Bárbara Montes: “Lo más importante que aporta el hábito de la lectura a los niños es el desarrollo de la imaginación”
La escritora y psicóloga publica, junto a Juan Gómez-Jurado, ‘Amanda Black’, una serie de libros dirigida a jóvenes a partir de los nueve años
Juan Gómez-Jurado y Bárbara Montes forman un tándem de éxito. A nivel literario y como pareja. La complicidad que ambos muestran durante la entrevista denota que trabajar juntos y a cuatro manos no hace mella en ellos. “En esta casa se discute más por otras cosas que por lo creativo. Te diría que no hemos tenido ni una sola vez una palabra más alta que otra en ese aspecto. Es mucho peor que a mí se me olvide cambiarle las bolsas de las cacas al perro o que se me olvide cambiarle el agua, eso sí que es un drama”, afirm...
Juan Gómez-Jurado y Bárbara Montes forman un tándem de éxito. A nivel literario y como pareja. La complicidad que ambos muestran durante la entrevista denota que trabajar juntos y a cuatro manos no hace mella en ellos. “En esta casa se discute más por otras cosas que por lo creativo. Te diría que no hemos tenido ni una sola vez una palabra más alta que otra en ese aspecto. Es mucho peor que a mí se me olvide cambiarle las bolsas de las cacas al perro o que se me olvide cambiarle el agua, eso sí que es un drama”, afirma entre risas cómplices de ambos el escritor. Bárbara, reconocida por su trabajo como psicóloga infanto-juvenil, ha hecho varias incursiones en el mundo literario. Juan es el hombre que acumula más de un millón de lectores con su serie Reina Roja, traducida a más de 40 idiomas y cuya protagonista, Antonia Scott, se convirtió hace apenas unos meses en el primer personaje literario en tener su propio emoji en Twitter. Juntos dieron vida a la saga infantil Rexcatadores y ahora vuelven a la carga con una nueva serie dirigida a lectores a partir de 9 años, Amanda Black (ambas publicadas por el sello B DE BLOK), la gran apuesta para 2021 de Penguin Random House España en su línea middle grade.
La saga está protagonizada por Amanda, una niña pobre y huérfana que al cumplir los 13 años empieza a desarrollar una serie de poderes extraordinarios que le conectan con su legado familiar y que le obligan a buscar respuesta a la que, según Gómez-Jurado, es la pregunta de las preguntas: Quién soy yo. “Amanda es una niña normal y corriente que de repente se ve arrojada a un mundo que es completamente nuevo para ella. Además de tener que lidiar con la adolescencia, que ya es un paso muy difícil, la pequeña tiene que lidiar con esos cambios que ella sufre en su interior y en su entorno y que la obligan a reacomodar su visión del mundo”, afina Montes, que asegura que en el hecho de que la protagonista sea una niña no existe una reivindicación, pero sí la creencia de que las niñas actuales “también necesitan verse reflejadas” en los libros, en los videojuegos y en las películas. “En realidad a mí sí que me apetecía que fuera una niña. Al fin y al cabo, yo soy una mujer y cuando era pequeña me hubiese gustado tener este tipo de referentes”, añade.
Una herencia peligrosa, el primer capítulo de una serie que tendrá tres volúmenes antes de finalizar el año, es un thriller en toda regla, novela negra y adictiva puesta a disposición de los jóvenes lectores en un formato narrativo tan visual y con tanto gancho que puede competir de tú a tú con cualquier serie de Netflix. “La literatura activa músculos dentro del cerebro que otros entretenimientos, a pesar de ser muy válidos, no activan. En ningún caso estamos en contra de las pantallas, pero sí que creemos que hay una dieta mejor y más saludable para los chavales”, afirma Gómez-Jurado.
Esa dieta, para los autores, pasa por la literatura, por ofrecer a los jóvenes lectores libros que, sin renunciar a la calidad, les enganchen. “Desde hace años, Bárbara convive en casa con los libros que leía con mis hijos y en alguna ocasión me ha mirado y me ha dicho: “Esto es mejorable, Juan”. Y tenía razón”. Ambos ríen al otro lado del teléfono, porque en ese comentario se encuentra la semilla de la que luego brotarían sagas como Amanda Black, con la que, reconocen, no tenían ningún propósito elevado más que enganchar a niños y niñas a los libros. Sin moralejas, eso sí (“Abominamos de ellas. Hay cosas que nos preocupan y que están ahí, pero no son la historia”), y tratando a los lectores sin un ápice de condescendencia. “Los niños pueden entenderlo todo, solo depende de la manera de explicarles los conceptos y las situaciones. Nosotros hemos huido directamente de esa condescendencia que se cuela a veces en la literatura infantil”, asegura Bárbara Montes.
La prueba de esa ausencia de condescendencia en el tono de la novela es el constante uso que los autores hacen de la ironía, de un sentido del humor que hila muy fino. “Es un riesgo que hemos tomado muy conscientemente porque creemos que los niños de hoy en día la ironía la entienden bastante mejor que nosotros cuando éramos pequeños. En vez de un humor fácil y simplón, decidimos apostar por esa ironía que, a su vez, era uno de los mayores miedos que teníamos con Amanda. Sin embargo, tal y como pensábamos, los niños lo están entendiendo muy bien”, argumenta Montes. Una opinión que comparte Gómez-Jurado, para quien los niños de hoy tienen en series como El Asombroso Mundo de Gumball, Bob Esponja o Historias Corrientes “un cóctel de referentes muy superiores al que teníamos los niños de antes y que hubiesen sido un tesoro para nosotros”.
Pese a estos referentes, los dos autores coinciden al señalar que es “infinitamente más difícil” escribir para niños y niñas que para adultos. “Tienes que cuidar mucho más el vocabulario, tienes que ser muy concreto, tienes que crear una narración muy visual, pero sin caer en la metáfora y, además, tienes que hacerlo divertido, porque de lo contrario pierdes al lector. Los adultos tenemos un poco más de aguante, pero los niños, como algo les aburra, lo dejan rápido. Todo eso lo hace mucho más difícil”, enumera Bárbara. El público es más difícil, pero a su vez, según Gómez Jurado, mucho más agradecido. “Son lectores muy entusiastas, que viven mucho más las historias, que se meten en el centro de ellas. Son un público tan difícil como maravilloso”, añade.
Cuenta el autor de la trilogía Reina Roja que de pequeño era un gran lector de novelas de aventuras del siglo XIX (“básicamente porque era lo que había en mi casa”). Bárbara, por su parte, asegura que leía todo lo que caía en sus manos, sobre todo los cuentos clásicos de Andersen, Perrault y los hermanos Grimm. Los dos, no obstante, tuvieron su reafirmación como lectores y la convicción de que querían dedicarse a escribir con la misma saga: El señor de los anillos. ¿Qué aporta el hábito de la lectura a niños, niñas y adolescentes? “Podríamos hablar de pensamiento crítico y de otros aspectos, pero creemos que lo más importante que aporta es el desarrollo de la imaginación. Eso es lo que nos da la lectura que no nos ofrecen otras alternativas: imaginar los escenarios, poner cara a personajes, ejercitar la imaginación, al fin y al cabo. Y aunque parezca una cualidad muy infantil, nada más lejos de la realidad: los grandes creadores y los grandes científicos han sido siempre personas con mucha imaginación. Para atreverse a hacer grandes cosas primero hay que poder imaginarlas”, concluye Montes.
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