La jornada más violenta de represión de las protestas por el golpe causa al menos 38 muertos en Myanmar
La policía dispara fuego real contra los manifestantes que protestan por el golpe de Estado en varias ciudades del país
“Todo irá bien”. Era el esperanzador mensaje que podía leerse en la camiseta de una joven de 19 años, Kyel Sin, que falleció este miércoles en Mandalay, la segunda mayor ciudad de Myanmar, tras recibir un disparo en la cabeza mientras protestaba contra el golpe de Estado que el pasado 1 de febrero truncó 10 años de transición democrática en el país del sudeste asiático. Al menos 38 personas murieron hoy mientras se manifestaban ...
“Todo irá bien”. Era el esperanzador mensaje que podía leerse en la camiseta de una joven de 19 años, Kyel Sin, que falleció este miércoles en Mandalay, la segunda mayor ciudad de Myanmar, tras recibir un disparo en la cabeza mientras protestaba contra el golpe de Estado que el pasado 1 de febrero truncó 10 años de transición democrática en el país del sudeste asiático. Al menos 38 personas murieron hoy mientras se manifestaban contra la asonada en esa y otras ciudades birmanas, según un cálculo de la ONU, y decenas resultaron heridas. La de este miércoles ha sido la jornada más violenta desde el golpe tras la del domingo, en la que fallecieran al menos 18 personas.
Las cifras de víctimas mortales de la represión han fluctuado a lo largo de la jornada. La Asociación de Asistencia para Presos Políticos en Myanmar hablaba de 18 muertos a manos de la policía, según un mensaje de Twitter de su portavoz, Ko Bo Kyi. La enviada especial de la ONU para Myanmar, Christine Schraner Burgener, elevó por la tarde el violento balance a 38, informó la agencia Reuters. Las imágenes de la joven Kyel Sin y el mensaje de su camiseta han circulado por las redes sociales y han sido publicadas por varios medios locales. Pese al aparente optimismo que se desprendía de su vestimenta, la joven también llevaba encima una etiqueta con su grupo sanguíneo, como acostumbran muchos manifestantes, y un aviso de que quería donar sus órganos si fallecía. “Ha sacrificado su vida para enseñarnos que hay esperanza. Esta revolución hay que ganarla. Nos aseguraremos de que tu muerte no sea en vano”, publicaba en Twitter un usuario birmano junto a retratos de la víctima. Un hombre de 37 años también murió en Mandalay este miércoles tras recibir un disparo en el pecho, según publicó el medio independiente Myanmar Now.
Las protestas en Mandalay, una de las ciudades más golpeadas por la represión del régimen militar –con al menos 10 fallecidos en total desde el inicio de las protestas hace casi un mes–, comenzaron el miércoles con cientos de profesores de escuela y estudiantes congregados en varias de sus calles. Un batallón de soldados y policías les lanzaron granadas aturdidoras y dispararon al aire para dispersarles.
Los ataques más violentos se registraron este miércoles en otra urbe, Monywa, situada unos 130 kilómetros al noroeste de Mandalay. Allí, cinco personas, cuatro hombres y una mujer, murieron durante las protestas. “Hemos confirmado con familiares y médicos que cinco personas han sido asesinadas”, señalaba una fuente citada por la agencia Reuters. “Al menos 30 manifestantes han resultado heridos, algunos todavía están inconscientes”, añadió la misma fuente.
Según testigos citados por Reuters, las fuerzas de seguridad fueron más agresivas que otros días en Monywa, disparando con armas de fuego, sin recurrir a cañones de agua o gases lacrimógenos como en protestas previas. “Dispararon gases lacrimógenos, balas de goma y munición real”, dijo un médico voluntario a la agencia France Presse. “No nos rociaron con cañones de agua, [no hubo] advertencia de que se dispersaran, simplemente dispararon sus armas”, añadió un manifestante. Decenas resultaron heridos, según medios locales.
En Myingyan, unos 100 kilómetros al sur de Mandalay, fallecía al menos un adolescente. “Se dirigieron hacia nosotros y dispararon gases lacrimógenos y granadas aturdidoras”, indicó a Reuters uno de los organizadores de las protestas, Si Thu Maung. Las fuerzas de seguridad también recurrieron a la violencia para enfrentarse a los manifestantes de Yangón, la principal ciudad del país, donde unas 300 personas fueron este miércoles detenidas, algunas apaleadas por la policía, como muestran unas imágenes en las que un grupo de médicos es brutalmente atacado por varios agentes.
En el centro de Yangón, los manifestantes desplegaron en el suelo imágenes con el rostro del líder de la junta militar, Min Aung Hlaing, en un intento de disuadir a las fuerzas de seguridad de que se acercaran, asumiendo que evitarían pisar el retrato de su comandante en jefe. “La mayoría de ciudades del país son como la plaza de Tiananmen [donde las fuerzas armadas chinas causaron una matanza de estudiantes que se manifestaban para exigir democracia en 1989]”, denunció en Twitter el cardenal Charles Maung Bo, arzobispo de Yangón.
Mientras tanto, desde el Vaticano, el papa Francisco abogó por el diálogo: “Aún me llegan noticias tristes desde Myanmar de sangrientos enfrentamientos con pérdida de vidas humanas. Deseo llamar la atención de las autoridades involucradas para que el diálogo prevalezca sobre la represión y la armonía sobre la discordia”, dijo Francisco tras la audiencia general celebrada sin fieles en el palacio pontificio.
Frustración
Los violentos episodios se producen un día después de que los ministros de Exteriores de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, por sus siglas en inglés) mantuvieran una reunión digital para tratar de persuadir a Myanmar, uno de sus miembros, de que abandone la vía de la violencia contra los manifestantes que protestan a diario contra el golpe de Estado del 1 de febrero. Después de las charlas, la ministra de Indonesia, Retno Marsudi, expresó su frustración ante la falta de cooperación de la Junta, representada en la cita por su jefe de la diplomacia, Wunna Maung Lwin.
La brutal respuesta de las fuerzas de seguridad el domingo y este miércoles ha causado al menos 56 muertos, a los que se suman varios más en manifestaciones anteriores. Además, el número de detenidos supera ya los 1.200, según la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos de Myanmar. Entre los arrestados están la líder de facto del Gobierno civil, Aung San Suu Kyi, y el presidente, Win Myint. Ambos están acusados de varios cargos que podrían acarrear sentencias de años de prisión. La Junta considera que las elecciones de noviembre, ganadas por la Liga Nacional para la Democracia (NLD, por sus siglas en inglés) de Suu Kyi, fueron fraudulentas, lo que utilizó de pretexto para llevar a cabo el golpe. El Reino Unido ha urgido al Consejo de Seguridad de la ONU a reunirse el viernes para discutir la situación de Myanmar ante la reciente escalada de violencia.