El último reducto de soldados ucranios que resiste el asedio de más de 50 días a Mariupol
La estratégica ciudad portuaria está controlada casi al completo por las tropas rusas, pero la última resistencia asegura que luchará “hasta el final”
Como si se tratara de un enfermo terminal, la vida de Mariupol se mide en días, incluso horas. La ciudad en el sudeste de Ucrania resiste, todavía, tras un asedio ruso de más de 50 días. Al comienzo de la invasión, Mariupol tenía cerca de 430.000 habitantes. Hoy se calcula que apenas quedan 100.000 viviendo entre las ruinas de una urbe que un día fue el puerto más próspero del mar de Azov.
Tras semanas de bombardeos que han arrasado la localidad, Mariupol está controlada casi al completo por las fuerzas rusas, pero un pequeño reducto de la última resistencia ucrania aguanta en la enorme...
Como si se tratara de un enfermo terminal, la vida de Mariupol se mide en días, incluso horas. La ciudad en el sudeste de Ucrania resiste, todavía, tras un asedio ruso de más de 50 días. Al comienzo de la invasión, Mariupol tenía cerca de 430.000 habitantes. Hoy se calcula que apenas quedan 100.000 viviendo entre las ruinas de una urbe que un día fue el puerto más próspero del mar de Azov.
Tras semanas de bombardeos que han arrasado la localidad, Mariupol está controlada casi al completo por las fuerzas rusas, pero un pequeño reducto de la última resistencia ucrania aguanta en la enorme fábrica siderúrgica Azovstal, situada en el puerto. El Gobierno ucranio no da cifras oficiales de la cantidad de soldados ucranios que resisten en la fábrica y dentro de sus túneles, pero el Ministerio de Defensa ruso calcula que son unos 2.500 hombres. Un reducto que se ha convertido en un quebradero de cabeza para Rusia y, a la vez, en la última línea de defensa de Ucrania para evitar que el Kremlin consiga unificar su corredor entre Crimea y el este ucranio, una línea por la costa de todo el mar de Azov que permitiría a Moscú tener acceso terrestre a la península.
Para el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, la caída de Mariupol y la muerte de los hombres atrincherados en Azovstal supondría el fin de las negociaciones de paz con Rusia. Según ha explicado Zelenski en el medio Ukrainska Pravda, los soldados ucranios están rodeados. “Los heridos están bloqueados. Hay una crisis humana (…) sin embargo, los muchachos se están defendiendo”, dijo. El ministro de Exteriores ucranio, Dmitro Kuleba, coincide con su presidente y también considera que lo que suceda a partir de ahora en Mariupol “puede ser una línea roja” que entierre las negociaciones de paz.
Fue el propio Kuleba quien afirmó el lunes que Mariupol “ya no existe”, tras los enormes daños materiales causados por los ataques rusos. “La ciudad ya no existe. Lo que queda del Ejército ucranio y un gran grupo de civiles están básicamente rodeados por las fuerzas rusas. Continúan su lucha, pero parece, por la forma en la que se comportan los ejércitos rusos en Mariupol, que han decidido arrasar la ciudad hasta los cimientos a cualquier precio”, manifestó el ministro.
Rusia dio el domingo a Ucrania un ultimátum para que la resistencia que lucha en Mariupol depusiera las armas. De no hacerlo, serían “eliminados”. Sin embargo, los soldados ucranios ignoraron el plazo y avisaron de que aguantarían hasta el final. “La ciudad aún no ha caído”, dijo el domingo Denis Shmihal, primer ministro de Ucrania, a ABC News. “Todavía están nuestras fuerzas militares. Lucharán hasta el final, y por ahora, todavía están en Mariupol”.
A finales de marzo, después de más de tres semanas de asedio, Zelenski comunicó que el 90% de la ciudad había sido destruida. Bajo constantes bombardeos, Mariupol lleva desde principios de marzo sin luz, sin agua, sin comunicaciones, sin gas y sin comida. Ninguno de los servicios han sido restablecidos a día de hoy y ningún convoy con alimentos y medicinas ha logrado llegar a la ciudad porque todos han sido bloqueados por las fuerzas rusas. Según Liudmila Denisova, la defensora del pueblo de Ucrania, los rusos estaban dando a los residentes una hogaza de pan y una botella de agua como única ayuda y a partir del lunes comenzarían a exigirles permisos especiales para salir de la ciudad.
Miles de ciudadanos ucranios lograron abandonar el municipio en las últimas semanas en corredores humanitarios. Sin embargo, ni el domingo ni el lunes pudieron abrirse nuevos pasillos porque las conversaciones con Rusia sobre un alto al fuego para evacuar a los civiles fracasaron, según la vice primera ministra de Ucrania, Irina Vereshchuk. No hay cifras oficiales de las personas que han fallecido en Mariupol desde el comienzo del asedio, pero el Ayuntamiento calcula que cerca de 20.000 civiles han muerto durante los ataques rusos y se teme que el número pueda llegar a los 35.000. Vadim Boichenko, alcalde de la ciudad, aseguró el lunes que Moscú ha deportado a unos 40.000 ciudadanos a zonas controladas por los separatistas prorrusos.
Tras 54 días de guerra, la toma de Mariupol supondría para Rusia su primera victoria militar relevante. En 2014 ya hubo un intento de tomar la ciudad, pero el Ejército ucranio consiguió repeler el ataque de los prorrusos, que no consiguieron ampliar el territorio de la autodenominada República Popular de Donetsk. Sin embargo ahora, con la ciudad reducida a cenizas y escombros, su caída en manos rusas parece inevitable y Rusia se está dando prisa para llegar con al menos una conquista importante al 9 de mayo, la fecha en la que cada año se celebra el Desfile de la Victoria en la Plaza Roja de Moscú en conmemoración del triunfo soviético sobre los nazis en la II Guerra Mundial. Al mismo tiempo, la caída de Mariupol, ciudad en la que están las tres principales fábricas siderúrgicas del este de Ucrania (Ilichovskaya, Azovstal y Azovmash), supondría una pérdida económica considerable para Ucrania. La localidad, con su industria y su puerto, supone el 5% del PIB total del país.
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