Los avances en la investigación del atentado contra Trump elevan la presión sobre la jefa del Servicio Secreto

La policía local avisó a los agentes encargados de la seguridad del expresidente de que no se veían capaces de controlar el espacio en torno al recinto, desde el que el atacante disparó al candidato

Vigilia este miércoles en Sarver, Pensilvania, en recuerdo de Corey Comperatore, muerto en el intento de atentado contra Trump.Carlos Osorio (REUTERS)

Cada nuevo detalle que trasciende de la investigación del atentado contra Donald Trump del pasado sábado en una granja de Butler (Pensilvania) deja en aún peor lugar al Servicio Secreto estadounidense, responsable de la protección del expresidente, y especialmente a su directora: Kimberly Cheatle. Una de las últimas manchas en el desempeño del cuerpo de seguridad durante el mitin que el candidato republicano estaba dando ante...

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Cada nuevo detalle que trasciende de la investigación del atentado contra Donald Trump del pasado sábado en una granja de Butler (Pensilvania) deja en aún peor lugar al Servicio Secreto estadounidense, responsable de la protección del expresidente, y especialmente a su directora: Kimberly Cheatle. Una de las últimas manchas en el desempeño del cuerpo de seguridad durante el mitin que el candidato republicano estaba dando ante miles de sus seguidores llegó esté miércoles, cuando se supo que la policía local les alertó antes de que empezara de que sus agentes carecían de recursos para controlar el espacio en torno al recinto.

El edificio a cuya azotea se subió Thomas Crooks, el hombre de 20 años que disparó y a punto estuvo de matar a Trump, estaba en esa área. No solo eso: antes de que comenzara el evento, con una hora de retraso, el comportamiento sospechoso de Crooks alertó a los agentes locales. Lo vieron caminando por los alrededores: llevaba una gran mochila al hombro y miraba a través de la lente de un telémetro hacia los tejados que rodeaban el lugar designado para colocar el escenario. Los agentes tomaron una foto de él, y dieron aviso a través de la radio. El Servicio Secreto recibió la información, y después el tipo se esfumó sin dejar rastro.

Kimberly Cheatle, directora del Servicio Secreto estadounidense, en junio pasado en Milwaukee.Morry Gash (AP)

Las decenas de agentes desplegados para el evento recibieron su imagen. Al rato, lo vio de nuevo uno de los francotiradores encargados de la seguridad del expresidente. También le tomó una foto. El rastro volvió a perderse hasta que varios testigos lo vieron trepar por un edificio industrial de escasa altura desde el que apuntó a Trump a una distancia de 135 metros.

La decisión de permitir que continuaran los planes de celebrar el mitin en un lugar tan expuesto y con un sospechoso localizado y después perdido entre la muchedumbre está siendo ahora fuertemente cuestionada. Habían pasado ocho minutos desde que Trump empezó a hablar cuando Crooks disparó una salva de balas con su fusil de asalto tipo AR-15. Una de ellas pareció rozar la oreja de Trump.

Mató a un asistente al acto electoral, Corey Comperatore, de 50 años, un simpatizante convencido de Trump, de profesión bombero, que, según los testigos, “murió como un héroe” protegiendo a los suyos. También hirió a David Dutch, de 57 años, vecino de New Kensington, y James Copenhaver, de 74 años, de Moon Township, dos localidades de Pensilvania. La situación de ambos permanece estable. Trump ha anunciado que asistirá al funeral de Comperatore, en cuya memoria se organizó este miércoles una vigilia en la vecina localidad de Sarver.

“Me preocupa mucho que el Servicio Secreto supiera que había una amenaza antes de que el presidente Trump subiera al escenario”, escribió el miércoles en X la senadora republicana de Tennessee Marsha Blackburn. La conservadora, junto a otro senador de su partido, John Barrasso (Wyoming), protagonizó uno de los incidentes más comentados de la tercera jornada de la Convención Nacional Republicana, que se está celebrando en Milwaukee (Wisconsin). Fue cuando se encararon con la directora Cheatle en los pasillos del lugar en el que se celebra la reunión de la formación conservadora, entre fuertes medidas de seguridad, redobladas tras el incidente del sábado. “Fue un intento de asesinato. Debes una respuesta al pueblo. Le debes una respuesta al presidente Trump”, se escucha a Blackburn decir en el clip compartido en X, en el que se ve a los dos senadores perseguir a la responsable del Servicio Secreto.

Citación en el Capitolio

La directora había recibido ese día una citación del Comité de Supervisión y Rendición de Cuentas de la Cámara de Representantes para comparecer este próximo lunes y dar explicaciones sobre el intento de atentado. En una entrevista con ABC News, Cheatle, que el domingo envió una circular a los suyos felicitándolos por su trabajo, admitió “toda la responsabilidad” en lo sucedido, pero se negó a dimitir. Alejandro Mayorkas, secretario de Seguridad Nacional, calificó por su parte en una comparecencia en la Casa Blanca lo sucedido el sábado como “un completo fracaso”, aunque ratificó su confianza en Cheatle. El presidente ha encargado una investigación independiente.

Un hombre sostiene una pancarta con la foto de estudiante de Thomas Crooks en las inmediaciones de la Convención Nacional Republicana, en Milwaukee.Shannon Stapleton (REUTERS)

De Crooks van trascendiendo poco a poco nuevos detalles además de los que se conocieron inicialmente: que era un chico de 20 años, que no están claras sus simpatías políticas —se había registrado como republicano recientemente aunque también hizo una donación testimonial a los demócratas en 2020― y que era el clásico estudiante retraído al que atormentaban los abusones de su clase.

En sus teléfonos móviles y otros dispositivos electrónicos, el FBI descubrió que guardaba imágenes de Trump, pero también de Biden, del fiscal general Merrick B. Garland e incluso del director del FBI, Christopher A. Wray, ambos cargos de confianza del presidente. También había fotos de Rudy Giuliani, hombre de confianza del expresidente Trump, y de los líderes de la mayoría y de la minoría en la Cámara de Representantes, Mike Johnson (republicano) y Hakeem Jeffries (demócrata). En su historial de búsquedas figura una consulta sobre “trastornos depresivos graves” y también fechas y lugares de mítines de Biden y de Trump. Crooks vivía en Bethel Park (Pensilvania), a unos 80 kilómetros del lugar de los hechos.

No está claro con cuánta anticipación preparó el atentado. Sí, que la aparición de Trump en Butler se hizo pública el 3 de julio. Un día antes de su magnicidio frustrado, Crooks se entrenó en un campo de tiro. Por la mañana del día de autos compró una escalera en un almacén de ferretería, así como 50 cartuchos en una armería local para el AR-15, que compró su padre hace 11 años.

En estos días, los medios estadounidenses están compartiendo testimonios de conocidos del muchacho que tratan de ofrecer algo de luz sobre la oscuridad de sus motivaciones, pendientes de esclarecer del todo. El FBI ha llevado a cabo más de 100 entrevistas, pero, según insisten sus agentes, el enigma Crooks aún está lejos de su resolución.

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