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“Éramos una familia modelo para el partido. Ahora todos están en campos de concentración”

Miles de familias de la región china de Xinjiang quedaron partidas a partir de 2017 a causa de la detención y confinamiento masivos ejecutados por el régimen chino contra los uigures. Como en el caso de los Abdureshid, la residencia en el extranjero de algún miembro era motivo suficiente para ser objeto de la persecución e internamiento

Ilustración de la activista uigur Nursiman Abdureshid.Foto: O. L. Bueno | Vídeo: Andrés Mourenza / Olivia L. Bueno

Nursiman Abdureshid nació hace 33 años en Saybag, en el condado chino de Konasheher. Este pedazo de tierra en la franja occidental del gigante asiático está habitada por la etnia uigur, mayoritaria en aquella región, que recibe el nombre de Xinjiang, pero minoritaria en el resto de China, en el que predominan los han. Su padre fue funcionario del Estado, miembro del Partido Comunista de China (PCCh), un hombre respetado entre los vecinos. Junto a su mujer, la madre de esta joven, gestionaron un negocio de venta de harina. Los dos varones de la familia también se dedicaron desde pronto a los negocios. Una familia, en definitiva, modelo para el régimen comunista. Hoy, los padres y hermanos de Abdureshid se encuentran confinados en centros de detención o internamiento de Xinjiang.

La joven ha recibido a EL PAÍS en Estambul (Turquía), su actual lugar de residencia, en el marco de la investigación periodística Los archivos policiales de Xinjiang, llevada a cabo por 14 medios de comunicación de 11 países. Decenas de miles de fichas policiales, fotografías y documentos oficiales de altos cargos del PCCh ponen rostro por vez primera a la brutal y extensa campaña de represión de Pekín contra la minoría musulmana uigur.

Abdureshid viajó a Turquía en 2015. También abandonó la región su otra hermana, esta en dirección a Estados Unidos. Dos años después, la comunicación con su familia en Saybag comenzó a enrarecerse hasta cortarse. En el verano de 2017, en plena campaña de represión de Pekín a través de los campos de reeducación en Xinjiang, unos parientes le comunicaron que su padre y su hermano pequeño habían sido trasladados a “programas de educación”. El mayor de sus hermanos ya estaba en prisión por una supuesta deuda no pagada. Tres años después, en una conversación telefónica con la Embajada china en Turquía, Abdureshid supo que todos ellos, incluida su madre, cumplían penas de prisión.

“Mi familia se convirtió en objetivo [del Gobierno chino] simplemente porque mi hermana y yo estudiábamos en el extranjero”, sentencia Abdureshid.

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