La familia de Paco de Lucía se une para un homenaje ‘Infinito’ al guitarrista en el Real: “Le hubiera encantado ver la reunión de todos”
Su viuda, Gabriela Canseco, y dos de sus hijas, Casilda y Lucía, repasan algunas de sus mejores anécdotas junto al algecireño y presentan un concierto en su memoria, en el que participarán más de 20 artistas, como Sara Baras, Miguel Poveda, Mariza o John McLaughlin
“Paco es infinito. Él nunca terminará, su obra se queda para siempre. Ya es un clásico”, asegura Gabriela Canseco, viuda de Paco de Lucía. Por eso será Infinito el título del espectáculo-homenaje que el próximo 30 de julio, ocho años después de su muerte, recibirá el artista en el Teatro Real de Madrid, dentro del Universal Music Festival. En él habrá música, baile, proyecciones de grabaciones inéditas, mucha mezcla de son...
“Paco es infinito. Él nunca terminará, su obra se queda para siempre. Ya es un clásico”, asegura Gabriela Canseco, viuda de Paco de Lucía. Por eso será Infinito el título del espectáculo-homenaje que el próximo 30 de julio, ocho años después de su muerte, recibirá el artista en el Teatro Real de Madrid, dentro del Universal Music Festival. En él habrá música, baile, proyecciones de grabaciones inéditas, mucha mezcla de sonidos y estilos. Estarán sus compañeros de escenario (como Farru o Antonio Serrano), bailaores como Sara Baras, cantaores como Miguel Poveda, la fadista Mariza, los jazzistas John McLaughlin y Al Di Meola. Y, por supuesto, toda la familia de De Lucía —incluidos los cinco hijos de sus dos matrimonios—, que se ha volcado en la organización de este evento. “A él le hubiera gustado ver a su familia trabajando en el concierto. Le hubiera encantado ver la reunión de todos, lo que hemos trabajado y cómo hemos organizado la fundación, que va creciendo cada día”, subraya Canseco en una entrevista este 29 de junio con EL PAÍS.
El pasado septiembre se presentó la fundación que lleva el nombre del guitarrista flamenco algecireño, que falleció en 2014, a los 66 años, de forma repentina en una playa del Caribe mexicano, donde tenía una de sus residencias. La idea, dice Canseco, surgió al principio de la pandemia, y la familia lo vio como “una necesidad, un deber, porque Paco dejó un trabajo que había que proteger, y siempre quiso impulsar el flamenco”. Con ese objetivo empezaron a trabajar para rescatar el archivo del artista y promover la búsqueda de nuevos talentos, explican Casilda y Lucía Sánchez, hijas del artista con su primera mujer, Casilda Varela Ampuero. “Tardamos un tiempo en crear la fundación porque queríamos hacer algo que fuera sobre seguro. La imagen de mi padre, su impacto, exige que cualquier cosa que se haga sobre él tenga la misma calidad y el mismo rigor que tenía él. Hemos trabajado mucho para que la fundación fuera muy sólida y queríamos que el pistoletazo de salida fuera este homenaje, un documental en vivo”, argumenta Casilda.
Que el homenaje se celebre en el Teatro Real es un guiño al revuelo que causó allí Paco de Lucía el 18 de febrero de 1975. “Fue un parteaguas, el flamenco tomó otra categoría, podía entrar al mismo recinto que los clásicos, que era una de las grandes luchas de Paco: poner el flamenco en el lugar que merecía”, sostiene Canseco. “Tengo más recuerdos leídos que explicados por él de ese concierto, pero fue una revolución”, afirma Lucía. Su hermana añade que “los acomodadores estaban indignados porque allí solo iba público de la música clásica y de pronto estaba todo lleno de gente joven, parecía que habían metido a los hippies dentro del teatro”. Pero recalca que el artista nunca presumió de este hito: “Era una persona muy libre y no le daba importancia a estos símbolos, cuando tocó en el Real ya había actuado en otros grandes teatros de todo el mundo. Creo que fue más importante para el flamenco que para él”.
Paco de Lucía triunfó en el Madison Square Garden de Nueva York y el Royal Albert Hall de Londres, deslumbró tocando Entre dos aguas o el Concierto de Aranjuez, pero en casa se arrancaba con la sintonía de Barrio Sésamo o El patio de mi casa, recuerda Lucía. “La guitarra era como una prolongación de él. La tocaba en el salón con una servilleta dentro para que sonara menos y no molestarnos”, apunta Casilda. Su viuda cuenta la misma anécdota, cambiando la servilleta por una esponja, lo que refuerza la idea del genio sin ínfulas. “Era la persona más sencilla del mundo, se le olvidaba que era famoso”, rememora Canseco, “a veces se ponía a bailar y cantar flamenco por la calle con los niños; a mi hija le daba muchísima vergüenza y a mi hijo le encantaba, todo el mundo los miraba”. Los viajes, profesionales y por ocio, eran una constante. “En Tailandia una vez le pidieron un autógrafo porque pensaron que era David Carradine, y él firmó así. Y nosotras pensando: ‘Qué conocido es nuestro padre aquí”, evoca Lucía.
Porque la vida de Francisco Sánchez Gómez, nombre real del guitarrista, podría dar para una película o una serie. Sus hijas no descartan que ese sea uno de los futuros proyectos de su fundación. “Tenemos mucha relación con el audiovisual [su hermano Curro dirigió el documental La búsqueda sobre su padre en 2014] y hay varias ideas encima de la mesa”, confirma Lucía. Casilda publicó en 2017 la novela Te espero en la última esquina del otoño (Espasa), inspirada en la historia de sus padres, un amor entre una mujer de clase alta y un hombre de clase humilde que se casaron en Ámsterdam en 1977, pese a la oposición de la familia de su madre, hija del general José Enrique Varela. “Fue muy sonado, pero es verdad que mis padres son gente con tanta identidad que no pertenecen a ningún grupo. Ella estaba fuera de su clase social y él, también”, dice Casilda. “Es una vida única, y claro que daría para una película, otra cosa es encontrar el enfoque adecuado”, apostilla su viuda. De momento, Infinito podría suponer un primer capítulo de esa nueva historia.