El mariachi, tradición musical Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad
El género mexicano ha traspasado fronteras y continúa desarrollándose con la combinación de elementos de diversos géneros musicales e instrumentos
El mariachi se considera la máxima expresión de la época más reciente del folclore mexicano y se ha convertido en una institución simbólica no solo de la música, sino también de la cultura del país azteca. A pesar de su origen desconocido y de las múltiples teorías que podrían justificarlo, su desarrollo desde el interior de México ha ido traspasando fronteras con el paso de las décadas hasta...
El mariachi se considera la máxima expresión de la época más reciente del folclore mexicano y se ha convertido en una institución simbólica no solo de la música, sino también de la cultura del país azteca. A pesar de su origen desconocido y de las múltiples teorías que podrían justificarlo, su desarrollo desde el interior de México ha ido traspasando fronteras con el paso de las décadas hasta conseguir una dinámica más comercial, un repertorio modificado y una estética transformada pero muy reconocible.
Como toda tradición, el mariachi nació de los ambientes humildes, adquirió fama, se convirtió casi en moda y surgieron imitadores. Después, la alta burguesía lo hizo caer en desgracia, más tarde la rama más comercial lo recuperó y lo exportó a otros países y, en la actualidad, el mariachi es indispensable en las celebraciones sociales más importantes, ya sea a nivel estatal o familiar.
También la celebración de encuentros, concursos, congresos, la realización de exposiciones, la publicación de libros e investigaciones y demás actividades en torno al mariachi han hecho renacer el estilo musical en los últimos años. Sin duda, mucho ha tenido que ver en ello la declaración que tuvo lugar tal día como hoy, 24 de noviembre, de hace nueve años, en 2011, cuando la Unesco inscribió el mariachi en su Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Como sustantivo, la palabra “mariachi” se refiere tanto al individuo que forma parte de un grupo musical mariachi como al conjunto musical mexicano; mientras que como adjetivo se refiere al género o estilo musical concreto nacido en el folclore mexicano. El mariachi es originario de una región del occidente de México que incluye lo que hoy son los estados de Jalisco, Nayarit, Zacatecas, Aguascalientes, Guanajuato, Michoacán y Colima. Se extiende tan al norte como hasta Sinaloa y Durango y tan al sur como hasta Guerrero. Por tanto, los intentos de atribuirlo a un estado o población específicos resultan en vano, ya que el lugar exacto de nacimiento del mariachi continúa siendo desconocido.
De lo que no cabe duda alguna es que con la llegada de los primeros esclavos la música africana también llegó a México durante el periodo colonial. Por tanto, muchas tradiciones regionales de música folclórica mestiza, incluida la del mariachi, resultaron de la combinación cultural y musical de elementos indígenas y extranjeros.
Pero este desarrollo de la música folclórica mestiza en México no está bien documentado, lo que ha dado pie a todo tipo de teorías y especulaciones. La referencia más antigua conocida sobre el término “mariachi” aparece en una carta escrita por el sacerdote Cosme Santa Anna en 1852, aunque la palabra ya se encontraba anteriormente como topónimo. Los mariachis documentados durante la segunda mitad del siglo XIX en el centro occidental de México se asociaban comúnmente con la fiesta rural o fandango, y con el nombre de la tarima o plataforma de madera sobre la que las parejas bailaban sones y jarabes, los dos géneros más importantes del repertorio inicial del mariachi.
Asimismo, se sabe que los primeros mariachis vestían indumentarias campesinas y tenían poca preocupación por vestirse de igual manera. Después de la Revolución de 1910, sin embargo, comenzaron a aparecer modestos uniformes que los igualaban. La primera vez que los mariachis pudieron vestirse de forma elegante, eligieron el traje de jinete o traje de charro para hacerlo. Y es la versión de gala de este traje la que usan los mariachis contemporáneos, con sus pantalones adornados ajustados, chaqueta corta, cinturón bordado, botas, pajarita ancha y sombrero, que es a su vez el atuendo que en alguna ocasión vistieron los ricos propietarios de las haciendas.
