Oprah Winfrey, la reina de la televisión con la que se confiesan los famosos
La entrevista a los duques de Sussex ha sido el último éxito de la influyente comunicadora estadounidense que logra que los personajes hablen de aspectos insospechados de su vida
Oprah Winfrey (Kosciusko, Misisipi, 67 años) está de moda y su nombre corre de boca en boca a causa de la entrevista que ha logrado en exclusiva con Enrique de Inglaterra y su esposa, Meghan Markle, después de más de un año en silencio tras haber abandonado su papel oficial dentro de la familia real británica y haberse trasladado a vivir primero a Canadá y después a Estados Unidos. Pero la presentadora estadounidense no es...
Oprah Winfrey (Kosciusko, Misisipi, 67 años) está de moda y su nombre corre de boca en boca a causa de la entrevista que ha logrado en exclusiva con Enrique de Inglaterra y su esposa, Meghan Markle, después de más de un año en silencio tras haber abandonado su papel oficial dentro de la familia real británica y haberse trasladado a vivir primero a Canadá y después a Estados Unidos. Pero la presentadora estadounidense no es famosa por haber conseguido esta entrevista, sino que ha sido su título de reina de la televisión estadounidense el que le ha servido de pasaporte para convertirse en la elegida para una de las entrevistas más esperadas.
Entre poderosos anda el juego, y también entre vecinos, porque Winfrey vive en la misma exclusiva urbanización de Montecito, California, elegida por los duques de Sussex para instalarse en el país. Una zona residencial para millonarios, con mansiones en consonancia al nivel de poder y economía de sus habitantes, entre los que se encuentran nombres anónimos para también famosos como Gwyneth Paltrow, Ellen DeGeneres, Ariana Grande, Katy Perry y Orlando Bloom.
Pero ¿quién es Oprah Winfrey? En Estados Unidos es una estrella, una mujer poderosa por la relevancia que ha conseguido como comunicadora y por la influencia de sus opiniones. Aparecer en el programa que mantuvo en antena durante 25 años, The Oprah Winfrey Show, o en los nuevos formatos en los que ha diversificado sus actividades, es garantía de llegar a una audiencia millonaria que se fía de ella y a la que aporta un marchamo de credibilidad. También de que los espectadores asistirán a confesiones que los entrevistados reservan para su encuentro con ella, delante y detrás de las cámaras, como ha ocurrido con el mismo Enrique de Inglaterra, que fuera de emisión sí le concretó a la comunicadora que las acusaciones de racismo hacia su hijo de la familia real británica que habían desvelado no se referían a Isabel II ni al duque de Edimburgo. “No fue la reina, no fueron mis abuelos”, le dijo el duque de Sussex.
Durante las dos legislaturas en las que Barack Obama ocupó la presidencia de EE UU, la cercanía de la comunicadora con él y su esposa, Michelle Obama, fue definitiva para la proyección de algunas de sus iniciativas. Su poder ha sido incluso objeto de análisis y la ha situado en las listas de influencia. En 2019, Michelle Obama se convirtió, dos años después de abandonar la Casa Blanca, en la mujer más influyente y admirada del mundo, según una encuesta que elabora anualmente la firma Gallup. La segunda era Oprah Winfrey,
La comunicadora es una de las pocas mujeres que en Estados Unidos solo necesita su nombre de pila para que se sepa de quién se está hablando y es más que una periodista y presentadora de televisión. Sus tentáculos se expanden al mundo empresarial y de la producción, la actuación y la filantropía. Es una prestigiosa crítica de libros, estuvo nominada a un Oscar a mejor actriz de reparto por su interpretación en la película El color púrpura y tiene su propia productora, Harpo Productions, que además de haberse hecho cargo de su espectáculo ahora produce radio, su propia revista, películas e incluso una cadena de televisión: Oprah Winfrey Network (OWN), que se inauguró en 2011. Tiene inversiones en Weight Watchers, una empresa dedicada a la pérdida de peso que en 2015 disparó su cotización en bolsa hasta casi doblarla, minutos después de que la presentadora se hiciera con el 10% del capital de la compañía. Y en 2018, llegó a un acuerdo de varios años con Apple TV para crear “programas originales”; entre otros, algunos relacionados con la salud mental.
Es activista del movimiento Me Too, que surgió en 2017 contra el acoso sexual, y su poderoso discurso sobre este asunto logró poner en pie al auditorio de los Globos de Oro en 2018. Pero la comunicadora va más allá de las palabras y también patrocina una academia de liderazgo, Oprah Winfrey Leadership Academy for Girls, que abrió sus puertas en Sudáfrica en 2007 y proporciona educación a niñas que según sus propias palabras se convierten en “un símbolo y un faro de luz”.
