Los republicanos agitan el fantasma de la violencia y el crimen para denunciar la “invasión” de la frontera
La segunda jornada de la convención conservadora da rienda suelta a la retórica xenófoba contra la inmigración
Como si se tratara de la repetición de un docudrama true crime, los republicanos han vinculado de nuevo este martes en Milwaukee la crisis migratoria con la criminalidad cual realidades indisociables, aunque los datos se empeñen en demostrar lo contrario. Lo han hecho en la segunda jornada de la convención nacional del partido, bajo el lema Make America Safe Once Again (Hagamos de nuevo seguro a EE UU), un remedo del MAGA (Make America Great Again) que articula como grito de guerra la revolución trumpista. La imagen no podía ser más clara: la frontera como escenario de una “invasión” de extranjeros por la política de supuestas puertas abiertas de Joe Biden, mezclando pocas estadísticas —casi ninguna— con teorías de la conspiración, como la supuesta iniciativa demócrata de permitir votar a los extranjeros. Una vuelta de tuerca a la realidad, en una noche bronca y combativa, para demostrar que el programa electoral de Donald Trump, que ha prometido una política draconiana de redadas, campos de detención y deportaciones masivas, es el adecuado para poner coto a la situación.
Keri Lake, candidata al Senado por Arizona y muy próxima a Trump, abrió fuego y provocó los primeros gritos de “levanta el muro”, un clásico en los mítines del expresidente. Lake se hizo eco de una teoría conspirativa ampliamente propalada entre los asistentes a la convención, según la cual los inmigrantes están entrando en el país para robar las elecciones. “Rubén Gallego [su rival demócrata en el Estado] votó a favor de que los millones de personas que entraron ilegalmente en nuestro país puedan votar en las próximas elecciones”, dijo, sin pruebas, un bulo repetido en sus intervenciones por Steve Scalise, de Luisiana, y el senador Ted Cruz, de Texas. Lake ofreció carnaza a la audiencia, salpicando su discurso de furibundos ataques a la prensa y las fake news, cuando son muchas las que articulan su discurso. La republicana repitió durante años las mentiras de Trump sobre el fraude electoral del que dijo ser objeto en 2020 y mantuvo, también sin pruebas, que los demócratas amañaron las elecciones a gobernador de Arizona que ella perdió en 2022. En abril, llamó a los republicanos a armarse de cara a las elecciones.
Lake fue la primera de varios candidatos al Senado que tomaron la palabra en la tarde del martes, con un discurso entreverado de las ideas básicas del programa republicano: cerrar la frontera con México, luchar contra la política económica de Biden y acabar con lo que llamó el “adoctrinamiento” de los niños, en referencia a las guerras culturales que han convertido las escuelas de EE UU en trincheras. También pidió acabar con el tráfico ilegal de drogas, que vinculó a los indocumentados, cuando según la DEA la mayoría de las condenas por narcotráfico recae en ciudadanos estadounidenses. Lake se apuntó un dudoso hallazgo verbal, Biden-vasion, acogido con alborozo por la audiencia.
El candidato al Senado por Ohio Bernie Moreno, al igual que Lake, describió también la migración como una “invasión”, aunque las cifras se han desplomado en los últimos meses. De origen colombiano, subrayó que su familia había llegado a EE UU “legalmente”, algo que repiten los estadounidenses de origen inmigrante para arremeter contra los nuevos que llegan, y que el sueño americano que es su vida se encuentra en peligro por la política migratoria de Biden. En un alarde de chovinismo, el candidato a senador por Wisconsin Eric Huffed definió a EE UU como “el mejor país en la historia”, un arranque secundado por Jim Banks (Indiana), que encaja con la visión nacionalista y autárquica de Trump. Banks normalizó la política de deportaciones masivas que planea aplicar el candidato republicano si gana en noviembre. “Si viniste aquí ilegalmente con Joe Biden, vas a volver al lugar de donde viniste con Donald Trump”, dijo. Además de la cuestión migratoria, casi ninguno de los oradores renunció a atacar a la Administración demócrata por la inflación, los coches eléctricos, el elevado coste de la vivienda o la convulsa retirada de Afganistán en 2021, todo en el mismo saco.
Elise Stefanik, representante por Nueva York, que ha participado de manera especialmente combativa en el comité de Educación del Congreso sobre antisemitismo en los campus, incurrió en un delirio discursivo en el que mezcló la supuesta invasión de extranjeros, la violencia al alza, la pesarosa existencia de ciudades refugio como Nueva York y la toma de los campus del país por manifestantes propalestinos. Steve Scalise, de Luisiana, número dos de la Cámara de Representantes, que esboza el programa de línea dura que los republicanos quieren promulgar si recuperan el control del Congreso y la Casa Blanca, afirmó sin fundamento que la Administración Biden-Harris “ha abierto la frontera al mundo entero”.
El plato fuerte llegó con el senador por Texas Ted Cruz, que hace ocho años desairó a Trump en la convención republicana y hoy se arrodilló a sus pies, aunque la rectificación no le ahorrara abucheos de la audiencia. Cruz elevó considerablemente la retórica, calificando la inmigración de “invasión literal” de Estados Unidos y enumerando ejemplos de sucesos sangrientos presuntamente cometidos por inmigrantes. “Todos los días mueren estadounidenses. Asesinatos, asaltos, violaciones a manos de inmigrantes ilegales que los demócratas han soltado”, dijo, añadiendo el estribillo: “Todos los malditos días”. Como el caso de Rachel Morin, de Maryland, quien, según los fiscales, fue asesinada y violada por un ciudadano de El Salvador y cuya historia ha sido frecuentemente mencionada por Trump en la campaña electoral; su hermano subió al estrado para contar su historia. “[La Administración demócrata] Incluso promovió un fondo para liberar a los delincuentes de la cárcel. No se informa mucho de ello en nuestros medios, pero un criminal que Kamala Harris liberó en Minneapolis acabó asesinando a un hombre en Minnesota”, dijo por su parte, sin pruebas, Tom Emmer, representante de ese último Estado.
Finalmente, Ron DeSantis, gobernador de Florida y el más conspicuo cadáver de estas primarias, pero con mucho tirón aún entre la audiencia, declaró: “Nos oponemos a cualquier inmigración que se aparte o contraste con nuestros valores estadounidenses”. DeSantis ha atacado a los extranjeros indocumentados en su Estado con leyes muy restrictivas.
La inmigración es una marca política del expresidente Donald Trump, que le ayudó a ganarse a la base del Partido Republicano cuando comenzó su primera campaña en 2015, con promesas tales como la construcción de un muro en la frontera con México para impedir la entrada de indocumentados. La idea ha vuelto a resonar con fuerza en sus mítines de campaña este año, como el que celebró en el Bronx (Nueva York), en medio de una audiencia de origen mayoritariamente inmigrante y en el que dio rienda suelta a su habitual retórica xenófoba y autoritaria.
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