Queda claro, por tanto, que las raíces del mariachi son rurales, pero el mariachi contemporáneo es el resultado de un fenómeno urbano que se produce en Ciudad de México después de la Revolución. En la capital fue donde nació el mariachi urbano y donde se desarrolló hasta la actualidad.
Una de las versiones sobre la historia del mariachi fechada en los años 20 del siglo pasado explica que Cirilo Marmolejo trasladó su grupo de Tecolotlán, en Jalisco, a Ciudad de México, convirtiéndose en uno de los primeros mariachis en establecerse allí. Cuando tres años más tarde se inauguró la cantina salón Tenampa pronto se convirtió en el centro de actividad del mariachi y atrajo a otros grupos de áreas rurales.
Aunque los mariachis habían actuado para funciones oficiales bajo la dirección de Porfirio Díaz en 1905 y en 1907, no fue hasta después de la Revolución de 1910 que el mariachi fue ampliamente adoptado como símbolo del nacionalismo. Después, los presidentes mexicanos utilizaron la música de mariachi para eventos políticos y los medios de comunicación ayudaron a popularizarlo.
Durante la década de los años 30, la radio, el cine y el fonógrafo se encargaron de lanzar al estrellato nacional e internacional lo que hasta ese momento solo había sido una música rural y regional. El papel principal del mariachi en los medios de comunicación se convirtió en el de acompañar a los principales cantantes del género ranchera, la expresión musical nacionalista más popular de México.
A principios del siglo XX un grupo mariachi típico estaba formado por cuatro músicos y la instrumentación variaba según la región de procedencia, aunque existían dos que destacaban por encima del resto: la del centro de Jalisco, que prefería dos violines, la vihuela (un instrumento pequeño parecido a una guitarra con un fondo convexo y cinco cuerdas) y el guitarrón (una versión de bajo grande de seis cuerdas de la vihuela); y la del sur de Jalisco y Michoacán, que prefería dos violines, arpa y guitarra de golpe (la guitarra de mariachi original).
Después de la Revolución Mexicana los grupos de mariachi aumentaron el número de sus integrantes y los instrumentos de diferentes regiones pasaron a combinarse y a duplicarse también. Tras un periodo de experimentación, la instrumentación del mariachi urbano se estandarizó. Se adoptó la guitarra clásica moderna y se conservaron la vihuela y el guitarrón, mientras que la guitarra de golpe y el arpa cayeron en desuso generalizado.
También los instrumentos de viento empezaron a agregarse de manera habitual al conjunto tradicional de cuerdas. En los años 20, los mariachis empezaron a utilizar la corneta; en los años 30, sin embargo, la trompeta reemplazó a la corneta, hasta que en la década de los 40 la trompeta se institucionalizó y la combinación de dos trompetas se convirtió, a principios de la década de 1950, en la innovación más reciente en la instrumentación estándar de mariachi.
La instrumentación contemporánea estándar para un grupo mariachi completo es dos trompetas, tres o más violines, una vihuela, una guitarra y un guitarrón. A veces se añaden un arpa, una guitarra y una trompeta, dependiendo del presupuesto económico con el que se cuente en la contratación, pero lo que no varía es que todos los miembros pueden cantar.
El repertorio de los mariachis es inmenso y contiene canciones de las diferentes regiones de México, pero la música mariachi moderna ha adoptado otros géneros musicales como la ranchera, el bolero e incluso la cumbia. Las canciones mariachi hablan del amor a la tierra, de la naturaleza, la religión, las mujeres y las cualidades del país.
El aprendizaje de oído continúa siendo el principal medio de transmisión de la música mariachi tradicional, que sigue pasando de generación en generación como una herramienta educativa más a la hora de inculcar valores que fomentan el respeto al patrimonio natural de las regiones mexicanas.
En la actualidad, y sin la pujanza de décadas pasadas, el mariachi se mantiene vivo y en movimiento, porque ha traspasado las suficientes fronteras el mundo como para formar parte de toda la humanidad como Patrimonio Cultural Inmaterial.