Karlos Arguiñano mantiene el fuego encendido
El cocinero, de 72 años, no se plantea la retirada tras 6.000 programas de cocina gracias a los que ha conformado un rentable entramado empresarial
Solo los obispos se jubilan más tarde que Arguiñano. Esto dicen los allegados al cocinero más longevo y chispeante de la tele que en septiembre pasado cumplió 72 años y lleva ya desde finales de los 80 preparando recetas ricas-ricas y con fundamento en la pequeña pantalla. Más de 6.000 programas a sus espaldas y en su entorno dicen que no hay atisbos de retirada. “Llevamos oyendo que lo deja desde hace más de cinco años. Solo s...
Solo los obispos se jubilan más tarde que Arguiñano. Esto dicen los allegados al cocinero más longevo y chispeante de la tele que en septiembre pasado cumplió 72 años y lleva ya desde finales de los 80 preparando recetas ricas-ricas y con fundamento en la pequeña pantalla. Más de 6.000 programas a sus espaldas y en su entorno dicen que no hay atisbos de retirada. “Llevamos oyendo que lo deja desde hace más de cinco años. Solo son rumores. A nosotros no nos ha comentado nada y espero que siga mucho tiempo”, afirma una portavoz del grupo Bainet, el entramado empresarial que Arguiñano ha ido guisando a fuego lento a la vez que su fama iba subiendo como la espuma.
Con el mandil sujeto a la cintura, Arguiñano (Beasain, Gipuzkoa, 1948) es de ir partido a partido. Sigue desde hace una década al frente del programa gastronómico Cocina abierta de Karlos Arguiñano, que se emite en Antena 3, –cada día atrapa a una media de 800.000 espectadores, en torno al 13% de la audiencia– y va renovado temporada tras temporada y en el que ya ha dado entrada a uno de sus vástagos, Joseba (35 años), un fanático del dulce y nominado para sucederle en las faenas televisivas tras foguearse en varios programas de la cadena vasca ETB.
Todos los días sale a caminar por el paseo costero entre Zarautz y Getaria y después hace estiramientos durante unos 15 minutos. Es la receta que se impuso cuando comprobó que los kilos empezaron a hacer mella en su cuerpo: “A partir de los 40 coges un kilo cada año, te apartas del sexo y te acercas al sofá”, dice a menudo. “Un día me di cuenta de que me costaba atarme los cordones de los zapatos. Empecé con la dieta CLM, comer la mitad, o sea, un poquito de todo y mucho de nada, y me tiro dos horas andando”, comenta.
Ese es el momento del día que aprovecha para desenchufarse de una vida “ajetreada” que tiene mil frentes y atiende con la ayuda de un equipo compuesto por una veintena de personas. En 1992 fundó el grupo empresarial Bainet que en la actualidad desarrolla diferentes actividades dentro del área de la comunicación, destacando la producción para cine y televisión, la generación de contenidos para Internet y nuevas plataformas tecnológicas. En febrero del año pasado decidió reordenar la factoría para agrupar bajo el paraguas de Baiko Taldea, a todas las filiales deportivas, principalmente la escudería de motociclismo ARG Racing Team y la empresa de pelota vasca Baiko, heredera de Asegarce. Precisamente, estos días Baiko se ve envuelta en un lío tras la huelga iniciada por 15 de los 22 pelotaris del plantel en protesta por el anuncio de recortes en su sueldo.
La reestructuración del conglomerado empresarial que dirige Arguiñano ha vivido un nuevo episodio reciente, con la absorción de Bainet Broadcast Services por parte de Bainet Teknika, dedicada a proporcionar servicios técnicos para la producción audiovisual. Una representante de la compañía asegura que este movimiento se enmarca en la “reestructuración” del grupo y sostiene que “se han mantenido las actividades y los mismos empleados”. “No se está desmantelando el grupo”, sentencia.
Para llegar hasta aquí, Arguiñano tuvo que empezar de la nada. Fue mal estudiante y tuvo que ponerse a trabajar temprano, emplearse como chapista, camarero de discoteca, pinche de cocina… hasta que estudió hostelería en Zarautz, conoció a su mujer, María Luisa Luisi Ameztoi, y se puso a cocinar con ella en el club de golf de Zarautz. En 1979 abrió su restaurante en esta localidad guipuzcoana tras endeudarse “hasta las cejas” para adquirirlo a un aristócrata por 11 millones de las antiguas pesetas. Llegó a lucir una estrella Michelin y ahora lo gestionan sus hijos.
Su salto a la tele en los 90, sobre todo cuando fichó por TVE para dirigir un programa gastronómico dirigido a “malcomidos, divorciados y solteros”, fue el bálsamo para salvar una economía maltrecha y despegarse hacia el estrellato mediático. Arguiñano suele recordar que su fichaje televisivo fue fruto de una casualidad, alrededor de una mesa tras cenar en su restaurante con Joan Manuel Serrat y su equipo tras una actuación de estos en San Sebastián: “Me senté con ellos en la mesa y empecé a contar chistes hasta las tres de la mañana. Una persona me propuso hacer un vídeo de chistes, pero yo le contesté que lo que me gustaría era hacer un programa de cocina. A los pocos días, esa persona me llamó y me ofreció presentar uno”. Desde entonces ha sido un no parar.
En los años noventa dio rienda suelta a su faceta editorial. Publicó el primer recetario y alcanzó unas ventas de 1.600.000 ejemplares. Salió a las librerías al mismo tiempo que el nuevo catecismo cristiano, que se quedó en 700.000 copias: “Me sigue más gente a mí que a Jesusito”, dice el popular cocinero. No lleva la cuenta de los libros que llevan su firma, pero supera los 60. Este próximo mes de noviembre lanzará uno nuevo, aseguran en Bainet. El marchamo Arguiñano va marcado también en la escuela de cocina Aiala fundada en 1996 o el viñedo y la bodega que produce vino blanco txakolí desde 2010. “Quién iba a decir que aquel chico, hijo de un taxista y una modista, iba a llegar hasta lo que es”, afirma el cocinero cuando adopta su perfil más serio.