Irán, lo que queda y lo que vendrá

La corta presidencia de Ebrahim Raisí será recordada no solo por la represión y la falta de acuerdo nuclear, sino también por algunos éxitos en las relaciones exteriores del país

Mujeres iraníes partidarias del régimen sostienen retratos del fallecido presidente Ebrahim Raísi, en una ceremonia de duelo en Teherán, el 20 de mayo de 2024.ABEDIN TAHERKENAREH (EFE)

La corta presidencia de Ebrahim Raisí, que empezó tras unas elecciones casi sin competidores en 2021, será recordada por muchos por las protestas generadas a partir de la muerte de Mahsa Amini en custodia policial y por la represión policial de las numerosas manifestaciones que le sucedieron. Quizás también sea recordado por haber casi descartado seguir adelante con un acuerdo nuclear que antes ya había abandonado Estados ...

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La corta presidencia de Ebrahim Raisí, que empezó tras unas elecciones casi sin competidores en 2021, será recordada por muchos por las protestas generadas a partir de la muerte de Mahsa Amini en custodia policial y por la represión policial de las numerosas manifestaciones que le sucedieron. Quizás también sea recordado por haber casi descartado seguir adelante con un acuerdo nuclear que antes ya había abandonado Estados Unidos en 2018, aún bajo el mandato de su predecesor, Hasan Rohaní. Sin embargo, en la región será recordado por su estilo diplomático que, sin estridencias, consiguió diversos éxitos en las relaciones exteriores iraníes que contribuyeron, en parte, a disminuir la tensión existente entre Teherán y las capitales de las monarquías del Golfo Pérsico.

Nutriéndose de diversas iniciativas anteriores, Raisí logró capitalizar la normalización de Irán con Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, tras más de un lustro de tensiones que casi terminan en una confrontación directa en 2019 y 2020. También Raisí y su ministro de Asuntos Exteriores, Hossein Amir Abdollahian, igualmente fallecido en el accidente aéreo, consiguieron limar asperezas con la India, un poderoso actor regional muy cercano a Estados Unidos, que le valió la aceptación del ingreso de Irán al grupo de los BRICS, entre otras cosas, a partir de enero de 2024.

Incluso a pesar del estancamiento de las negociaciones nucleares, se hacía público, apenas hace un par de días, que los gobiernos de Irán y EE UU mantenían negociaciones regulares en Omán. Ambos trataban de evitar una escalada de la guerra en Gaza, y la existencia de estas negociaciones demostraba la existencia de canales alternativos de comunicación para lograrlo.

Finalmente, la presencia de Raisí y su ministro de Exteriores en Azerbaiyán antes del accidente también demostraba la mejoría de las relaciones con ese país, tras la distancia generada por el apoyo iraní a Armenia en su disputa por Nagorno Karabaj a lo largo de las últimas décadas.

Aun siendo un político nada carismático y sin mucho apoyo popular dentro y fuera de Irán, Raisí logró mejorar la imagen del país en los últimos meses de cara a la “calle árabe”, precisamente por la postura iraní en la guerra de Gaza. Su imagen superó a los propios líderes árabes, quienes habrían ofrecido respuestas mucho más blandas ante la invasión de la Franja por parte de Israel. Más allá de la efectividad y utilidad del enfrentamiento directo que Irán ha tenido por primera vez, sin intermediarios, y lanzando desde su territorio el primer ataque a Israel en su historia, esta acción también demostró que la política exterior del presidente Raisí no era solo retórica, sino de hechos concretos. Además de los ataques esporádicos de los hutíes y Hezbolá, Irán fue el único Estado que lo hizo.

Si bien es cierto que ni Raisí, ni ningún otro presidente iraní determinan las líneas principales de la política exterior iraní, también lo es que cada uno dejó su impronta con sus estilos diplomáticos distintos. Raisí, sin grandilocuentes discursos y sin una doctrina específica, claramente fue distinto a sus predecesores: Rohaní, Mahmud Ahmadineyad, Mohamed Jatamí y Hashemi Rafsanyaní.

Sin que aún se sepa quién puede postularse como presidente para las elecciones previstas para dentro de los próximos 50 días, es de esperar que el continuismo sea lo deseado tanto por el líder Jameneí como por la mayoría de la élite política conservadora que, a pesar de las disputas facciosas, apoyaban en líneas generales la orientación diplomática de Irán desde su elección. La más que previsible reelección de Raisí en 2025 había hecho que no se hablara hasta ahora de ningún presidenciable que fuera a competir el año próximo. Habrá que esperar a las próximas semanas para ver quién, dentro del ámbito conservador, tendría los apoyos necesarios de la élite conservadora, los clérigos en Qom, la Guardia Revolucionaria y el propio líder Jameneí para postularse candidato.

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