Dos fotos y cero entrevistas: Family, el misterioso grupo español que publicó “el mejor disco de los noventa”
30 años después de su publicación, ‘Un soplo en el corazón’, tras el que estaban Iñaki Gametxogoikoetxea y el diseñador gráfico Javier Aramburu, no deja de crecer como objeto de culto entre público y músicos
Cuando se publicó el único álbum de Family, hace 30 años, era un artefacto absolutamente extraño. Pero en 2024, en plena cultura de sobreinformación, velocidad, novedad y culto a la personalidad y la exposición pública, lo es todavía más. Un soplo en el corazón contenía 36 minutos de música, 14 canciones de tecno pop elegante, conciso y altamente evocador que casi nunca llegaban a los tres minutos, presentado con una cubierta en diversas tonalidades de azules. En la contraportada, sin ninguna imagen de ellos, los ...
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Cuando se publicó el único álbum de Family, hace 30 años, era un artefacto absolutamente extraño. Pero en 2024, en plena cultura de sobreinformación, velocidad, novedad y culto a la personalidad y la exposición pública, lo es todavía más. Un soplo en el corazón contenía 36 minutos de música, 14 canciones de tecno pop elegante, conciso y altamente evocador que casi nunca llegaban a los tres minutos, presentado con una cubierta en diversas tonalidades de azules. En la contraportada, sin ninguna imagen de ellos, los nombres de sus componentes: Iñaki Gametxogoikoetxea y Javier Aramburu, este último también responsable del arte gráfico. Nunca lo llegaron a presentar en directo, no concedieron ninguna entrevista, no publicaron videoclips y solo se conocía una foto promocional de ellos, en la que paseaban por una playa junto a un mar embravecido.
Quien lo escuchó y decidió hablar o escribir sobre él se deshacía en elogios superlativos y, cuando, al final de aquel año, la revista Rockdelux lo escogió mejor álbum nacional de 1994, comenzó un culto que fue en aumento. Al final de aquella década, la misma revista lo escogía como mejor álbum de la década y su tema Nadadora como mejor canción. “El único álbum de Family, plagado de metáforas románticas radiantes y brillantes, consiguió algo que muy pocos discos logran: conmover con frases categóricas que muchos seguidores acabarían repitiendo como un mantra. En cierta manera, se avanzó al 69 Love Songs de Magnetic Fields”, afirma Santi Carrillo, director de Rockdelux. “A algunos emocionó hasta lo indecible; otros, reacios a admitir su parte sensible y bobamente romántica, lo vieron y vivieron como cursilería generalizada. Pero aunque lo pareciera, no lo era. El grado de detallismo que impregnaban las canciones del disco era todo un cum laude en la pura exaltación de los sentimientos y la noble fantasía asociada al amor”. “Es un ejemplo de buen gusto, de clase y de dulce melancolía recogida en 14 canciones preciosas e inolvidables”, declararía Alaska a El país de las tentaciones, cuando lo escogió como su disco favorito de los noventa.
Pero todo se apagó tras aquel soplo y Family se esfumó sin dejar ni rastro. En realidad, el grupo ya no existía cuando el disco vio la luz. La última aparición pública que se recuerda de Javier Aramburu (San Sebastián, 1966) fue el 26 de octubre de 1993 en la sala Siroco de Madrid, en un concierto homenaje al periodista radiofónico Juan de Pablos. Allí, ni siquiera actuó con Family, sino que lo hizo el vocalista junto a Teresa Iturrioz (por entonces bajista del grupo Le Mans) en un dúo formado solo para aquella noche y que bautizaron como Eternamática. Al parecer, Family no tocaron porque ya estaban disueltos en aquel momento. El mito, aunque casi nadie lo sabía, comenzó con un disco póstumo.
¿Un grupo de los noventa o un grupo de los ochenta?
La historia de Family se retrotrae hasta comienzos de los ochenta en San Sebastián. Primero se llamaron La Insidia y fue su proyecto más longevo: duraron casi toda la década y eran venerados por muchos músicos de la escena local, germen de lo que luego se denominó Sonido Donosti. Este movimiento, cuyos otros bastiones fueron Aventuras de Kirlian (luego reconvertidos en Le Mans) y La Buena Vida se caracterizaba por un gusto sofisticado y planteamientos artísticos formalmente austeros, de pulsión naif, textos sencillos en torno a lo cotidiano y actitud, para algunos esnob y para otros simplemente desapegada de cualquier atisbo de estrellato pop.
La Insidia no llegaron a grabar ningún disco, como tampoco lo haría la siguiente encarnación de Javier e Iñaki, El Joven Lagarto, de breve existencia (1989-1990). Aquel sí fue el verdadero germen de Family, pues en sus maquetas ya aparecían las que iban a ser las canciones de su siguiente, y definitivo proyecto. Aquellas demos también comenzaron a llamar la atención fuera de la escena local cuando llegaron al incipiente sello Elefant Records, también a manos del antes citado Juan de Pablos, el primero que las hizo sonar a nivel nacional en su programa de Radio 3 Flor de pasión.
