Vladimir Padrino, el eterno ministro chavista aliado de Rusia
El ministro de Defensa venezolano, bajo las órdenes de Maduro, ha podido cristalizar los fundamentos del nuevo pensamiento militar del país inspirado en la doctrina antimperialista
Nicolás Maduro se ausentó por segundo año consecutivo en los actos del Día de la Independencia de Venezuela celebrados este 5 de julio. El desfile militar, que cierra días de ascensos a oficiales y actos protocolares en torno al mausoleo de Simón Bolívar, se reunió a todos los componentes de la Fuerza Armada Nacional y se exhibió toda la artillería de guerra del Ejército venezolano. Un muñeco inflable del personaje Súper Bigote, u...
Nicolás Maduro se ausentó por segundo año consecutivo en los actos del Día de la Independencia de Venezuela celebrados este 5 de julio. El desfile militar, que cierra días de ascensos a oficiales y actos protocolares en torno al mausoleo de Simón Bolívar, se reunió a todos los componentes de la Fuerza Armada Nacional y se exhibió toda la artillería de guerra del Ejército venezolano. Un muñeco inflable del personaje Súper Bigote, una nueva tira animada sobre el líder chavista lanzada por la propaganda oficial, sustituyó al jefe de Estado que habló en un video grabado desde el Palacio de Miraflores y proyectado en una pantalla gigante en el Paseo Los Próceres de Caracas. “Mientras existan imperios no estamos a salvo”, dijo el mandatario en la grabación. “Pido a la Fuerza Armada Nacional mantenerse en máxima alerta frente a los planes amenazantes y terroristas de la oligarquía rancia”.
La ratificación, por octavo año consecutivo, de Vladimir Padrino López como General en Jefe, ministro de la Defensa y hombre de la absoluta confianza personal de Maduro, ha sido uno de los aspectos más relevantes del aniversario 211 de la Independencia en Venezuela. Los ocho años de Padrino López como ministro y máxima autoridad militar del país lo convierten en uno de los pilares de la arquitectura de poder de la revolución bolivariana, y su dilatada presencia como líder militar activo –vencido su período hace ya unos años- constituye una circunstancia inédita en la Venezuela contemporánea. Sancionado por Estados Unidos y Canadá, ha sido el responsable de profundizar la cooperación militar con Rusia. Visita Moscú con frecuencia.
En ausencia de Maduro, Padrino ha encabezado los actos de este miércoles. “La revolución del 5 de julio del 1811 emprendió un largo, arduo camino hacia la libertad. Ese camino lo estamos recorriendo hoy en la forma de la revolución bolivariana construida con las manos de nuestro comandante Hugo Chávez, de los patriotas de hoy, de ese pueblo que está ahí, que nos escucha, nos ve, observa”, afirmó. “Recuerdo a mi comandante Chávez hace 10 años exactamente, su presencia física aquí entre nosotros cuando decía, usando palabras de Bolívar, hemos logrado reconquistar el bien más preciado de la patria que es nuestra independencia”.
La narrativa del enemigo externo ha sido usada recurrentemente por Maduro en esta efeméride en la que ha azuzado nuevamente las tensiones con Colombia en pleno cambio de Gobierno, tras la histórica victoria del candidato de izquierdas Gustavo Petro. “En su impotencia, en su odio y en su derrota, Iván Duque quiere vengarse de Venezuela, así que mantengan la guardia en alto”, pidió Maduro a los militares durante un acto de ascenso de 15.150 oficiales y tropa profesional, que se hace regularmente como preámbulo a la celebración de la Independencia.
Entre los ascendidos 162 pasaron a ser generales y militares, una que cifra que ha estado por encima del centenar en los últimos tres años, y en la última década son más de 1.2000, un número considerado elevado para el tamaño de la Fuerza Armada Nacional, según Control Ciudadano, una organización que vigila el sector castrense. Una estrategia, señalan los analistas, para amarrar lealtades. Son también los generales de Padrino.