Oprah Winfrey es multimillonaria. Su fortuna se calcula en más de 2.000 millones de euros, según la revista Forbes. La comunicadora tiene multitud de propiedades en Estados Unidos que van desde edificios a espectaculares mansiones y grandes extensiones de terreno. Compró su casa de Santa Bárbara en 2001 por 52 millones de dólares (44 millones de euros) y hoy, esa finca de 17 hectáreas en Montecito, cerca de los duques de Sussex, está valorada en 100 millones (84 millones de euros). Su nombre dice mucho sobre el carácter de su propietaria: La Tierra Prometida.
Pero no es la única de sus valiosas propiedades. En Maui, Hawái, posee nueve hectáreas de tierra y desde 2003, cuando realizó esta adquisición ha ido comprando edificios y más terrenos en la ladera del monte Haleakala. La finca tiene ahora 65 hectáreas y allí cultiva frutas, verduras y flores. En Colorado, en la estación de esquí de Telluride, tiene otras 24 hectáreas de terreno y una casa cerca de las pistas, en las que practica esquí, uno de sus deportes favoritos. Allí además disfruta de una bodega, diseñada como si fuera una antigua mina, pero dotada de la última tecnología, donde guarda más de 1.600 botellas de vino. Y entre sus inmuebles también destaca una propiedad de 16,5 hectáreas que adquirió en el verano de 2018 en isla Orcas, en el noroeste del Estado de Washington, que incluye una casa de 700 metros cuadrados y un kilómetro privado de costa.
Ahora está en la cima del mundo, pero la vida de esta polifacética mujer se ha esculpido a base de esfuerzo y fe en sí misma. Nació el 29 de enero de 1954 en un pueblo de Misisipi. Su madre solo tenía 18 años cuando dio a luz. Vivió su infancia en la granja de su abuela materna y, sin un padre presente, se mudó con su madre a un barrio pobre de Milwaukee, Wisconsin, cuando tenía seis años. A los nueve fue violada por uno de sus primos, la acción de un adolescente a la que siguieron cinco años de abusos sexuales a manos de “amigos” de la familia. Vivió una adolescencia rebelde que casi estuvo a punto de acabar con ella en un reformatorio, pero se mudó con su padre, barbero en Nashville, y comenzó a enderezar sus estudios hasta ser nombrada la estudiante más popular de su escuela y conseguir una beca de oratoria para la Universidad Estatal de Tennesssee en 1971. Fue la primera mujer afroamericana en aparecer en un informativo de Nashville y sus siguientes pasos profesionales la situaron en 1985 en el programa de entrevistas y actualidad que fue su lanzadera. Se emitía por 120 canales y tenía una audiencia de 10 millones de personas.
Winfrey comparte su vida desde hace más de 30 años con el escritor y empresario Stedman Graham, de 70 años, que es el consejero delegado de una firma de desarrollo de liderazgo que tiene clientes como Microsoft, Deloitte o General Dynamics. La pareja no está casada ni se prodiga junta en actos sociales. Él divide su tiempo entre Chicago, sede de su empresa, y Santa Bárbara, en California, donde vive la famosa presentadora. Tampoco tienen hijos, y sobre este asunto Oprah Winfrey dio sus razones en un ensayo revelador publicado en People: “Hubo una época, cuando estábamos en Chicago, en que llegué a comprar otro piso porque pensé que iba a casarme y que necesitaría más espacio para los hijos que tuviéramos juntos. Me di cuenta de que cada día conocía a personas que eran un desastre y, en la mayoría de los casos, sus problemas se debían a que sus padres o sus madres no habían sido conscientes de lo crucial que era el papel que desempeñaban. Yo no tengo la capacidad de compartimentar que veo en otras mujeres. Y por eso, con el paso del tiempo, he ido ganando un inmenso respeto hacia quienes deciden quedarse en casa con sus hijos, porque no sé cómo son capaces de hacerlo, todo el día, cada día. Nadie les reconoce su mérito a esas mujeres”.
Él fue aún más claro sobre los términos de su relación cuando apareció en el programa de Ellen DeGeneres en mayo de 2020: “Lo que pasa con nuestra relación es que estoy dedicado a su felicidad. Y así he podido encontrar mi propia felicidad y estoy satisfecho”.