Pero los primeros impulsores reales de Family en la capital fueron los responsables de un fanzine indie denominado Stamp. “Nos los presentaron Ibon Errazkin y Teresa Iturrioz cuando contactamos con su grupo, Aventuras de Kirlian, a mediados de los ochenta″, recuerda Miguel Stamp, uno de los responsables del fanzine. “Buscábamos grupos que se ajustaran a nuestro concepto de sonido indi bherdadero (sic): sencillos, cándidos, con propuestas interesantes y sin pretensiones. También éramos muy fans de Pet Shop Boys y, claro, descubrir en aquellos momentos a un dúo electrónico de pop elegante fue para nosotros una revelación. Desde el primer momento, Iñaki fue nuestro Chris Lowe y Javier nuestro Neil Tennant . Tocaron por primera vez en una de nuestras fiestas y sus canciones formaron parte de nuestra banda sonora”.
El periodista César Prieto, especialista en el grupo y autor del artículo más amplio publicado sobre el mismo, en la revista Cuadernos Efe Eme, afirma que, hasta donde él sabe, Family solo actuaron en directo tres veces en su vida, todas ellas en Madrid, siempre como invitados de otros grupos y antes de publicar su álbum, entre 1991 y 1993. Además del de la fiesta Stamp, en la sala Siroco, en la presentación de El signo de la cruz, la versión de Décima Víctima que sacaron con Fangoria, y otro de teloneros de Alaska y Nacho Canut en el Morocco.
“No creo que haya más. Si hicieron, que no sería descartable en petit comité, fue en Donosti”, apunta Prieto. Hay división de opiniones sobre aquellos conciertos entre quienes acudieron. Algunos sostienen que su excesiva timidez lastraba las canciones y que les eclipsaron sus compañeros de escenario, o que en las actuaciones con Fangoria el público, mayoritariamente en busca de petardeo, no les hizo caso. Pero Miguel Stamp destaca los preciosos visuales que Aramburu había elaborado para acompañar a aquel último concierto, y que sus directos eran “preciosos, muy sencillos. Las canciones son tan bonitas que no necesitan mucho adorno para que te atrapen en cuerpo y alma, y ellos dos eran muy elegantes sobre el escenario”
En la Disneylandia de Fangoria
El papel de Fangoria es muy importante en esta historia. En el primer concierto de Family, en la citada fiesta de Stamp, el dúo repartió maquetas entre quien las pedía. Aquella cinta, también conocida como la maqueta plateada y titulada con su fecha de grabación, Octubre 1991, llegó a manos de Alaska y Nacho Canut, que se enamoraron de su música y decidieron apadrinarlos. En 1992, les invitaron a grabar el citado single conjunto, con el tema de Décima Víctima en la cara A y una versión de Sentimental de Family a cargo de Fangoria en la B. Posteriormente, les cedieron sus estudios Vulcano para grabar su álbum, en abril de 1993, tras firmar el acuerdo con Elefant para su edición. Un año después, Un soplo en el corazón vio la luz.
“La veneración no vino de inmediato, fue tres o cuatro años después cuando una generación de grupos dijeron que se sentían sus herederos y los encumbraron como referente, a lo que ayudó el carácter de misterio de todo lo que rodea al grupo”, sostiene César Prieto. “Sus canciones conectaron con una época y marcaron un estilo que pocos pudieron seguir, y los que lo intentaron, fracasaron del todo. Pasa un poco como con otros álbumes venerados, salvando las distancias, como el de Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán o el de Veneno. Ni siquiera el mismo Kiko Veneno pudo repetir nada igual. Son discos que salieron casi de una experiencia mística”.
El sello Elefant también ha mantenido viva la llama con una constante política de reediciones: han comercializado hasta cuatro diferentes (en LP o en CD formato digipack) sin alterar ni un segundo de la música ni una coma del diseño, además de editar en vinilo su maqueta de 1991 (en 2015, con el título de Casete) y dos discos de homenaje. El más notorio, el que distribuyó junto a la revista Rockdelux en 2004, con sus canciones reinterpretadas por pesos pesados del indie español del momento, como Los Planetas, Chucho, La Casa Azul, Astrud, La Buena Vida, Nosoträsh, Parade o los propios Fangoria. Según Luis Calvo, responsable del sello, Un soplo en el corazón se ha vendido muy bien, de forma sostenida, durante estos 30 años. Incluso se hicieron ligeramente famosas en la escena indie unas camisetas con el eslogan “Family, ¡volved ya!”
Chicos tímidos bajo la influencia
Uno de los artistas que intervinieron en aquel primer CD de homenaje fue el vigués Marco Maril (Apenino), para quien la influencia de Family fue fundamental a la hora de animarle a desarrollar su propio proyecto artístico. “Un soplo en el corazón abrió la puerta de un armario en el que había grupos como nosotros, que no nos sentíamos tan cómodos en el pop de guitarras sucias y a la hora de expresarnos preferíamos una caja de ritmos y sintetizadores”. A finales de los noventa, en compañía de Xavi Font, Maril creó el dúo Dar Ful Ful, que en 2001 grabó en Donosti su único álbum, El artista adolescente, con diseño de Javier Aramburu.
