EE UU golpea a una milicia vinculada a Irán tras la muerte de tres soldados de su coalición

La operación militar alcanza instalaciones del grupo chií Kataeb Hezbolá en varios puntos de Irak

Imagen de archivo de milicianos de un grupo chií iraquí, en un puesto de la provincia de Al Anbar.AHMAD AL-RUBAYE (AFP)

Estados Unidos ha bombardeado este viernes posiciones de la milicia iraquí a la que responsabiliza del ataque que la víspera mató a tres soldados de la coalición internacional en la base de Taji. Se trata de un mensaje a Irán, patrocinador de Kataeb Hezbolá y otros grupos armados chiíes. Sin embargo, corre el peligro de alentar una nueva ola de antiamericanismo entre los iraquíes que ven su país convertido una vez más en ...

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Estados Unidos ha bombardeado este viernes posiciones de la milicia iraquí a la que responsabiliza del ataque que la víspera mató a tres soldados de la coalición internacional en la base de Taji. Se trata de un mensaje a Irán, patrocinador de Kataeb Hezbolá y otros grupos armados chiíes. Sin embargo, corre el peligro de alentar una nueva ola de antiamericanismo entre los iraquíes que ven su país convertido una vez más en el campo de batalla de Washington y Teherán. El Gobierno de Irak ha condenado la incursión que ha matado a seis de sus ciudadanos.

“Es un claro mensaje de que EE UU no va a tolerar ataques iraníes indirectos con armas facilitadas por Irán”, ha declarado el general Kenneth MacKenzie, jefe del Mando Central (CENTCOM, del que depende la operación en Irak) durante una comparecencia ante la prensa. Mackenzie también ha dicho que consultaron con Irak antes del ataque. “Sabían que la respuesta estaba de camino”, ha asegurado.

Pero los iraquíes no lo ven igual. Tanto las autoridades civiles como militares han condenado la operación de represalia como una violación de su soberanía. El Ministerio de Exteriores ha convocado con motivo de “la agresión americana” a los embajadores de Estados Unidos y el Reino Unido, países de origen de los tres muertos en el ataque del miércoles por la noche.

“El pretexto de que se trata de una respuesta a la agresión contra la base de Taji es un falso pretexto que sólo lleva a la escalada y no facilita una solución”, asegura el comunicado emitido por el Mando Conjunto de Operaciones iraquí. Según su recuento, el bombardeo ha matado a tres soldados, dos policías y un civil, y herido a otras 12 personas, además de destruir infraestructura, armas y equipos militares.

El Departamento de Defensa de EE UU, por su parte, ha manifestado que sus aviones bombardearon “cinco centros de almacenamiento de armas” de Kataeb Hezbolá y redujeron “de forma significativa su capacidad para llevar a cabo futuros ataques contra las fuerzas de la coalición”.

El problema es que Irak ha integrado en sus Fuerzas Armadas al abanico de milicias, mayoritariamente chiíes, que ayudaron a combatir al Estado Islámico (ISIS) entre 2014 y 2017 bajo la etiqueta de Fuerzas de Movilización Popular (FMP). No obstante, algunos de esos grupos han seguido manteniendo una cadena de mando paralela y, debido al respaldo de Irán, tienen acceso a un suministro de armas independiente. Además, sus brazos políticos cuasi monopolizan el poder del Estado, lo que frena los llamamientos a su disolución.

Eso ha permitido que Irán, sometido a la política de máxima tensión de la Administración Trump, haya recurrido a esas milicias para soliviantar a Estados Unidos. Es un juego peligroso que a principios de año estuvo a punto de llevar a ambos a un enfrentamiento directo cuando Washington respondió con el asesinato del general Qasem Soleimani a la muerte de un contratista civil estadounidense en uno de esos ataques de desgaste. Junto a Soleimani murió también su mano derecha en Irak, Abu Mahdi al Mohandes, fundador de Kataeb Hezbolá, que EE UU calificó de organización terrorista durante la ocupación por atentar contra sus tropas.

Irán no ha desaprovechado la ocasión para, por boca de su portavoz de Exteriores, recomendar al presidente Donald Trump que culpe de los ataques a la “presencia y comportamiento” de sus fuerzas y las de la coalición. Las fuerzas estadounidenses se retiraron de Irak en 2011, aunque volvieron tres años después a petición del Gobierno de Bagdad para combatir al ISIS. Hay unos 5.000 soldados norteamericanos como parte de la coalición internacional antiyihadista que nominalmente integran 82 países, entre ellos España, y que sobre todo se dedican a la formación y apoyo del Ejército iraquí. Sin embargo, según éste, el último bombardeo va en contra de “cualquier acuerdo” de la coalición.

Tras el asesinato de Soleimani, el Parlamento aprobó una resolución pidiendo la retirada de las tropas extranjeras. La nueva represalia puede reforzar esa exigencia. Más allá de la innegable influencia iraní en la decisión, que sólo respaldaron los diputados chiíes en ausencia de suníes y kurdos, la realidad es que los iraquíes ven con creciente temor el enfrentamiento en su país entre la gran potencia y la potencia regional.

“Con los ataques a EE UU, las milicias chiíes están ganando apoyo y legitimidad”, advierte en un artículo el analista de seguridad Brian M. Downing, convencido de que las represalias incrementan el sentimiento antiamericano. “Las milicias dan la impresión de actuar en el interés nacional frente a una potencia detestada cuya presencia se siente que ya no se necesita”, añade.

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