El dilema de la adhesión de Ucrania y otras claves de una cumbre de la OTAN a 200 kilómetros de Rusia

Los aliados se reúnen en Lituania en una cita que busca enviar al Kremlin rotundos mensajes de unidad y fortaleza

La presidenta de Eslovaquia, Zuzana Caputova, y el mandatario de Ucrania, Volodímir Zelenski, el pasado día 7 en Bratislava, una de las etapas de la gira de líder ucranio para lograr apoyos a la adhesión de su país a la OTAN.Foto: TOMAS BENEDIKOVIC (AFP) | Vídeo: EPV

Los aliados de la OTAN tienen previsto celebrar este martes y miércoles en Vilnius, Lituania, una cumbre que, desde ese emplazamiento simbólico en el flanco este, buscará enviar un nuevo mensaje de unidad y fortaleza al Kremlin. La cuestión central de la reunión es hallar un acuerdo político acerca del futuro de Ucrania, esbozar cuál puede ser su camino de adhesión a la Alianza y ofrecer ...

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Los aliados de la OTAN tienen previsto celebrar este martes y miércoles en Vilnius, Lituania, una cumbre que, desde ese emplazamiento simbólico en el flanco este, buscará enviar un nuevo mensaje de unidad y fortaleza al Kremlin. La cuestión central de la reunión es hallar un acuerdo político acerca del futuro de Ucrania, esbozar cuál puede ser su camino de adhesión a la Alianza y ofrecer compromisos de seguridad mientras la integración no se produzca. Otros asuntos importantes son la situación de Suecia, cuya admisión sigue bloqueada por Turquía, el lanzamiento de renovados planes regionales de Defensa, que suponen la mayor reestructuración de la Alianza desde la Guerra Fría, o la definición de nuevas políticas de gasto.

Los 31 aliados (tras la reciente entrada de Finlandia) se reunirán, en medio de importantes medidas de seguridad, a pocas decenas de kilómetros de Bielorrusia —aliado del Kremlin que ha aceptado acoger a las tropas mercenarias de Wagner y a bombas nucleares rusas—, a menos de 200 kilómetros del enclave ruso de Kaliningrado y menos de 300 kilómetros del inicio del cuerpo principal del territorio ruso. Se trata de la cuarta cumbre celebrada después de la invasión rusa de Ucrania —hubo una telemática, otra en Bruselas, y otra en Madrid el año pasado por estas fechas—. Además de por el primer ministro sueco, Ulf Kristensson, y, previsiblemente, por el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, los aliados estarán acompañados, al igual que en la cita de Madrid, por los líderes de cuatro democracias del Pacífico: Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda. Ello recuerda que, si el enfoque central de la OTAN mira hacia Rusia, China también ha entrado claramente en el radar.

No faltan las discrepancias y fricciones entre los aliados, como el desacuerdo de Turquía a parte del lenguaje empleado en los llamados planes regionales además de por el bloqueo a Estocolmo, y el resultado de la cumbre puede verse lastrado por ellas. Pero son muchos los elementos que indican que la agresión rusa ha insuflado nueva vida en la organización. A continuación, una breve guía para seguir los asuntos clave de la cumbre.

El futuro de Ucrania

El modelo de relación de la Alianza Atlántica con Ucrania centrará gran parte de los debates nucleares de la cumbre de Vilnius. La organización militar extendió una invitación de adhesión al país del este, junto a Georgia, en la cumbre de Bucarest de 2008, pero desde entonces —y pese a la propaganda del Kremlin, que ha justificado su guerra en Ucrania con la supuesta expansión allí de la Alianza— apenas nada se había movido hasta la invasión a gran escala. Ahora, se ha acordado elevar la relación diplomática con Ucrania transformando la Comision OTAN-Ucrania en un Consejo OTAN-Ucrania, con más poder de representación y que permitirá al Gobierno de Kiev sentarse junto a los aliados en condiciones de igualdad en muchos temas. La primera de estas reuniones se celebrará en Vilnius, donde se espera una declaración fuertemente simbólica en la que se remarque que el lugar de Ucrania está en la OTAN. Algunos aliados quieren un lenguaje más fuerte e incluso un cronograma o alguna señal que marque que Kiev no necesitará seguir el Plan de Acción de Membresía (MAP, por sus siglas en inglés).

