hacer mucho ruido, pero con resultados más que satisfactorios, gracias los nuevos tintos de gran calidad.

Y es que las condiciones de Cigales son óptimas para el cultivo de la vid, particularmente en estos tiempos de olas de calor, ya que sus viñedos se encuentran en altitudes medías que superan los 750 metros, protegidos de los fuertes vientos procedentes del Atlántico por los Montes de Torozo, con un clima continental moderado por la influencia del río Pisuerga, bien soleados, pero con las temperaturas medias de las más bajas de todas las zonas vitivinícolas de la Comunidad, y lluvias moderadas. Aunque se han autorizado variedades foráneas, la inmensa mayoría del viñedo es de la variedad tempranillo, también conocida como tinta del país, y abundan las cepas viejas cultivadas en vaso sobre suelos predominantemente arcillosos y muy cascajosos.

La realidad es que desde la creación de la Denominación de Origen Cigales, en 1991, han cambiado mucho las cosas. De las 35 bodegas elaboradoras que había en 2010 se ha pasado a 29 en 2020, y de 500 viticultores a 303. Actualmente, según datos del Consejo Regulador, Cigales cuenta con 2.306 hectáreas de viñedo, el 70% de variedades tintas, principalmente tempranillo (tinta del país), con una producción total de algo más de seis millones de hectólitros, de los cuales la gran mayoría, en torno al 75%, siguen siendo claretes/rosados. Aunque en 2023 solo salieron al mercado con la contra etiqueta DO Cigales 3.645.312 botellas, de ellas casi un 73% fueron de vinos rosados/claretes.

Cifras que muestran el camino que todavía queda por recorrer. Sobre todo, porque no han sabido aprovechar plenamente el nuevo impulso de los rosados premium, al estilo provenzal, para elevar la cotización de los suyos. El desafío, junto a la mejora de la imagen de una Denominación de Origen poco valorada por los consumidores, es potenciar la calidad de sus tintos y elevar la categoría de sus claretes/rosados. Convertir a Cigales en una marca de excelencia. Tiene todos los argumentos vitivinícolas para conseguirlo, como evidencian estos soberbios seis tintos.

CÉSAR PRÍNCIPE 2021

50 VENDIMIAS TINTO 2015

VALDELOSFRAILES PAGO DE LAS COSTANAS 2016

LA RENACIDA 2022

TRASLANZAS 2020

ALFREDO SANTAMARÍA 2018

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