El juez Moro dimite como ministro de Justicia por las injerencias de Bolsonaro
El presidente critica “las acusaciones sin fundamento” y niega haber pedido blindar a su familia de las investigaciones
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, pierde la pieza más valiosa de su Gobierno. El juez Sergio Moro, de 47 años, que convirtió la lucha contra la corrupción en su bandera, ha dimitido este viernes como ministro de Justicia con duras acusaciones de “injerencias políticas” contra Bolsonaro. En respuesta a lo sucedido, el presidente ha asegurado la tarde de este viernes que le garantizó a Moro la autonomía de las dependencias bajo su poder, entre ellas, la Policía Federal, “pero autonomía no es sinónimo de soberanía”. El mandatario ha criticado “las acusaciones sin fundamento” y ha negado ad...
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, pierde la pieza más valiosa de su Gobierno. El juez Sergio Moro, de 47 años, que convirtió la lucha contra la corrupción en su bandera, ha dimitido este viernes como ministro de Justicia con duras acusaciones de “injerencias políticas” contra Bolsonaro. En respuesta a lo sucedido, el presidente ha asegurado la tarde de este viernes que le garantizó a Moro la autonomía de las dependencias bajo su poder, entre ellas, la Policía Federal, “pero autonomía no es sinónimo de soberanía”. El mandatario ha criticado “las acusaciones sin fundamento” y ha negado además haber pedido blindar a su familia de las investigaciones policiales. La salida del ministro más popular, que conmocionó al país, agrava la debilidad del ultraderechista en plena pandemia. Es el momento más delicado de Bolsonaro en sus 16 meses en el poder.
Brasil inaugura una fase política con esta renuncia. “El presidente quería a alguien [de director de la Policía Federal] a quien pudiese llamar, pedirle informaciones, informes de inteligencia”, reveló el magistrado que tras liderar las investigaciones del caso Lava Jato aceptó acompañar a Bolsonaro en el poder. Esas interferencias eran inaceptables porque son “una violación de la promesa de que tendría carta blanca”. El juez era considerado uno de los pilares del Gobierno forjado por el militar retirado, que llegó a la presidencia con las promesas de acabar con los corruptos, reactivar la economía y reducir la violencia. Objetivos cada vez más lejanos. Para muchos brasileños, él personificaba la garantía de que Bolsonaro seguiría la cruzada anticorrupción.
El discurso sonó a despedida y a programa político. Moro defendió su integridad personal, los logros en la lucha contra la corrupción y la violencia, el Estado de Derecho y la autonomía de las instituciones fiscalizadoras. Destacó que aceptó ser ministro de Bolsonaro para “profundizar en el combate a la corrupción”, un compromiso quebrado por un presidente preocupado por las investigaciones policiales y judiciales que acechan a dos de sus hijos.
Con varias referencias a la crisis del coronavirus, Moro dejó claro que la considera un asunto grave que merece toda la atención de los gobernantes: “Busqué una solución para evitar una crisis política en plena pandemia”.
El ministro saliente incluso subrayó que ni siquiera los Gobiernos del Partido de los Trabajadores, al que no mencionó, interfirieron con la autonomía de jueces y policías que investigaban los escándalos en su seno. Bolsonaro anunció en un tuit que comparecería para “restablecer la verdad” sobre la dimisión del juez.
Una atónita Brasil asistió así al duro intercambio de acusaciones y golpes bajos entre el presidente y Moro. Rodeado de sus ministros como una muestra del apoyo ante la crisis política, Bolsonaro ha dicho la tarde de este viernes que la decisión de remover al jefe de la policía fue una resolución tomada en conjunto con el juez. En su discurso, ha presentado a Moro como un ególatra oportunista que ha puesto en duda su autoridad y ha negado cualquier interferencia: “Nunca pedí blindar a nadie de mi familia (de investigaciones), nunca haría eso”. Pese a eso, el jefe del Ejecutivo ha asegurado estar “muy triste” por la dimisión. “Él era un ídolo. Sabía que no sería fácil. Una cosa es admirar a alguien, otra es vivir con ellos. Hoy conocí a esa persona comprometida consigo misma, con su ego y no con Brasil”. Y ha agregado que será “una tarea difícil” encontrar un reemplazo “comprometido con el futuro” del país.