Bajo el mando de Padrino, cumpliendo órdenes de Maduro, han podido cristalizar los fundamentos del nuevo pensamiento militar del país, que enarbola banderas chavistas y evade de manera expresa los mandatos de la Constitución de 1999, inspirado en la doctrina antimperialista. También, la puesta en vigor la denominada Unión Cívico Militar, presente como principio en las primeras proclamas de Hugo Chávez, que ha dado lugar, bajo su mando, a la creación de la Milicia Nacional Bolivariana como quinto componente armado y centinela de la hegemonía revolucionaria como circunstancia extra-electoral.
Para muchas personas, el escollo más grave que han encontrado las fuerzas democráticas para restaurar el principio de la alternabilidad política en Venezuela, expresado en las crisis de 2014, 2017 y 2019, ha sido la actitud resuelta de Padrino y las Fuerzas Armadas en la defensa del status quo. Padrino ha logrado imponer, como definitivo, el relato de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana como cuerpo “revolucionario, bolivariano, zamorano, antioligárquico y radicalmente chavista”.
Formado como militar en los gobiernos de la democracia, como Infante del Ejército -egresado de la promoción Juan Gómez Mireles, en 1984-, el calculado tono neutro y pretendidamente institucional que desarrolló Padrino en sus proclamas, le hicieron ganar fama como un profesional despolitizado y abocado a sus funciones constitucionales en las primeras de cambio de su gestión.
Parte importante de la sociedad civil se pasó un tiempo interpelándolo en público para que asumiera sus deberes constitucionales en caso de que el chavismo perdiera unas elecciones presidenciales. La victoria electoral de la oposición en las parlamentarias de 2015 –que rompían un tabú y supuso una grave prueba para el poder revolucionario- tuvo lugar con su consentimiento y su presencia en el juramento de la nueva directiva opositora.
“Siempre fue un buen militar”, recuerda Antonio Rivero, uno de sus compañeros de promoción, general del Ejército hoy en el exilio. “Un hombre disciplinado, que cumplía con su rol, se adaptaba a las restricciones que impone la disciplina, buen compañero. Era estricto, pero de trato correcto, no era una persona déspota.”
Nacido en Caracas, de 59 años, casado, con dos hijos, Padrino, uno de los primeros de su promoción, hizo cursos de especialización en la Escuela de las Américas de Estados Unidos, en los años 90, y se mantuvo por un tiempo alejado de las turbulencias que dieron lugar al parto del chavismo a comienzos de este siglo. Su conversión al chavismo, según las fuentes, se dio de forma progresiva, “hacia el año 2008″, según afirma una persona que lo conoció por entonces. Padrino tuvo un trato muy cercano y frecuente con Hugo Chávez mientras estaba destacado en Barinas; este le acompañó en lo personal cuando este tuvo complicaciones de salud, y terminaron forjando una cercana amistad.
“No tenía ninguna formación como hombre de izquierda, ni vínculos con la política. Fue ascendiendo por sus méritos militares. Cuando Chávez llega al poder afloran a la luz sus relaciones, sobre todo con Miguel Rodríguez Torres –ex ministro del Interior de Maduro, hoy enjuiciado por rebelión militar, de quien fue gran amigo personal”, afirma el general Rivero.
“Compartí con él preocupaciones en privado sobre la deriva autoritaria y antinstitucional que veía en Chávez”, afirma Rivero. “Durante un tiempo estuvimos de acuerdo, luego pasé mucho sin verlo. Preocupado con el control de los cubanos sobre los sectores clave del mundo militar, con un juicio militar planteado en contra, le envié varios mensajes, hacia 2011, planteándole mi preocupación. Su respuesta fue, ‘Antonio, tengo demasiado tiempo ya hablando de socialismo. No me puedo echar para atrás”.
Algunos analistas, como la periodista Sebastiana Barráez, sostienen que la prolongación del mandato de Maduro a Padrino tiene que ver con la dificultad para sustituirlo. Es un superior respetado en el mundo castrense, de acuerdo a las fuentes, que ha logrado contener el malestar interno de estos años. Sus críticos le enrostran la anarquización de las zonas mineras, la desnaturalización del Plan República que custodia las votaciones que hizo posible la reelección de Maduro en 2018, la actitud tolerante con las guerrillas colombianas y, en general, la ausencia de control del estado en algunas zonas del país gracias al crecimiento del crimen organizado y el narcotráfico.
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