Adam Nourou: cómo protagonizar una película casi sin querer y acabar nominado al Goya
Este francés de 18 años opta al premio a mejor actor revelación por ‘Adú'. Su papel, un adolescente que atraviesa África para tratar de llegar a España en compañía de otro huérfano —el pequeño Adú—, podría convertirle en el primer intérprete negro que lo consigue
Entrevistar al jovencísimo Adam Nourou recién vista Adú (Salvador Calvo, 2020) resulta, como poco, desconcertante. Tras presenciar el contenido dolor que ha sabido imprimirle a Massar, su personaje en la película, encontrarse a un chaval risueño con aspecto de simpático pillo es lo último que se espera. Más si tenemos en cuenta que para Nourou, nacido en...
Entrevistar al jovencísimo Adam Nourou recién vista Adú (Salvador Calvo, 2020) resulta, como poco, desconcertante. Tras presenciar el contenido dolor que ha sabido imprimirle a Massar, su personaje en la película, encontrarse a un chaval risueño con aspecto de simpático pillo es lo último que se espera. Más si tenemos en cuenta que para Nourou, nacido en Francia hace 18 años, este papel no solo es su primer protagonista (en una película, bien es verdad, bastante coral), sino casi su primera aparición en un largometraje. Al inicio de la filmación, Nourou contaba con solo unos pocos días de rodaje a sus espaldas y un par de minutos en pantalla sumando sus brevísimas intervenciones en Turf (2013) y Toda tuya (2015).
Normal que el recuerdo que tenga de cuando le llamaron para embarcarse en esta aventura sea el de un adolescente al que todo le ha pillado por sorpresa. “Pasé un primer casting en París y salí pensando que no había funcionado. A las dos semanas llamaron a mi madre y ella me dijo que volviese a casa directo desde clase. ¡Pensé que me iban a castigar! Cuando llegué a casa, ahí estaban mi madre, mi padre y mis hermanos esperándome. Todos me miraban. Y yo pensando: ‘¿Qué habré hecho esta vez?’. Entonces, me anunciaron que tenía que ir a España al día siguiente para la selección definitiva. ¡Y yo que pensaba que me iban a echar la bronca! Después de eso, todo fue muy rápido: me cogieron y, de repente, estaba en un plató de rodaje...”.
Un rodaje en el que, añadamos dificultades, se hablaba español: “Me daba miedo encerrarme en una burbuja. Pero entre que los españoles sois muy fáciles y que yo siempre estoy de risas, la cosa fue bien”, dice Adam. Además, se localizaba casi en su totalidad en África: “Soy de origen comorense y he ido allí alguna vez con mis padres. Cuando llegué a Benín, los olores, el ambiente, todo era como en Comoras. No me sentí nada desplazado, ¡jugaba en casa! ¡Casi me sentí más fuera de lugar en España!”.
Adú cuenta tres historias independientes con un punto en común: la mirada a África. La más potente de ellas, la protagonizada por Nourou y su inesperado compañero de viaje, el pequeño Adú —interpretado por un inexperto y fabuloso Moustapha Oumarou—, narra la tragedia de dos chavales africanos intentando alcanzar Europa. “La primera vez que leí el guion me sentí muy presionado. ¿Estaba a la altura de interpretar algo así? No quería traicionar la historia y más sabiendo que Massar había existido realmente, pero también sentí cierto orgullo al pensar que quizás haciéndolo iba a abrir mentes y a mostrar una realidad al mundo. Creo que la mezcla de estas dos cosas ha dado un buen cóctel”.
También para Nourou esta película ha supuesto una toma de conciencia. “Desde pequeños, mis hermanos y yo hemos ido haciendo castings, rodajes, alguna sesión de fotos para anuncios... Pero ha sido con Adú cuando me he dado cuenta de que es esto lo que quiero hacer”.
Con un rodaje terminado y algún otro en marcha, un proyecto “muy gordo precisamente en España” del que aún no puede hablar y Will Smith como “gran referente”, Nourou puede ser premiado a sus 18 años con el Goya a mejor actor revelación. Una categoría en la que aparece otro actor negro, Matías Janick, originario de Guinea Ecuatorial, por Historias lamentables, de Javier Fesser. Si uno de los dos se hiciera con el galardón sería el primer actor de color en lograr un Goya. Nunca ha habido mucho espacio para ellos en el cine español. No fue hasta 1997, cuando Emilio Buale fue el primer y único candidato al mismo premio por Bwana, el filme de Imanol Uribe que había ganado la Concha de Oro en San Sebastián. “Os voy a hacer una confidencia. Durante el rodaje de Adú, una noche fuimos todos juntos a comer y, aprovechando la ocasión, le pedí a uno del equipo que hablaba francés que me presentara a todos, ya que había algunos a los que aún no conocía. Y me fue diciendo: ‘Pues este es el jefe de sonido, este es el jefe de tal, el jefe de cual... Y este’, señalando a Luis Tosar, ‘no hace falta que te lo presente, sabes perfectamente quién es’. Y yo le dije: ‘¡No!’. Como nunca había coincidido con él rodando y es tan sencillo y tan normal, ¡pensaba que era uno de sonido! Me dijeron que era uno de los actores españoles más importantes y que había ganado un montón de goyas. Lo primero que hice fue googlear ‘Goya’. Así que cuando me enteré de que yo estaba nominado, pensé que se trataba de un error. Para mí ya es una victoria personal, pero ¡ojalá gane!”.
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