Moro había amenazado ya el jueves con dimitir si Bolsonaro destituía al jefe de la Policía Federal, al que conoce de los tiempos de la operación anticorrupción Lava Jato y al que eligió. El cese fue consumado durante la madrugada. Moro contó que solo lo supo cuando fue publicado en el Diario Oficial de la Unión. El ministro y el presidente habían tenido varios enfrentamientos en los últimos meses. Tras ir acumulando motivos para abandonar el Gabinete, este ha sido el detonante. Al juez le han disgustado en los últimos días varios asuntos, incluido que Bolsonaro buscara apoyo político de diputados condenados en algunos de los escándalos de corrupción que lo convirtieron en un héroe nacional y que han llevado a la cárcel a figuras destacadas de la clase política y empresarial latinoamericana —entre ellos, al expresidente Lula da Silva—.
La dimisión se produjo horas después de que Brasil confirmara una cifra récord de muertos por la epidemia de coronavirus y mientras la enfermedad se expande hacia el interior del país. La manera en la que el presidente aborda la pandemia, desoyendo reiteradamente las recomendaciones sanitarias e insistiendo en la reapertura de los negocios, también molesta a Moro. Brasil acumula 3.313 fallecidos por la covid-19, con 407 añadidos solo el jueves, y casi 50.000 contagios en un recuento que, según los especialistas, está muy por debajo de la magnitud real.
La vía de agua abierta por Moro es la más grave del Gobierno, pero no la única. Bolsonaro preside, desde que asumió el poder, un Gabinete en el que varias almas conviven como pueden. Los choques entre los sectores tecnócrata, militar e ideológico son frecuentes. Pero, además, en los últimos días el mandatario ha tenido enfrentamientos con el ministro de Salud, al que destituyó; con el de Economía, Paulo Guedes, el otro gran pilar de su Gobierno, y con los militares que se sientan en el Consejo de Ministros.
Discrepancias internas
La participación del presidente en un acto a favor de una intervención militar organizado por bolsonaristas incomodó al sector de su equipo que procede de las Fuerzas Armadas y ha originado la apertura de una investigación de la Fiscalía. Cuando esta semana el Gobierno presentó una especie de Plan Marshall para afrontar el coronavirus la ausencia del zar económico Guedes puso en evidencia las discrepancias sobre cómo afrontar la crisis socio-económica que ya ha llevado a Brasilia a pagar una renta mínima a decenas de millones de personas. Guedes, que se sumó al Gabinete con la misión de reducir el Estado al mínimo, se ve ahora en una coyuntura en la que se multiplican los partidarios de fuertes inyecciones de dinero público para evitar una hecatombe.
Bolsonaro ha perdido a dos ministros en una semana tras cesar al de Salud Luiz Henrique Mandetta, un médico partidario de las medidas de aislamiento que gracias a sus didácticas ruedas de prensa fue ganando popularidad. Pero el efecto de su salida es ínfimo comparado con el del juez. Con la pandemia, el aislamiento político de Bolsonaro ha aumentado. Frente a mandatarios de otros países que dejaron de minimizar la gravedad a medida que se acumulaban los casos, el brasileño vio cómo sus ministros más técnicos, incluido Moro, y los gobernadores se unían forjando un cierto consenso en torno a las cuarentenas para frenar la propagación.
El futuro del juez y exministro
Poco ha dicho Moro sobre su futuro más allá del inmediato. Tiene planes de descansar por un tiempo porque, ha explicado, no ha tenido prácticamente vacaciones desde que en 2014 asumió el caso Lava Jato y después el ministerio. Los efectos de esta dimisión son potencialmente enormes. Muchos ven en ella el principio del fin del mandato de Bolsonaro. Una señal importante será qué dice y qué hace el ministro de Economía, Paulo Guedes.
Moro no ha cumplido los 50 años, es ambicioso y desde que rompió su promesa de que no colgaría la toga para entrar en política, su nombre suena más fuerte como candidato a la presidencia. El mandato de Bolsonaro termina en 2022 (aunque hay municipales antes de final de año), pero las peticiones de impeachment se acumulan y también las exigencias de que dimita. Una muy clara este viernes del expresidente Fernando Henrique Cardoso, que ante las elecciones no lo consideró un peligro: “Es hora de hablar. El presidente está cavando su tumba. Que dimita antes de ser expulsado. Líbranos del coronavirus y del largo proceso de un impeachment”.