Los migrantes se rebelan en Tapachula
Cientos de haitianos salen desesperados de la ciudad fronteriza tras meses esperando sus papeles. López Obrador anuncia que “seguirá conteniendo” la migración, pero pide a Biden aumentar el número de visas de trabajo porque a Estados Unidos “no le afecta en nada”
Cansados de esperar y sobrevivir, entre 500 y 700 migrantes decidieron salir juntos de Tapachula (Chiapas) y avanzan hacia el norte en busca de un mejor lugar para esperar la respuesta a sus solicitudes de refugiados. Salieron el sábado en grupo, y aunque la Guardia Nacional intentó detenerlos ellos siguieron caminando, pero ya desperdigados. Paradojas de la vida, en la misma hora de la mañana que el contingente avanzaba el sábado hacia el norte, pasó junto a ellos el vehículo ...
Cansados de esperar y sobrevivir, entre 500 y 700 migrantes decidieron salir juntos de Tapachula (Chiapas) y avanzan hacia el norte en busca de un mejor lugar para esperar la respuesta a sus solicitudes de refugiados. Salieron el sábado en grupo, y aunque la Guardia Nacional intentó detenerlos ellos siguieron caminando, pero ya desperdigados. Paradojas de la vida, en la misma hora de la mañana que el contingente avanzaba el sábado hacia el norte, pasó junto a ellos el vehículo del presidente Andrés Manuel López Obrador que estaba de gira en Chiapas.
Un día después, este domingo, se dirigió a ellos cuando dijo: “Vamos a seguir conteniendo, pero hay que buscar soluciones de fondo”. López Obrador no hizo referencia al papel de México en esta nueva crisis, pero pidió a Estados Unidos que abra la mano: “Estados Unidos tiene que dar becas y tiene que permitir visas temporales de trabajo para centroamericanos y esto no les afecta en nada porque en Estados Unidos y en Canadá se necesita la fuerza de trabajo. No tienen fuerza de trabajo y la población mayor ¿cómo se va a crecer si no hay fuerza de trabajo?”, le dijo al gobierno de Biden.
A esa hora del domingo la caravana ya se había disuelto a base de golpes y capturas entre los que menos podían correr, está conformada principalmente por haitianos, muchos que llegaron previamente a Chile, donde residieron tras el terremoto de 2010 que dejó más de 250.000 muertos. Otros más salieron del país en este último y convulso mes en el país caribeño, en el que asesinaron a su presidente y un terremoto de fuerza 7 destrozó la región de Les Cayes. A ello se suma que desde hace dos semanas casi diariamente llegan vuelos a Chiapas y Tabasco procedentes de Texas con cientos de centroamericanos deportados.
La decisión de salir de la ciudad fronteriza fue la reacción al silencio administrativo de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), el organismo encargado de dar respuesta a las solicitudes de refugio. Gran parte del problema está en que la Comisión está desbordada y tarda más de un año en resolver las solicitudes a pesar de que está obligado a hacerlo en menos de tres meses.
Según explican, muchos migrantes quieren completar el trámite y no pretenden llegar a Estados Unidos pero necesitan salir de Chiapas en busca de alguna otra ciudad en la que encontrar trabajo y dejar las condiciones de indigencia en la que sobreviven en Chiapas. “Lo importante no es cruzar la frontera, si no salir de Tapachula para buscar alguna otra forma de trabajar en otro lado. En Chiapas no hay trabajo. En Chiapas no hay forma de vivir, la gente nos está tratando como animales. Si somos refugiados, lo que estamos buscando es una forma de vivir para poder comer”, explicaba un joven haitiano antes de arrancar la caravana.
Las necesidades y los reclamos no son nuevos. La semana pasada los migrantes realizaron protestas a las puertas del Instituto Nacional de Migración (INM) y la Comar, para pedir la agilización de sus trámites. Según la ley del gobierno mexicano, mientras Comar no dictamine sobre cada solicitud, los migrantes no pueden salir de la ciudad donde iniciaron el trámite, en este caso, la ciudad de Tapachula. Precisamente Comar ha sido uno de los organismos que más ha reducido su presupuesto y su personal se ha reducido notablemente a pesar de hacer frente a una crisis humanitaria que aumenta en número cada día y ha puesto al límite la ciudad fronteriza al ver como una ciudad provinciana con las infraestructuras justas y pocos empleos decentes que ofrecer se llenaba de miles de migrantes sin un peso en la bolsa ni más ocupación más que esperar. Actualmente las citas para Comar se están concediendo para enero y asociaciones de Derechos Humanos han denunciado deportaciones irregulares de centroamericanos y caribeños con los papeles en trámite.
Un colectivo de Derechos Humanos (COMDHSM) que ha seguido la salida de la caravana denunció que el operativo de contención de ayer sábado hubo un despliegue “excesivo e injustificado de fuerzas de seguridad” de un contingente compuesto por 50 vehículos militares, de la Guardia Nacional y el Instituto de Migración. “Las personas fueron agredidas, sometidas, golpeadas con escudos y toletes; se identificó́ portación de armas largas por parte de elementos del ejército, elementos del INM vestidos de civil incitando a la agresión, así́ como otros agentes de seguridad sin identificar, vestidos civil y portando armas de fuego”.
El ‘escudo’ desplegado por México para impedir la salida de migrantes cuenta con 14.000 elementos del Ejército, de la Armada y de la Guardia Nacional desplegados en los 650 kilómetros de frontera entre Chiapas y Guatemala.
Según el general Luis Cresencio Sandoval, secretario de la Defensa Nacional, reconoció las actividades operativas de los militares en el sur del país tienen como “principal objetivo” detener la migración”, dijo el viernes. “Todas estas actividades tienen diferentes objetivos, el principal el detener toda la migración (…) para poder rescatar a los migrantes”, dijo en Chiapas coincidiendo con la visita de López Obrador a la región. Un día antes López Obrador, había prometió “ayudar” a Washington en migración tras el fallo del Supremo de Estados Unidos para reimponer el Protocolo de Protección a Migrantes (MPP, en inglés), conocido como “Quédate en México”.
La región vive una ola migratoria récord, con más de 212.000 indocumentados detenidos en julio en la frontera de Estados Unidos, mientras que Migración de México (INM) registra oficialmente 382.000 “ingresos irregulares” en los dos últimos años, una cifra muy alejada de la realidad.
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