El presidente ucranio, Volodímir Zeleski, en la Isla de las Serpientes, en el mar Negro, que estuvo ocupada por Rusia en los primeros compases de la invasión. La imagen la ha difundido la oficina de Presidencia de Ucrania este sábado. UKRAINIAN PRESIDENTIAL PRESS SER (via REUTERS)

Ucrania ya ha asumido que su membresía no se consagrará hasta que la guerra termine, pero la adhesión no es automática y el país deberá cumplir los estándares de la organización y completar un enorme cambio en sus estructuras militares desde la doctrina soviética a la de la OTAN, señalan fuentes aliadas. Mientras, la Alianza aprobará en Vilnius proporcionar a Ucrania un paquete de asistencia económica durante varios años para asegurar material como hospitales de campaña, formación y también ese cambio requerido en sus estructuras.

Kiev quiere que la Alianza, o más bien, algunos de sus aliados, le ofrezcan algún tipo de “garantías de seguridad”. Sin embargo, ni la OTAN, que ha rehusado intervenir en todo lo que tiene que ver con armamento letal, ni sus miembros quieren brindar a Ucrania una “garantía de seguridad” vinculante que suene al artículo 5 de la Alianza, que marca con esas palabras la defensa mutua y que podría derivar en la entrada en la guerra de quien ha brindado ese compromiso. Un grupo de países aliados, entre los que está Estados Unidos, Alemania, Francia o Reino Unido, ultiman ofrecer a Kiev un modelo de “compromiso de seguridad” o algún tipo de “amparo de seguridad” que nada tiene que ver con esa defensa mutua sino que busca, a través de acuerdos políticos bilaterales o en grupo, que las armas y el apoyo sigan fluyendo para cubrir a Ucrania con una coraza tan fuerte que no sea deseable atacarla. En estos compromisos se incluiría el suministro de armas, apoyo en forma de entrenamiento militar, intercambio de inteligencia y transferencia de tecnología, como adelantó EL PAÍS, aunque no está claro que estén listos para firmarse en los márgenes de la cumbre de la OTAN.

La adhesión de Suecia

La culminación de la adhesión de Suecia a la Alianza Atlántica es uno de los asuntos principales sobre la mesa de la cumbre de la OTAN. Tras la invasión rusa de Ucrania, tanto Estocolmo como Helsinki decidieron revertir una larga historia de no alineamiento militar y pedir la integración en la Alianza. En el caso de Suecia, se trata de la alteración de un rumbo mantenido durante dos siglos. Pero si Finlandia ya ha podido entrar, Suecia no lo ha logrado por el bloqueo impuesto por Turquía. Hungría también tiene pendiente completar la ratificación, pero el obstáculo político principal es Ankara.

La adhesión de un nuevo miembro requiere la aprobación unánime de los aliados. Mientras la práctica totalidad de los socios ha dado enseguida la bienvenida a los dos candidatos nórdicos, considerándoles perfectamente preparados desde el punto de vista democrático y militar, el Gobierno de Ankara ha esgrimido una serie de reproches hacia Estocolmo, sobre todo esfuerzos insuficientes para luchar contra el terrorismo, con un malestar específico ante una presunta tolerancia hacia el PKK (Partido de los Trabajadores Kurdos), considerado organización terrorista por la UE, entre otros. Otro elemento de fricción era un embargo de venta de armas a Turquía decidido por Suecia y Finlandia en 2019, después de una incursión turca en Siria contra las milicias kurdo-sirias YPG.

El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan.Francisco Seco (AP)

El embargo fue levantado en septiembre del año pasado. Suecia ha aprobado una nueva legislación antiterrorista. Esta misma semana, un tribunal sueco ha condenado a un hombre por intento de financiación del PKK, un hecho judicial que se ha considerado un elemento útil en la disputa con Ankara. La prensa sueca informa de que Estocolmo también considera reformas a la ley para permitir que la policía pueda parar la quema de ejemplares del Corán.

En los movimientos diplomáticos previos a la cumbre, sin embargo, Turquía no ha levantado el bloqueo, sosteniendo que, si bien Suecia ha dado pasos en la dirección adecuada, queda por comprobar que la ejecución practica esté a la altura de sus expectativas.

