El lujoso edificio que puede convertirse en el más caro de Madrid, al detalle
Tras una fachada del siglo XIX se esconden once viviendas totalmente renovadas y una sociedad inmobiliaria en la que también participa Rafa Nadal. El encargado de ejecutar el proyecto habla sobre esta ambiciosa reforma
Pocas cosas suscitan tanta intriga como un edificio en obras. Especialmente si se encuentra en una ubicación tan céntrica como el conocido popularmente como “parque de los perros” de la Plaza de la Villa de París (antes, plaza del Palacio de Justicia) de Madrid. En este rincón verde que se abre entre Colón, Génova y el barrio de las Salesas, lo que corre de boca en boca a toda velocidad desde hace meses no son las pelotas que sus propietarios lanzan a sus canes, sino los rumores sobre el edificio de ...
Pocas cosas suscitan tanta intriga como un edificio en obras. Especialmente si se encuentra en una ubicación tan céntrica como el conocido popularmente como “parque de los perros” de la Plaza de la Villa de París (antes, plaza del Palacio de Justicia) de Madrid. En este rincón verde que se abre entre Colón, Génova y el barrio de las Salesas, lo que corre de boca en boca a toda velocidad desde hace meses no son las pelotas que sus propietarios lanzan a sus canes, sino los rumores sobre el edificio de enfrente, que lleva meses en obras. El número 3 fue adquirido en 2017 por Mabel Capital, la sociedad inmobiliaria fundada por el empresario Abel Matutes–Prats y su socio Manuel Campos, en la que también participa el tenista Rafa Nadal. Y la reforma promete convertirlo en el edificio más caro de Madrid. Según datos recogidos por Cinco Días, se espera que los dos áticos que aún quedan disponibles alcancen los 20.000 euros por metro cuadrado, por encima de los 14.500 euros que cuesta de media el metro cuadrado en las viviendas Four Seasons Private Residences Madrid de Canalejas, o de los 18.000 por metro cuadrado que alcanzaron los apartamentos de Lagasca, 99.
Aunque sus responsables se resisten a dar información sobre sus futuros propietarios, lo que sí parece claro es que el proyecto es un buen ejemplo del rumbo que está tomando la arquitectura de lujo en la capital. Tras un año marcado por la pandemia y en medio de una cadena de inauguraciones hoteleras en edificios emblemáticos –desde el Four Seasons, que abrió en septiembre, al nuevo Ritz, cuya inauguración está prevista para abril–, la tendencia parece clara y pasa por construcciones con solera y con historia, pero con interiores contemporáneos. El que se está rematando en la Plaza de París cumple este requisito. “Es un edificio histórico de finales del siglo XIX que se está rehabilitando íntegramente manteniendo su estilo neoclásico y con un diseño y acabados de máxima calidad y funcionalidad”, explica Rafael Robledo, que firma el proyecto.
Desde Robledo Arquitectos, su estudio fundado en 1998, este arquitecto se ha especializado en viviendas de lujo, especialmente en el barrio de Salamanca, y en edificios emblemáticos que habitualmente se encuentran protegidos por el Plan General de Ordenación Urbana (PGOUM) de la capital. Son proyectos especialmente complicados. “Cuando trabajas con edificios existentes no funcionan las soluciones tipo. Cada estancia requiere un estudio y un detalle específico, acorde con sus propias características”, señala. “Por la complejidad del edificio, el equipo de obra se ha visto obligado a trabajar a contrarreloj en multitud de detalles constructivos y soluciones”.
El de General Castaños presenta “características constructivas especiales y propias de la época, como estructura de madera y fábrica de ladrillo”, y elementos significativos –fachada, patios, núcleos de escaleras– “que se rehabilitan íntegramente para devolverlos a su esplendor original”, apunta Robledo. Su futuro inmediato está claro: 11 viviendas de vocación tecnológica que, sin embargo, conservan muchos elementos originales. “Hemos reproducido las carpinterías interiores de madera plafonada, restaurado las chimeneas francesas de mármol blanco, negro y piedra caliza y replicado las molduras de escayola en los techos conservando sus volúmenes, motivos y decoraciones”, enumera el arquitecto.
Los interiores, alumbrados por grandes ventanales gracias a ocho patios internos, combinan la domótica con detalles decorativos que remiten al espíritu original del edificio y que demuestran que, en el interiorismo actual, lo artesanal sigue siendo más norma que excepción. Algunos detalles también remiten al modo en que han cambiado las prioridades residenciales tras la pandemia, como un sistema de ventilación constante que “ha sido uno de los mayores retos, ya que integrar estas instalaciones en una estructura existente supone un gran esfuerzo de coordinación por parte del equipo de obra”, apunta Robledo. Ubicado en pleno centro urbano, el edificio también incorpora un garaje robotizado al que se accede, a través de la antigua entrada de carruajes, desde el patio principal. “El sistema consta de una cabina giratoria sobre la que el usuario deposita el vehículo”, explica el arquitecto. “Después abandona la cabina y el sistema desplaza el vehículo a un espacio disponible dentro de los cuatro niveles de aparcamiento donde, además, puede cargarlo si es eléctrico”.
Con zonas comunes, una piscina, un spa y una sala de gimnasio, el proyecto resume las prioridades de la élite urbana de hoy en día y apela probablemente a un tipo de propietario que quiere privacidad, amplitud y comodidad sin tener que parapetarse tras las tapias de una urbanización a las afueras. Aquí, por el contrario, lo que percibe el viandante no son los precios estratosféricos ni el estilo de vida de sus habitantes, sino una fachada pulcra y con pasado integrada en esta plaza urbanizada en el último tercio del siglo XIX sobre lo que habían sido los jardines y las huertas del convento de las Salesas, y que hoy es uno de los centros neurálgicos del nuevo lujo residencial de Madrid.