El Salvador de Bukele se convierte en un laboratorio de bitcoin
El país centroamericano se ha convertido en el primero del mundo en adoptar la criptomoneda como divisa oficial
Los ojos de los amantes de la tecnología de todo el mundo están puestos este martes en El Salvador. El pequeño país, de poco más de 6,4 millones de habitantes, se ha convertido en el primero del mundo en adoptar el bitcoin como moneda de curso legal, como estipula una ley que fue aprobada de manera exprés en junio pasado por el Parlamento, controlado por el partido del presidente Nayib Bukele, sin...
Los ojos de los amantes de la tecnología de todo el mundo están puestos este martes en El Salvador. El pequeño país, de poco más de 6,4 millones de habitantes, se ha convertido en el primero del mundo en adoptar el bitcoin como moneda de curso legal, como estipula una ley que fue aprobada de manera exprés en junio pasado por el Parlamento, controlado por el partido del presidente Nayib Bukele, sin dar muchas explicaciones a los salvadoreños. La decisión de legalizar la circulación de esa moneda, que junto al dólar estadounidense será la divisa oficial, se produjo hace tres meses, unos días después de que el mandatario anunciara su plan en una conferencia internacional sobre dinero virtual celebrada en Miami.
La bitcoinización de El Salvador ha arrancado con una caída del sistema y con grupos de salvadoreños manifestándose en contra de la implementación de la cibermoneda, mientras Bukele pedía paciencia para superar los problemas técnicos. “Mejor despacio y con buena letra”, escribió el mandatario en su cuenta de Twitter. “Como toda innovación, el proceso del bitcoin en El Salvador tiene una curva de aprendizaje. Todo camino hacia el futuro es así y no se logrará todo en un día, ni en un mes. Pero debemos romper los paradigmas del pasado. El Salvador tiene derecho a avanzar hacia el primer mundo”, había advertido el presidente el lunes.
Frente al entusiasmo con el que el Gobierno de Bukele ha promovido el uso de la moneda virtual, una medida muy bien acogida entre la comunidad geek (amantes de la tecnología) internacional, muchos salvadoreños ven con preocupación cómo su país se convertirá en un laboratorio mundial de la cibermoneda, con la incertidumbre que eso supone. Además, las reglas de funcionamiento no están del todo claras. El presidente dijo que el uso del bitcoin será opcional, pero en el texto de la ley se lee que “todo agente económico” está obligado a aceptarla “como forma de pago cuando así le sea ofrecido por quien adquiere un bien o servicio”.
Para poder usar el bitcoin, los salvadoreños deberán descargarse una cartera virtual denominada Chivo Wallet (Cartera Chivo, una palabra que en ese país se usa para describir algo “chévere” o “guay”). Con esa aplicación, los ciudadanos podrán sacar dólares de los 200 cajeros automáticos (’puntos Chivo’) que el Gobierno ha instalado en todo el país. Además, quienes se descarguen la aplicación en sus celulares recibirán un bono equivalente a 30 dólares en bitcoin, que no podrán convertir en dólares.
La ley indica, además, que el tipo de cambio entre esas dos monedas “será establecido libremente por el mercado”, lo que ha generado preocupación entre ciudadanos y expertos por la volatilidad de una moneda que no es de uso oficial en ningún otro país del mundo. Bukele sigue gozando de unos niveles de popularidad altísimos, por encima del 70%, pero la decisión de adoptar el bitcoin, que anunció en una conferencia en Miami y en inglés, ha generado las suspicacias dentro y fuera del país.
Varias encuestas publicadas en las últimas semanas muestran que la mayoría de la población rechaza la medida. Uno de los sondeos, del Instituto Universitario de Opinión Pública de la Universidad Centroamericana, indicaba que el 66,7% de los salvadoreños creía que la Ley bitcoin debía ser derogada. Además, el 78,3% de los ciudadanos dijo no estar interesado en descargar la aplicación Chivo Wallet, mientras que el 71,2% aseguró que prefería utilizar el dólar.
Por otra parte, distintos grupos de ciudadanos han salido a las calles en los últimos meses para pedir la derogación de una medida que consideran impuesta y que generará “inseguridad jurídica” y “podría ser utilizada para estafar a los usuarios y facilitar el lavado de dinero y activos”, como dijo Idalia Zúniga, del Bloque de Resistencia y Rebeldía Popular, en una de esas protestas.
Bukele argumenta que la adopción de la criptomoneda beneficiará económicamente a los salvadoreños, especialmente a quienes reciben remesas del extranjero. En agosto, el mandatario señaló que los ciudadanos de su país en el exterior pagan anualmente “400 millones de dólares en comisiones” para enviar dinero a sus familiares. “Solo ese ahorro será un beneficio enorme para nuestra gente (o al menos para quien así lo desee)”, escribió en su cuenta de Twitter.
Según fuentes oficiales, las remesas benefician a 1,63 millones de ciudadanos. Solo en 2020, los envíos de los salvadoreños en el exterior sumaron más de 5.900 millones de dólares (casi 5.000 millones de euros), lo que representa más del 20% del producto interior bruto del país. Y mientras que los salvadoreños que mandan y reciben remesas navegan en la incertidumbre sobre cómo será su uso, Bukele, que continúa recibiendo críticas de la comunidad internacional por sus golpes de autoritarismo, opta por achacar las críticas exclusivamente a sus rivales políticos.
“La oposición torpe siempre juega ajedrez de un paso. Han apostado todo a meterle miedo a la población sobre la Ley Bitcoin y puede que logren algo, pero solo hasta el 7 de septiembre. Una vez en vigencia, la gente verá los beneficios, quedarán como mentirosos y perderán doble”, escribió el mandatario a finales de agosto. Este lunes, en esa misma red social, comenzó a calentar el terreno con mensajes en los que anunciaba la compra de las primeras monedas de bitcoin; hasta ahora han adquirido 400, a un valor de mercado de 21 millones de dólares (17,8 millones de euros). Sin embargo, las primeras horas desde la puesta en marcha de la cibermoneda no parecen haber despejado las dudas de los salvadoreños sobre su uso ni la incertidumbre del mundo que sigue a la expectativa de cómo funcionará el experimento de Bukele.
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