La UE endurece las condiciones para conceder otra prórroga del Brexit
Macron advierte que el aplazamiento no será automático y Barnier exige elecciones generales o un segundo referéndum
Serio toque de atención a Londres. La prórroga larga del Brexit, en caso de que el Parlamento británico no apruebe el acuerdo de salida antes del 12 de abril, no está garantizada ni será automática. Y las condiciones para concederla han empezado a endurecerse este martes y ya no incluyen solo la obligación de participar en las elecciones europeas de mayo, sino también el compromiso de superar el bloqueo actual con unas elecciones generales, un segundo referéndum o un pacto entre Gobierno y oposición para un Brexit suavísimo a corto plazo.
El presidente francés, Emmanuel Macron, que encabeza al grupo de países dispuestos a afrontar una ruptura sin acuerdo si Londres no se aclara, ha advertido que “una prórroga larga del Brexit, que implique la participación del Reino Unido en las elecciones europeas y en las instituciones comunitarias, no tiene nada de evidente ni de automática”.
Tras reunirse con el primer ministro irlandés, Leo Varadkar en París, Macron ha añadido que “si el Reino Unido no encuentra una solución que cuente con el apoyo de la mayoría [de su Parlamento], habrá de facto elegido por sí mismo la salida sin acuerdo. Nosotros no podemos evitar un fracaso en su nombre”.
La dura posición de París contrasta con la del Gobierno de Angela Merkel. Berlín preferiría parar el reloj del Brexit durante un plazo largo (de entre nueve y 24 meses) para dar tiempo a que el Reino Unido zanjesucrisis política, que ya tiene alcance constitucional. Ese tiempo muerto solo exigiría que Londres organizase las elecciones al Parlamento Europeo (entre el 23 y el 26 de mayo), sin concretar otras condiciones.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, también milita entre los partidarios de mantener abiertas todas las posibilidades hasta el último momento. Y este martes, después de que Macron elevase el listón a Londres, Tusk ha pedido calma. "Incluso si no sabemos cuál será el resultado final, seamos pacientes", ha tuiteado el presidente del Consejo.
Pero en la cumbre europea del pasado 21 de marzo, Macron ya impuso la línea dura y forzó el plazo del 12 de abril (fecha límite para organizar las elecciones europeas) para obligar a Londres a aclarar cuanto antes sus intenciones o afrontar un Brexit a las bravas. Bruselas aceptaría prolongar brevemente ese plazo si el Parlamento británico aprueba el acuerdo antes de la cumbre de emergencia fijada para el 10 de abril. Pero dada la escasa probabilidad de ese resultado, Macron vuelve a elevar el listón para conceder una prórroga larga que comportaría mantener dentro del club y con pleno derecho a un socio que tiene la voluntad manifiesta de marcharse.
El negociador jefe del Brexit, Michel Barnier, también ha advertido en Bruselas que la prórroga larga puede acarrear graves consecuencias para la actividad de la Unión Europea y ha señalado que si Londres la solicita deberá aportar “una justificación sólida”.
Barnier solo ve tres posibles escenarios que justificarían la prolongación: unas elecciones generales (que se pueden celebrar en cuestión de semanas), un segundo referéndum (cuya preparación podría necesitar entre 21 y 24 meses) o un acuerdo entre Gobierno y oposición para aprobar el acuerdo de salida actual con el compromiso de negociar después la continuidad del Reino Unido en la unión aduanera europea.
Choque con la estrategia de May
Los tres escenarios suponen un vuelco radical a la estrategia seguida hasta ahora por el Ejecutivo de Theresa May. Y colocan a la primera ministra británica entre la espada de un drástico giro a sus planes y el precipicio de un Brexit sin acuerdo. "No podemos dedicarnos los próximos meses a seguir arreglando las condiciones del divorcio y a saldar el pasado", ha indicado Macron con evidente hastío de un proceso que ha consumido dos años de tiempo, recursos y energía en la UE.
Este mismo martes, May ha dado señal de que está dispuesta a variar la estrategia seguida hasta ahora y ha anunciado que buscará un acuerdo con el líder de la oposición laborista, Jeremy Corbyn, para intentar salvar el acuerdo de salida. Bruselas lleva meses sugiriendo a la primera ministra la necesidad de buscar un pacto transversal en el Parlamento, pero May se resistía a hacerlo. A la vista del bloqueo y de las duras advertencias de la UE sobre el riesgo de un Brexit brutal, la inquilina de Downing Street empieza a cedeer.
El endurecimiento del tono comunitario se produce al día siguiente de una nueva ronda de votaciones en la Cámara de los Comunes que arrojó otra tanda de rechazos a todas las posibilidades del Brexit planteadas. “Lo que es más llamativo y decepcionante es que en la Cámara de los Comunes solo hay mayorías negativas y ninguna mayoría positiva”, ha lamentado Barnier durante una comparecencia ante la Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento Europeo.
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ya había advertido, incluso antes de la última votación, que la paciencia de Europa “se está agotando”. Barnier ha añadido que “estamos en un momento muy grave” y ha insistido en que cada día que pasa “la salida sin acuerdo es más probable”.
El negociador europeo ha advertido que la ruptura brutal tendría “muchas consecuencias”. Y ha resaltado el impacto en el área de seguridad, con un previsible detrimento de la colaboración entre los servicios de inteligencia del Reino Unido y los de los países de la UE.
“No habrá un marco organizado” para mantener la colaboración, ha advertido Barnier. Y ha alertado del riesgo de que un Brexit sin acuerdo acabe derivando en “divergencias geoestratégicas” entre Londres y Bruselas que podrían acabar colocando al Reino Unido y a Europa en posiciones dispares en conflictos internacionales con otros territorios.
Barnier también ha advertido al Reino Unido que si se marchan a las bravas, la negociación de una futura relación será aún más complicada. Y que como paso previo a la apertura de esa negociación, Bruselas exigiría el cumplimiento de los tres puntos recogidos en el acuerdo de salida: reconocimiento de los derechos de los ciudadanos europeos residentes en el Reino Unido, saldar las cuentas pendientes (una factura de casi 50.000 millones de euros para Londres) y garantizar la ausencia de frontera dura entre Irlanda e Irlanda del Norte.
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