Anne Hidalgo: cómo reconquistar París en bicicleta
Su apuesta ecologista y una mezcla de suerte y perseverancia convierten a la actual alcaldesa en favorita
Cuando el presidente francés, Emmanuel Macron, examina a sus posibles rivales en 2022, uno de los lugares a los que mira es el Hôtel de Ville, el imponente edificio que alberga el Ayuntamiento de París, y a su inquilina desde 2014, Anne Hidalgo. “Si gana París, puede ser una candidata temible en las presidenciales”, dijo Macron hace un tiempo en una cena con parlamentarios de su partido.
La escena la cuenta la periodista Saveria Rojek en el libro ...
Cuando el presidente francés, Emmanuel Macron, examina a sus posibles rivales en 2022, uno de los lugares a los que mira es el Hôtel de Ville, el imponente edificio que alberga el Ayuntamiento de París, y a su inquilina desde 2014, Anne Hidalgo. “Si gana París, puede ser una candidata temible en las presidenciales”, dijo Macron hace un tiempo en una cena con parlamentarios de su partido.
La escena la cuenta la periodista Saveria Rojek en el libro Impitoyable. Mairie de Paris, la folle campagne qui a changé la politique (Despiadada. Ayuntamiento de París, la loca campaña que ha cambiado la política), recién publicado. Y refleja una realidad: esta hija de inmigrantes españoles, nacida en San Fernando (Cádiz) en 1959, puro producto de meritocracia francesa y la figura con más poder hoy del debilitado Partido Socialista (PS), es una de las pocas personalidades políticas capaces de inquietar al presidente.
Los sondeos le sonríen: tendría que ocurrir una sorpresa mayúscula hoy para que Hidalgo no derrotase a Rachida Dati, exministra de Justicia y candidata de Los Republicanos (LR). En la primera vuelta, el 15 de marzo, Hidalgo sacó un 29,3% de votos frente a un 22,7% de Dati. Agnès Buzyn, aspirante de La República en marcha (LREM), el partido de Macron, se clasificó para la segunda vuelta con un 17,3%. París —bastión macronista, donde el presidente sacó un 35% de votos en la primera vuelta de las presidenciales de 2017 y un 90% en la segunda— se prepara para reelegir a su alcaldesa socialista.
Hace dos años, era una regidora impopular, atacada por su estilo de gobierno y errores de gestión, objeto de las iras de muchos automovilistas por sus medidas probicicleta y de ciudadanos por la suciedad en las calles. El título de un libro crítico con ella, Notre Drame de Paris (Nuestro Drama de París), de los periodistas Airy Routier y Nadia Le Brun, resumía aquel espíritu.
Todo ha cambiado por una mezcla de suerte, fallos no forzados de sus adversarios y la capacidad de resistencia de Hidalgo. El partido de Macron se autodestruyó. Se presentaron dos candidatos salidos de sus filas, con lo que se dividió el voto. El candidato oficialista dimitió en febrero tras revelarse un vídeo sexual. A última hora y de manera improvisada, cuando el coronavirus ya llegaba a Francia, LREM tuvo que recurrir a la ministra de Sanidad, Agnès Buzyn, que nunca creyó en aquella campaña.
Con la epidemia, Hidalgo vio confirmada su agenda ecologista. Entre otras medidas, amplió en 50 kilómetros los carriles bici. El cierre al tráfico de la céntrica calle de Rivoli se ha convertido en el emblema de la nueva época, aunque la polución ha regresado al 80% de los niveles habituales tras la caída en el confinamiento.
París, donde socialistas, excomunistas y verdes ya gobiernan juntos, es un campo de pruebas para una posible gran coalición en toda Francia que abarcaría desde la izquierda pura y dura a la socialdemocracia. ¿Hidalgo, futura líder de la desorientada izquierda francesa? El salto del Hôtel de Ville al Elíseo tiene un precedente: Jacques Chirac. Cuando en 2017, EL PAÍS preguntó a Hidalgo si le gustaría ser presidenta, cortó en seco: “Soy alcaldesa de París”. La respuesta no ha variado.