Putin acusa a Occidente de incitar las tensiones con Ucrania y exige respuestas “inmediatas” a sus exigencias sobre la OTAN
El presidente ruso considera “positivo” el inicio en enero de conversaciones con Estados Unidos
La OTAN tiene culpa de todo, dice Vladímir Putin. De prometer no expandirse hacia Moscú y“engañar”, de sembrar sentimientos “anti-Rusia” y “lavar el cerebro a la población” de Ucrania. El presidente ruso ha acusado este jueves a Occidente de incitar las tensiones entre ambos países y de trabajar para que Rusia “se derrumbe desde dentro”. En su maratoniana rueda de prensa anual, Putin instó a Occidente a aceptar “inmediatamente” las demandas de Moscú, que exige a la OTAN garantías de que no admitirá a miembros de la antigua URSS (como Ucrania y Georgia) y frenará sus despliegues militares. En u...
La OTAN tiene culpa de todo, dice Vladímir Putin. De prometer no expandirse hacia Moscú y“engañar”, de sembrar sentimientos “anti-Rusia” y “lavar el cerebro a la población” de Ucrania. El presidente ruso ha acusado este jueves a Occidente de incitar las tensiones entre ambos países y de trabajar para que Rusia “se derrumbe desde dentro”. En su maratoniana rueda de prensa anual, Putin instó a Occidente a aceptar “inmediatamente” las demandas de Moscú, que exige a la OTAN garantías de que no admitirá a miembros de la antigua URSS (como Ucrania y Georgia) y frenará sus despliegues militares. En un tono menos feroz que el exhibido estos días, el veterano mandatario definió como “positivo” que Estados Unidos haya aceptado conversar sobre sus propuestas para frenar la crisis desatada por la concentración de tropas rusas a lo largo de las fronteras con Ucrania.
Las reuniones con representantes de la Administración estadounidense empezarán en enero en Ginebra, ha dicho Putin, que ha avisado de que espera que esas conversaciones se traduzcan en resultados rápidos. Esta semana, el jefe del Kremlin había dicho que está listo para tomar “medidas técnicas militares” si sus solicitudes de seguridad no se cumplen. “La pelota está ahora en su terreno”, ha remarcado Putin en Moscú, en un escenario cuidadosamente diseñado para su tradicional conferencia, convertida en un colorido espectáculo, difundida extensamente por televisión e internet en todo el país y en la que el presidente, de 69 años, aprovecha para mostrar su resistencia y cercanía atendiendo a decenas de preguntas de lo más variopinto: desde la posibilidad de una nueva invasión a Ucrania hasta una bucólica demanda judicial iniciada en San Petersburgo contra el “abuelo del frío” (el Papá Noel ruso) por no cumplir deseos.
Con todas las miradas pendientes de sus respuestas, Putin ha optado este jueves por centrarse en temas de política interna, servicios sociales, la creciente inflación, la crisis del coronavirus y ha incidido en que hay que “pasar página” en el caso del envenenamiento del líder opositor Alexéi Navalni —hoy, preso— tras el que Occidente ve la mano del Kremlin. Aunque Putin ha aprovechado también ese foro para clavar su discurso sobre las supuestas amenazas que afrontan los rusos y los rusohablantes en Ucrania y para volver a sus exigencias históricas sobre el país vecino, que se remontan al derrumbe de la URSS hace tres décadas y que son para él una cuestión existencial.
El presidente culpó a la arquitectura de la Unión Soviética diseñada por Vladímir Lenin —el líder revolucionario comunista y primer dirigente de la URSS, en 1922— de la crisis actual y aseguró que “territorios históricos” que son Ucrania hoy deberían considerarse parte de Rusia. “[La OTAN] está creando en este territorio una anti-Rusia, con el envío constante de armas modernas, lavando el cerebro a la población”, dijo Putin. “Imagínense la perspectiva de Rusia de ahora en adelante, mirando siempre por encima del hombro qué está sucediendo allí”, ha recalcado.
Con esos fundamentos y después de que Kiev virara hacia Occidente y derrocara al presidente aliado de Moscú, Rusia se anexionó la península ucrania de Crimea en 2014 con un referéndum considerado ilegal por la comunidad internacional —en Rusia, los medios de la órbita del Kremlin llaman a la anexión “la vuelta a casa”—. Poco después dio apoyo militar y político a los separatistas de las regiones de Donetsk y Lugansk, que luchan desde entonces en el Donbás contra el ejército ucranio en una guerra que va a cumplir ocho años y que se ha cobrado ya unas 14.000 vidas, según estimaciones de Naciones Unidas. Rusia ha concedido en esas dos regiones más de un millón de pasaportes, según datos oficiales.