“Creíamos que allí entenderían lo que queríamos hacer. Además, en San Sebastián estaban la mayoría de personas que queríamos que colaboraran en el disco, como Joserra Semperena e Irantzu Valencia. Nos sentimos muy bien acogidos por toda la gente de La Buena Vida, por el propio Javier...”.
Pero, en torno a la influencia de Family, hay cierta controversia. Según Carrillo, “su sencillo pop electrónico con fundamento fue un generador de copias, generalmente mal dispuestas, o sin el mismo grado de inspiración, entre muchos grupos indies asociados al tontipop; lacra que, injustamente, acabó levantando un muro de sospechas sobre la propia obra de Family; un auténtico modelo original que surgió de la nada para golpearnos desde la sencillez y la nula ironía o cinismo”.
Algunos de los influidos, sin embargo, se apropian de los términos peyorativos y los esgrimen como bandera con bastante ingenio. “Suena mi canción, estalla el party/ Dios bendiga el tontipop/ Dios bendiga a Family”, canta el trío Cariño en su adaptación de Llorando en la limo de C. Tangana. “Ese tipo de pop con ese tipo de mensaje me ha influido mucho, porque ellos hablan de cosas que no se suelen mencionar en las canciones. Family son grandes referentes como letristas, con unos textos más complejos de lo que parecen”, afirma su vocalista, María Talaverano.
La estrategia del misterio
J., vocalista de Los Planetas, afirma que el mito que rodea al disco de Family es análogo al de la película Arrebato, de Iván Zulueta, otro donostiarra que se ocultó del mundo y no volvió a rodar ningún largometraje después de aquella obra de culto. Lo cierto es que el mutismo de los componentes de Family ha agrandado su leyenda, algo incluso más patente en el caso de Iñaki Gametxogoikoetxea, quien desapareció por completo de la vida pública tras la grabación del disco y de quien nadie sabe nada. En cuanto a Javier Aramburu, dejó de hacer música pero se consolidó como uno de los diseñadores de discos y carteles más renombrados del pop español, especialmente gracias a sus portadas para Los Planetas, La Buena Vida, Le Mans o Single, aunque su obra es mucho más amplia.
Pese a ello, siempre fue elusivo a mostrarse. En 2012, cuando se estrenó en una pequeña galería de Madrid su Primera Exposición (presentada con este título) había varios autorretratos suyos, pero él no estuvo presente. Su amiga –y modelo habitual en sus retratos– Teresa Iturrioz era quien ejercía de anfitriona para las visitas. El artista, en estas tres décadas, se ha mantenido siempre fiel a la idea de no conceder ni una sola entrevista para hablar de su trabajo.
Sin embargo, quienes han tratado con él se deshacen unánimemente en elogios hacia su persona, al tiempo que no revelan demasiadas cosas para respetar la intimidad que tan férreamente él ha querido preservar. J. relató en su momento que ambos hablaban con frecuencia y que el ex Family solía hacerle comentarios muy interesantes sobre su música. Algo similar cuenta Marco Maril. “A partir de El artista adolescente, Javier se convirtió en una persona importantísma para mi y para mi trabajo, y seguimos colaborando cuando inicié Apenino. Uno de los momentos que más disfrutaba en el proceso de publicación de mis discos era ese momento en que me ponía en contacto con él y las conversaciones que manteníamos, que siempre eran muy especiales y en las que hablábamos de un montón de cosas”, recuerda.
“Es un tipo educado en modales antiguos que ha creado un legendario misterio a su alrededor como solo los personajes carismáticos son capaces de crear y mantener, gracias a su discreción personal y dosificación de los encargos aceptados”, afirma Santi Carrillo. “Tanto Javier como Iñaki siempre fueron encantadores. Nunca iban de nada y nos alucinaba que vinieran desde tan lejos para acudir a nuestras fiestas y nunca pusieron pegas ni exigencias ni nada por el estilo”, apunta Miguel Stamp.
En el terreno de la especulación se queda la respuesta a la pregunta del millón. ¿Por qué Family nunca volvieron a hacer música? Se sabe que hubo un intento o, al menos, una idea. En una ocasión, Javier Aramburu le tocó en acústico a Luis Calvo algunas canciones de lo que iba a ser un disco conceptual sobre un astronauta perdido en el espacio, pero aquello nunca se concretó. “Imagino que ambos tenían una vida personal y profesional al margen del grupo y que tuvieron que elegir una cosa u otra y, evidentemente, eligieron la opción B, mientras veían que el mito y el misterio aumentaba alrededor de ese único disco”, aventura Miguel Stamp. “Puede que todo ello les diera un poco de vértigo para lanzarse a crear algo que, en, cierta manera, pudiera igualar o incluso superar lo que ya habían hecho y que, con el paso del tiempo, les entrara la pereza y decidieran que lo mejor era no intentarlo para que ese único disco se quedara como una pieza de arte única”. Desde luego, una vez impresa la leyenda, ¿para qué estropearla con otra realidad?
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