Los ataques israelíes contra Hezbolá ponen en aprietos a Estados Unidos

El Gobierno de Joe Biden contempla con enorme preocupación la escalada de las tensiones y teme que la situación se descontrole

El presidente Joe Biden preside una reunión con los secretarios de Estado y de Defensa, Antony Blinken y Lloyd Austin, este viernes en la Casa Blanca.Chip Somodevilla (Getty Images)

Los ataques de Israel contra miembros de la milicia Hezbolá, que este viernes se han intensificado con un bombardeo en Beirut en el que han muerto un alto mando de la milicia-partido chií pro iraní y otras 13 personas, colocan en una posición delicada a Estados Unidos y su diplomacia. A poco más de seis semanas para sus elecciones presidenciales, el principal aliado de Israel trata frenéticamente de evitar que la ...

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Los ataques de Israel contra miembros de la milicia Hezbolá, que este viernes se han intensificado con un bombardeo en Beirut en el que han muerto un alto mando de la milicia-partido chií pro iraní y otras 13 personas, colocan en una posición delicada a Estados Unidos y su diplomacia. A poco más de seis semanas para sus elecciones presidenciales, el principal aliado de Israel trata frenéticamente de evitar que la guerra en Gaza pueda extenderse a un segundo foco en la frontera entre Israel y el sur del Líbano. La Casa Blanca insiste en que el “mejor camino” para resolver el conflicto es llegar a un acuerdo de alto el fuego e intercambio de rehenes en la Franja, aunque siguen sin producirse avances para ello.

Desde el comienzo de la guerra en Gaza, hace casi un año, Washington ha tenido como gran prioridad evitar una posible extensión del conflicto a otros puntos de Oriente Próximo, muy especialmente un enfrentamiento bélico entre las fuerzas israelíes y Hezbolá. Un choque de ese tipo bien podría acabar arrastrando también a los principales aliados de los dos contendientes, Estados Unidos e Irán, respectivamente.

El momento de escalada de las tensiones es nefasto para la Administración en Washington, en la recta final para unas elecciones que no pueden estar más empatadas entre demócratas y republicanos, y con un presidente, Joe Biden, convertido en lo que en lenguaje político estadounidense se conoce como un pato cojo, un líder a punto de dejar el poder y, por tanto, con muy escaso margen de maniobra para atajar crisis.

La Casa Blanca insiste en que lleva a cabo “intensos esfuerzos diplomáticos” para resolver la crisis. El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, asegura: “Seguimos creyendo que una solución diplomática es el mejor camino para avanzar”. Sobre la posibilidad de que las tensiones desencadenen un nuevo foco de guerra, considera que “nada es inevitable”.

El propio presidente Biden ha querido subrayar el énfasis en el trabajo diplomático. “Trabajamos para asegurarnos de que los residentes del norte de Israel y del sur del Líbano pueden regresar a sus hogares. Y hacerlo sanos y salvos. El secretario de Estado, el secretario de Defensa, todo nuestro equipo, trabajan para conseguirlo. Vamos a seguir trabajando en ello hasta conseguirlo”, ha declarado al comienzo de una reunión de su Gabinete en la Casa Blanca.

El ejército israelí ataca en la región de al Khiam, en el sur del Líbano, en junio de 2024. Ramiz Dallah (Anadolu/ Getty Images)

Kirby, por su parte, ha insistido en que el Gobierno estadounidense sigue intentando presentar una propuesta de alto el fuego en Gaza que permita un intercambio de rehenes, represente un primer paso para el fin definitivo de la guerra y sea aceptable tanto para la milicia chií palestina Hamás como para el Ejecutivo del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.

“Seguimos creyendo que hay tiempo y espacio para una solución diplomática. Creemos que es el mejor camino a seguir. La guerra no es inevitable en la Línea Azul (que separa Líbano e Israel) y vamos a hacer todo lo que sea posible para tratar de impedirla”, insistía el portavoz.

Estados Unidos logró un primer acuerdo el pasado noviembre, que estuvo en vigor una semana. Desde entonces, las negociaciones desarrolladas en Egipto y Qatar, con la mediación de esos dos gobiernos y Washington, han sido incapaces de cerrar un pacto. Aunque sistemáticamente la Administración Biden responsabiliza a Hamás del fracaso, el propio presidente estadounidense ha insinuado en alguna ocasión que el primer ministro israelí bloquea el fin de la guerra por motivos políticos internos. No está claro hoy por hoy que el alto el fuego vaya a conseguirse en un futuro inmediato, dado que todas las partes están a la espera del resultado electoral en Estados Unidos y determinará si el próximo inquilino de la Casa Blanca será el expresidente republicano Donald Trump o la vicepresidenta Kamala Harris.

Preguntado hasta qué punto es realista insistir en llegar a un acuerdo, Biden replicó: “Si dijera que no es realista, entonces apaga y vámonos. Siempre ha habido muchas cosas que no parecían realistas hasta que las conseguimos. Tenemos que seguir insistiendo”.

Pese a las declaraciones relativamente optimistas en público, el Gobierno estadounidense contempla con enorme preocupación la escalada de las tensiones. El líder de Hezbolá, el clérigo Hasan Nasralá, ha asegurado que su grupo responderá a los ataques israelíes con “un justo castigo”.


Paramédicos transportan heridos tras los ataques de Israel mediante dispositivos inalámbricos en Beirut, Líbano, el 17 de septiembre de 2024. WAEL HAMZEH (EFE)

Las autoridades libanesas calculan que, sin contar con los ataques de este viernes en Beirut, al menos 37 personas han muerto, entre ellas dos niños, y cerca de 3.000 han resultado heridas en los atentados que comenzaron el martes pasado, cuando los buscapersonas de cientos de miembros de la milicia chií libanesa Hezbolá estallaron al mismo tiempo. Esa primera oleada de ataques coincidió con una gira del secretario de Estado, Antony Blinken, por Oriente Próximo. Desde El Cairo, el jefe de la diplomacia estadounidense instaba el miércoles a “todas las partes implicadas” a evitar cualquier paso que pudiera “escalar las tensiones en un conflicto que estamos intentando resolver”. Ese mismo día otra ola de explosiones sacudió los barrios al sur de Beirut. Esa vez, los dispositivos manipulados habían sido walkie-talkies.

Un alto cargo del Pentágono declaraba al periódico The Wall Street Journal su preocupación por que la situación pueda quedar “fuera de control”. Este medio también cita a una fuente conocedora de la situación para informar de que las fuerzas israelíes han desplazado en los últimos días al norte del país a una división de miles de soldados que llevaba operando meses en Gaza.

Las autoridades israelíes anunciaron el miércoles el inicio de una nueva fase en su enfrentamiento con Hezbolá a menos que la milicia retire sus fuerzas de la zona fronteriza al norte del río Litani y deje de lanzar cohetes y morteros contra el norte de Israel, donde decenas de miles de habitantes han tenido que ser evacuados de sus viviendas.

“Estamos en el comienzo de una nueva fase en la guerra; estamos asignando recursos y fuerzas al escenario norte y nuestra misión es clara: garantizar el retorno de las comunidades del norte de Israel a sus hogares sanas y salvas”, escribía el miércoles el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, en la red social X. “Para conseguirlo, hay que cambiar la situación de seguridad”.

Ante el aumento de las tensiones, Estados Unidos ha reiterado este viernes el llamamiento a sus ciudadanos para que eviten viajar a Líbano y para que quienes ya se encuentren en la zona sur del país la abandonen lo antes posible.

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