El bloqueo a Suecia se sobrepone por supuesto a otras cuestiones. Turquía presiona desde hace tiempo para obtener armamento avanzado de producción estadounidense, especialmente modernización para los aviones de combate F-16 de los que ya dispone y la compra de nuevos. La Casa Blanca aprobó un paquete de venta de softwares de mejora de los F-16 después de que Turquía diera luz verde a la entrada de Finlandia, pero la cosa se atascó en el Congreso. Las partes sostienen que los asuntos son separados de las negociaciones de adhesión, pero muchos expertos entreven un vínculo entre ambas.

La presión de los aliados sobre Turquía para que retire el bloqueo es muy elevada. La entrada de Suecia representaría un nuevo duro golpe para Putin. La cumbre de Lituania dará pistas.

Un caza estadounidense F-16 en la base aérea alemana de Spangdahlem durante las maniobras Air Defender 2023.Boris Roessler (AP)

Los planes regionales

La OTAN ha alumbrado lo que considera su mayor reorganización desde la Guerra Fría en forma de planes integrales de defensa regionales, divididos en tres áreas geográficas, que buscan hacer frente a las principales amenazas para la Alianza: Rusia y el Terrorismo. Los nuevos planes cubren, además, cinco dominios de eventuales amenazas y ataques, convencionales o híbridos: aéreo, terrestre, marítimo, espacial y cibernético, como adelantó EL PAÍS. Se basan fundamentalmente en la disuasión, pero también dan respuesta a todo tipo de ataques y determinan qué países y fuerzas se ocupan de qué zonas y elementos de forma que cada centímetro de territorio aliado esté protegido.

La arquitectura del nuevo modelo se ha estado diseñando desde 2018, cuatro años después de la invasión de Crimea y la anexión ilegal de la península ucrania por parte de Rusia, pero ha cobrado un impulso mayor con la invasión a gran escala que este sábado ha cumplido 500 días. La guerra en Europa ha visibilizado la necesidad de nuevas estrategias y, dentro de todo el simbolismo de la cumbre, con el futuro de Ucrania y Suecia, estos planes —que se compilan en más de 4.000 páginas secretas— son el punto de mayor importancia de la reunión, según fuentes aliadas.

Los nuevos planes, uno para el sur, con el Mediterráneo y el mar Negro; otro para el norte, que cubre el Atlántico y el Ártico europeo; y otro para el centro, que abarca Europa central y los Bálticos, implicarán un mayor compromiso de gasto. Establecerán prioridades para adquisiciones e inversiones, además de crear un modelo para alinear la oferta y la demanda con las lecciones aprendidas de la guerra de Rusia en Ucrania y en medio de un plan de impulso europeo para revitalizar su industria de defensa y de enormes carencias de munición en los arsenales.

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.FRANCOIS WALSCHAERTS (AFP)

El gasto militar

La cuestión del gasto militar de los aliados es otro de los asuntos importantes sobre la mesa en la cumbre lituana. Los miembros de la OTAN acordaron en 2014 cumplir con el objetivo de invertir un 2% del PIB en Defensa para una década después. La trayectoria de muchos de los aliados estaba muy lejos de acercarse a ese objetivo, motivando gran frustración en EE UU —pilar de la alianza― cuando la invasión rusa de Ucrania ha detonado un cambio en la dinámica.

Fuentes diplomáticas citada por la agencia Reuters señalan que hay un acuerdo para que la cumbre afirme un “compromiso duradero a invertir al menos el 2% del PIB” en Defensa, convirtiendo por tanto la cifra no ya en un objetivo de llegada, sino en un requerimiento mínimo.

Datos proporcionados por la Alianza apuntan a que este año solo 11 de los 31 países miembros cumplirán con el objetivo del 2%: EE UU, el Reino Unido, Polonia, Grecia, Estonia, Lituania, Finlandia, Rumanía, Hungría, Letonia y Eslovaquia.

Sin embargo, el cambio de marea provocado por la agresión rusa es profundo, las opiniones públicas son más receptivas al argumento de la seguridad, y los ejecutivos miembros de la OTAN están casi todos embarcados en sendas de aumento del gasto. El gran reto será lograr que sea eficiente, logrando alto nivel de interoperabilidad, economías de escala, evitando duplicidades y superando deficiencias.

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