La bala que mató a la reportera palestina Shireen Abu Akleh recorre su última trayectoria
La Autoridad Palestina entrega a EE UU el proyectil que abatió a la periodista. Israel asegura su presencia en la polémica investigación balística
La bala que impactó en la cabeza de la periodista palestina Shireen Abu Akleh se presenta como la prueba clave para establecer quién la mató el mes pasado en Yenín (norte de Cisjordania), durante una intervención israelí contra milicianos palestinos. En las últimas horas, el proyectil ha recorrido en medio de la polémica una última trayectoria, que abre la vía a la determinación factual de la autoría.
Las investigaciones de la ONU, la Fiscalía General palestina (que ha custodiado la bala extraída del cadáver), y de varios medios de comunicación internacionales han apuntado a las tropas de Israel como responsables, aunque sin basarse en pruebas balísticas incontestables. Las Fuerzas Armadas han insistido en que el disparo que abatió a la reportera del canal catarí Al Jazeera no fue intencionado, pero admitieron que pudo proceder del fusil de alguno de los soldados desplegados en el campo de refugiados de Yenín, sin excluir los tiros indiscriminados procedentes de fusiles de milicianos. Los militares tampoco han podido examinar conjuntamente el arma y la bala.
La disputa entre ambos bandos a la hora de compartir evidencias esenciales ha hecho inviable la resolución del caso desde hace más de siete semanas. Hasta ahora. A 10 días vista de la visita a Israel y Palestina del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, el proyectil de 5,56 milímetros de calibre, reforzado con un tipo de acero especial para perforar blindajes, ha vuelto a moverse. Abu Akleh, que a los 51 años era una de las reporteras estrella del canal informativo panárabe, tenía también nacionalidad estadounidense.
Después de haber descartado una investigación conjunta con Israel y de anunciar que solo iba a ceder la bala al Tribunal Penal Internacional, que indaga en La Haya sobre los crímenes de guerra cometidos en Palestina, la Fiscalía General la ha entregado este domingo al general estadounidense Mike Fenzel, coordinador en asuntos de seguridad para Palestina, y a los expertos enviados por Washington para efectuar la investigación balística. La Embajada de EE UU la ha devuelto este lunes al Ministerio de Justicia palestino, según informa Al Jazeera, una vez terminado su examen técnico.
El desplazamiento de la custodia sobre el proyectil no lo ha librado, sin embargo, de la controversia que lo persigue desde que se incrustó en el cráneo de Abu Akleh. El máximo portavoz oficial castrense de Israel advirtió el domingo que, en contra de la exigencia palestina de que las Fuerzas Armadas no participen en la investigación, serán sus propios expertos en armamento quienes efectúen las pruebas balísticas. “La bala ha sido entregada a los norteamericanos para ser sometida a un examen técnico israelí en su presencia”, alegó el general Ran Kochav. “Pero es una investigación de las Fuerzas Armadas. En las próximas horas o días se sabrá el resultado”, precisó, en declaraciones a la cadena de radio del Ejército. “Si se confirma que la matamos nosotros, asumiremos la responsabilidad”, remachó.
Al anunciar en la noche del sábado que iba a entregar el proyectil a EE UU, el fiscal general palestino, Akram al Jatib fue explícito: “No lo cedemos a Israel, sino a los norteamericanos. Nos han ofrecido garantías de que serán ellos quienes realicen las pruebas”. El ministro de Justicia, Mohamed al Saladeh, ha puntualizado que un experto israelí asistió a las pruebas efectuadas por los técnicos estadounidenses en armamento, sin que hubiese presencia palestina.
La investigación inicial que la Fiscalía general palestina presentó el 26 de mayo acusó a las tropas de Israel de haber matado “deliberadamente” a la periodista de Al Jazeera. De acuerdo con los informes manejados entonces, se concluyó que no había grupos armados palestinos en el lugar de los hechos. La bala fue disparada por una carabina M4, solo utilizada en Oriente Próximo por francotiradores del Ejército israelí.
El giro político en Israel causado por la designación del centrista Yair Lapid como nuevo ministro en funciones, ante la convocatoria de elecciones en otoño, parece estar también detrás de la nueva trayectoria que toma la investigación del proyectil. El viceministro de Seguridad Interior, Yoav Segalovitz, aseguró que Lapid se ha implicado personalmente en las gestiones para la entrega de la bala que se hallaba en manos de la Autoridad Palestina, con el fin de “garantizar una investigación de resultados inequívocos”.
Fuentes estadounidenses e israelíes, consultadas por el corresponsal diplomático Barak Ravid en el portal informativo Axios, coinciden en revelar que durante los últimos días Washington ha ejercido una intensa presión sobre los gobiernos israelí y palestino para que desbloqueen las trabas a una investigación “independiente y transparente”. En una carta dirigida al presidente, 22 senadores demócratas solicitaron hace dos semanas que el Gobierno de EE UU se implique en las pesquisas sobre la causa de la muerte de Abu Akleh. El secretario de Estado, Antony Blinken, telefoneó el jueves al primer ministro Lapid y al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, en vísperas del primer viaje oficial de Biden a Tierra Santa desde su llegada a la Casa Blanca.
“Tiros disparados de forma intencionada”, según la ONU
La Oficina de la ONU para los Derechos Humanos, con sede en Ginebra, concluyó el mes pasado que la periodista palestina de Al Jazeera fue alcanzada por disparos de fuerzas de seguridad israelíes. “Todas las informaciones que hemos recopilado son consistentes con el hecho de que los disparos procedían de tropas israelíes, y no de fuego indiscriminado de palestinos armados”, afirmó la portavoz de la Oficina de la ONU, Ravina Shamdasani.
Las conclusiones de las indagaciones de Naciones Unidas coinciden con las de las investigaciones llevadas a cabo por Al Jazeera y por medios de comunicación como la cadena CNN, The Washington Post y The New York Times. Todos ellos utilizaron técnicas de reconstrucción forense de los hechos (análisis de imágenes y grabaciones de vídeo y audio, y declaraciones de testigos) para constatar que en las inmediaciones del lugar donde se hallaba Abu Akleh no se registraba la presencia de miembros de grupos armados palestinos enfrentados a fuerzas israelíes.
De acuerdo con el informe de la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos, Abu Akleh llegó poco después del amanecer junto a otros seis periodistas a la entrada oeste del campo de refugiados de Yenín para cubrir una redada de las fuerzas israelíes en la que se estaban produciendo enfrentamientos. Los reporteros, que iban identificados con chalecos marcados con la palabra “Prensa”, en inglés, no recibieron ninguna advertencia, a pesar de que sus movimientos eran visibles para las tropas israelíes, que se situaban a unos 170 metros.
“Varios tiros fueron disparados en dirección a cuatro de los periodistas de forma aparentemente intencionada desde el lugar donde se encontraban las tropas”, recalcaron los expertos de la ONU, que han llamado a completar sus conclusiones con una “investigación inmediata, exhaustiva, transparente, independiente e imparcial”.
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