Una oleada de protestas callejeras amenaza al Gobierno tailandés
La oposición a la primera ministra Yingluck Shinawatra toma el ministerio de Finanzas y pide la caída del Ejecutivo
Alrededor de 100.000 personas (180.000, según los organizadores) salieron este lunes a las calles de Bangkok, la capital de Tailandia, para pedir por segundo día consecutivo la dimisión del Gobierno de Yingluck Shinawatra. Entre gritos de "¡Fuera!", alrededor de 1.000 manifestantes asaltaron el edificio del ministerio de Finanzas bajo la atenta mirada de los antidisturbios. Horas más tarde, tomaron el ministerio de Exteriores, mientras que el líder de los manifestantes, Suthep Thaugsuban, ha afirmado que "mañana [por el martes] tomaremos todos los ministerios". La primera ministra se enfrenta este martes a una moción de censura en el Parlamento, donde su formación, el Partido para los Tailandeses, tiene una ligera mayoría. Shinawatra ha denunciado la ocupación de edificios públicos como "dañina para la imagen del país" y ha afirmado que "no tiene intención de dimitir o disolver el Parlamento".
La primera ministra ha ampliado este lunes la Ley de Seguridad Interior para cubrir más zonas de Bangkok, Nonthaburi, justo al norte, y distritos hacia el este, entre ellos en el que se encuentra el principal aeropuerto de la capital. En un discurso televisado a la nación ante las protestas antigubernamentales, Yingluck ha explicado que ha tomado la decisión "por los acontecimientos en curso". La ley permite a las autoridades imponer toque de queda, operar puestos de control, restringir movimientos de protesta y actuar de forma rápida si las manifestaciones se descontrolan.
Tailandia lleva casi una década de conflicto abierto entre partidarios y detractores del hermano de la primera ministra, Thaksin Shinawatra. Magnate de las telecomunicaciones convertido en político, se granjeó las simpatías de gran parte de la población tailandesa, especialmente entre los más humildes, por sus políticas sociales. No obstante, las acusaciones de corrupción contra su Ejecutivo le ganaron la enemistad de las clases medias de la capital, Bangkok, así como de sectores del Ejército, que derrocaron al entonces primer ministro en 2006. A pesar de que hoy Shinawatra está exiliado en Dubái, amplios sectores de la sociedad tailandesa consideran que sigue manteniendo el control de su partido, en el poder desde 2011, a través de su hermana.
La división social entre partidarios y detractores de los Shinawatra se ha extendido a las calles, con los "rojos" (partidarios de la primera ministra y de su hermano) y "amarillos" (opositores) saliendo a protestar regularmente. La elección del amarillo por los opositores no es casual: el amarillo es el color de la monarquía tailandesa, nominalmente sagrada. Regularmente, los contrarios a los Shinawatra acusan al exprimer ministro de intentar minar a la monarquía, una acusación gravísima en un país donde la lesa majestad está penada con la cárcel. El rey Bhumibol Adulyadej, de 85 años, dio su aprobación tácita al golpe de Estado de 2006.
La presente crisis empezó hace dos meses, cuando el Gobierno de la primera ministra presentó un proyecto de ley de amnistía que permitiría el regreso del expresidente sin que tuviera que cumplir la pena de cárcel por corrupción a la que fue condenado en 2008. Esto desató una oleada de manifestaciones en contra de los Shinawatra. A pesar de que la presión popular obligó al Ejecutivo a dar marcha atrás, las presiones siguen, encabezadas por el principal partido de la oposición, el Democrático. Las protestas recuerdan a las que precedieron al golpe de 2006: uno de los gritos de guerra de los manifestantes es "Fuera Thaksin, el Ejército está con nosotros". Tailandia ha vivido 18 golpes de Estado desde 1932.
A pesar de que la economía tailandesa está en una buena situación (el PIB creció en 2012 un 6,4%, la mayor tasa de la región después de Filipinas), la inestabilidad política puede poner aún más en riesgo al Gobierno de Shinawatra. El baht, la moneda nacional, se ha desplomado frente al dólar, y este lunes los gestores del Banco Nacional Agrícola han alertado que la emisión de bonos por valor de 75.000 millones de bahts (1.733 millones de euros) para comprar arroz puede no completarse. Sin ese dinero, el Ejecutivo no podrá intervenir para mantener el precio del principal producto agrícola de Tailandia. Los pequeños agricultores son uno de los pilares que sostienen al Gobierno de Shinawatra.
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