Ahora, la concentración de tropas junto a las fronteras de Ucrania (que no es miembro de la Alianza Atlántica aunque aspira a serlo) y la retórica cada vez más belicista de Putin han hecho temer de nuevo a la inteligencia occidental que el Kremlin esté preparando otra invasión. Ante las alertas, Putin aseguró que la preocupación de Occidente por la amenaza rusa puede ser en realidad el preludio de un intento de Kiev, alineado con la OTAN, de lanzar una ofensiva en el Donbás. “Ahora nos dicen ‘guerra, guerra, guerra”, dijo Putin. “La impresión es que están planeando una operación militar y nos advierten de que no nos involucremos, no nos entrometamos, no defendamos a esta gente bajo amenaza de [sufrir] sanciones”, ha recalcado.
El Gobierno ucranio ha negado que esté preparando una operación para recuperar el control del Donbás. “Las personas de ambos lados de la línea de demarcación en las regiones de Donetsk y Lugansk merecen paz y tranquilidad”, ha dicho en un comunicado el Ministerio de Exteriores de Ucrania.
Pese a dar la bienvenida a las conversaciones para rebajar la tensión, Putin —que ha establecido su línea roja no solo en la membresía de Ucrania de la OTAN sino en la cooperación de la Alianza Atlántica con Kiev— eludió descartar claramente una intervención armada en la antigua república soviética. “Fue Estados Unidos el que llegó con sus misiles a nuestra casa, a la puerta de nuestra casa”, dijo el presidente, que ha acusado a la OTAN de “engañar y estafar descaradamente” a Rusia en el pasado con “cinco oleadas de expansión” desde la Guerra Fría, cuando ofreció promesas verbales en la década de 1990 de que no se expandiría a países de Europa Oriental. “¿Cómo reaccionarían los estadounidenses si se colocaran misiles en la frontera con Canadá o México?”, ha lanzado.
Con las conversaciones de Ginebra a la vista, Rusia ha seguido concentrando tropas a lo largo de sus fronteras con Ucrania, donde sigue llevando armas e infraestructura logística, según imágenes de satélite y de las redes sociales. Según el Consejo de Seguridad y Defensa ucranio, unos 122.000 soldados rusos están a 200 kilómetros de sus fronteras. Kiev —que, al igual que la OTAN, ha dejado claro que solo el propio país y la Alianza Atlántica pueden tener voz en su futura membresía— ha mostrado un “optimismo” moderado sobre una desescalada en el Donbás, donde se ha acordado esta semana reanudar el alto el fuego, el enésimo pese a los acuerdos de paz de Minsk de 2015.
Sin responsabilidad sobre los precios del gas
Putin rechazó que Rusia sea la responsable de la escalada de los precios del gas. El presidente dijo que Alemania revendía el gas ruso a Polonia y Ucrania en lugar de usarlo para reducir la tensión en un mercado ya muy caliente. “Gazprom está suministrando todo lo pactado en los contratos”, aseguró, negando que la empresa que tiene el monopolio de los gasoductos rusos esté apretando las tuercas a la UE. Gazprom, sin embargo, no ha reservado capacidad adicional, y eso ha hecho que los precios suban. El gas ha subido más de un 70% en Europa en las últimas dos semanas, con la llegada del frío.
La UE y Estados Unidos han amenazado a Moscú con nuevas represalias si agrede a Ucrania, aunque algunos países europeos se resisten a imponer medidas muy estrictas, como las insinuadas por Washington. Estados Unidos baraja restricciones a las importaciones de petróleo y gas rusos e incluso la exclusión de los bancos rusos del sistema de pago Swift. Italia recordó el miércoles que la UE importa casi un 40% de su gas de Rusia y que no puede renunciar a ese suministro.
Rusia ha empleado la llave del gas para mostrar su fuerza y su influencia ante Bruselas. La amenaza de la escasez de energía en pleno invierno y con los precios disparados sobrevuela las discusiones. Esta semana, después de que el gas alcanzase otro máximo histórico cuando el gasoducto ruso que lleva gas a Alemania cambió de dirección para fluir hacia el este, muchos miraron de nuevo hacia Moscú. Pero el Kremlin insiste en que estos problemas de precios se aligerarán cuando se apruebe el polémico gasoducto Nord Stream 2. El proyecto, parado en espera de recibir la certificación final, llevará gas ruso a Alemania pasando bajo el mar Báltico y evitando Ucrania y Polonia.
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