Aude Picault, escritora: “El mandato de la belleza, la dulzura y la esclavitud sigue siendo terrible para las madres”
La autora de cómic francesa publica en España ‘Amalia’, una novela gráfica sobre el agotamiento que conlleva la maternidad y que aborda otras cuestiones como la relación de los jóvenes con las redes sociales
Amalia es una madre agotada que ha desarrollado una peculiar intolerancia al rendimiento. Trabaja, cuida, siente que debe controlarlo todo y, además, debe hacerlo todo bien. Siente culpa y ambivalencia, pero, sobre todo, está cansada de arrastrarse con ojeras de un lado a otro y no llegar a nada. Aude Picault (Ginebra, 43 años) es la creadora de Amalia (Garbuix Book), la historia de esta madre que, como un espejo, muestra cómo se vive muy a menudo...
Amalia es una madre agotada que ha desarrollado una peculiar intolerancia al rendimiento. Trabaja, cuida, siente que debe controlarlo todo y, además, debe hacerlo todo bien. Siente culpa y ambivalencia, pero, sobre todo, está cansada de arrastrarse con ojeras de un lado a otro y no llegar a nada. Aude Picault (Ginebra, 43 años) es la creadora de Amalia (Garbuix Book), la historia de esta madre que, como un espejo, muestra cómo se vive muy a menudo la maternidad hoy en día.
No es casualidad que su autora enseñe un mundo en crisis ecológica como marco de la novela gráfica, ya que enlaza a la perfección con el cuerpo cansado de su protagonista. Tampoco escapa a cuestiones como la relación de los jóvenes con las redes sociales, las dificultades de comunicación en la familia o la falta de corresponsabilidad emocional de los padres, tal y como explica en conversación con EL PAÍS.
PREGUNTA. ¿Cuánto hay de personal en Amalia?
RESPUESTA. Supongo que hay una parte importante porque la mayoría de mis historias provienen de la combinación de mi propia experiencia personal y de preguntas sociológicas. Esta mezcla me interesa: situaciones muy concretas que resaltan un problema general.
P. Una madre agotada que no llega a todo. ¿Se podría decir que todas somos Amalia?
R. Tal vez, sí (risas). Aunque la buena noticia es que Amalia nos muestra una etapa: atraviesa una etapa de la vida, toma conciencia de ella y se sitúa en un proceso de evolución hacia el cambio.
P. No es fácil ser madre en un mundo hiperexigente, ¿cómo se sobrevive a esa exigencia?
R. Es difícil. Yo personalmente tengo que preguntarme cada mañana cómo quiero vivir y cómo quiero que sea la relación con mi hijo. ¿Me sitúo en la autoridad rígida con mi hijo porque tengo miedo del juicio de la sociedad? ¿O me planto en una relación feliz basada en la confianza mutua?
P. ¿Podrían ser las redes sociales otra forma de idealización de la maternidad y una nueva forma de presión hacia las madres?
R. En cierto modo creo que sí, obviamente, pero también estoy convencida de que depende de cómo las usemos. Las redes sociales también pueden ser una gran plataforma de diversidad para poder conocer otros contextos, aprender y empatizar. Lo que ocurre es que, al igual que en la vida real, los primeros resultados que dan los algoritmos son estereotipos reciclados, por lo que tenemos que buscar por nosotras mismas la autenticidad.
P. ¿Se está rompiendo con los estereotipos que el cine y la publicidad han construido en cuanto a la maternidad?
R. Todavía hay un abismo entre la lucha feminista y el sexismo que nos rodea en todos los ámbitos, también en lo que la publicidad o el cine nos cuenta de la maternidad. El mandato de la belleza, la dulzura y la esclavitud sigue siendo terrible para las madres.
P. ¿Qué cree que se necesita para vivir una maternidad más gozosa y menos desgastante?
R. El primer paso puede ser liberarnos de la presión interna que nosotras mismas nos ponemos.
P. ¿Qué papel tienen los padres?
R. Exactamente el mismo que el de las madres: estar en armonía con uno mismo para ser un buen padre y, también, un ciudadano implicado.
P. Amalia tiene una hija pequeña y convive también con una adolescente de su pareja, Nora. Con esta última refleja cuestiones como la relación de los adolescentes con las redes sociales o la importancia de la comunicación en la familia. ¿Se han complicado las relaciones familiares con la llegada de los smartphones?
R. Pienso que realmente todas nuestras invenciones tecnológicas solo revelan comportamientos antiguos o problemas que no somos capaces de resolver. En muchas familias la comunicación es difícil y hay que pensar por qué, de dónde vienen esas dificultades. De niños fuimos condicionados a escuchar y a obedecer a los adultos. Así que es un gran paso para un adulto aceptar que puede aprender mucho de su hijo.
P. La crisis ecológica también está muy presente en el libro. Y diría que no es casual ese cruce entre el desgaste ecológico y el desgaste del cuerpo de Amalia.
R. Soy sensible a la teoría ecofeminista. Es una forma interesante de ver las diferentes aplicaciones de una misma violencia universal. La activista ecofeminista Vandana Shiva es una de mis referentes, de ahí que haya pensado también en el poder de la industria alimentaria en un mundo en crisis climática.
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