Mariana Treviño, de las tablas mexicanas a coprotagonizar ‘Un vecino gruñón’ junto a Tom Hanks
La actriz nacida en Monterrey, conocida por su trabajo en ‘Club de cuervos’ y ‘La vida inmoral de la pareja ideal’, da el salto a Hollywood de la mano del dos veces ganador del Oscar
El nombre de Mariana Treviño no es ajeno a la memoria. Quizá no haga clic a la primera para algunos, pero cuando se menciona a personajes como Isabel Iglesias, protagonista en las cuatro temporadas en Club de cuervos (2015); o a Jenny Quetzal en La casa de las flores (2018) o sus dos nominaciones a los premios Ariel por sus interpretaciones en La vida inmoral de la pareja ideal y El sueño de Mara’akame, el rompecabezas mental deja de ser una incógnita y cobra mucho sentido. Por si faltaba otro título para reconocer su trayectoria, ahora su rostro acompaña al de Tom Hanks en todo el material promocional de Un vecino gruñón, película que se estrena en todo el territorio mexicano a partir de este 25 de diciembre.
Treviño (Monterrey, 45 años) estudió actuación en la Escuela de Teatro Neighborhood Playhouse, en la ciudad de Nueva York, y en el Berklee College of Music en Boston. Fue en Estados Unidos donde comenzó su carrera profesional en el teatro, participando de obras como Words, Words, Words, Tractor y Homegirls on the Prowl. Sin embargo, su descubrimiento no llegaría hasta 2009, tras su participación en el musical Mentiras, obra en la que se presentó por más de 1.000 presentaciones, en la que también llamó la atención del cineasta Manolo Caro, dando el salto al cine y convirtiéndose en una actriz recurrente de su filmografía, participando hasta en siete de sus producciones, entre las que se incluye Perfectos desconocidos (2018).
Treviño, en una llamada con EL PAÍS, admite que no se la creyó cuando le dijeron que coprotagonizaría una película junto a Tom Hanks y bajo la dirección de Marc Forster (Más extraño que la ficción, 2006, y Christopher Robin, 2018). Dice que fue como una experiencia “surreal” al inicio, pero después tuvo que poner los pies en la tierra, hacer un buen trabajo, con la mayor honestidad posible.
“Empecé a filmar pensando en toda mi experiencia que he recopilado y me ayude a armar un personaje que sea honesto, que tenga verdad, que pueda contar la historia que tenga que contar. Marc se contiene emocionalmente, pero abre un espacio para que seas tú misma, te expreses, y, obviamente, imagínate la experiencia de Tom Hanks, que trabaja siempre desde un lugar muy íntimo y verdadero”, afirma la actriz.
La película, segunda adaptación cinematográfica de la novela Un hombre llamado Ove (2012, Debolsillo) —de Fredrik Backman— y que se estrena el 13 de enero en el resto de Latinoamérica y EE UU, presenta la historia de Otto Anderson (Hanks), un viudo cascarrabias y muy obstinado. Cuando una alegre joven familia se muda a la casa de al lado, este encuentra la horma de su zapato en la espabilada y muy embarazada Marisol (Treviño), lo que conlleva a una muy improbable amistad que pondrá su mundo patas arriba.
La intérprete regiomontana cuenta que la química con Hanks en el set fue “sorpresivamente bien”, ya que a momentos se cuestionaba si iba a poder estar a la altura del desafío, pero, según cuenta, los personajes en la historia comienzan a acercarse y querer sin darse cuenta, entonces siguieron este proceso de la ficción hacia lo actoral, trabajando hacia el otro para poder conectar. “El desafío fue estar emocionalmente abierta, porque lo pasa entre los personajes va más allá de lo racional. Tienes que ver las escenas, estudiarlas mucho y saber qué estás actuando. Saber cuál es la fuerza que está atrás y por debajo, qué es lo que no se ve, pero tu personaje tiene que hacer ver. Es lo que tratamos de hacer visible”, agrega.
Incursión en Hollywood
Treviño ya había estado anteriormente en otra producción hollywoodense interpretando a la hermana del personaje de Eugenio Derbez en ¡Hombre al agua! (2018), pero no fue hasta la experiencia en Un vecino gruñón que logra dar ese primer paso en la meca del cine junto a otros de sus compatriotas con más ruedo en esa industria. Como Diego Luna —protagonista de Andor—, o más recientemente Tenoch Huerta y Mabel Cadena en Black Panther: Wakanda Forever. Para la también actriz de Narcos: México, Marisol es un personaje que viene a complementar virtudes de los mexicanos y latinos, aspectos a los que considera importante darles valor y visibilidad.
Dice que Marisol llega con una energía caótica, un núcleo familiar amoroso que extiende el brazo e importarle el de enfrente, sin cálculos, ni intereses. “La calidez latinoamericana tiene un papel muy importante, ya que hace que el otro se reconecte con su propio sentido de amor, con su propio sentido de vida otra vez. Me encanta que se reconozca al latinoamericano y al mexicano, su aportación benévola a partir de su idiosincrasia y que puede tener aportaciones muy lindas para mejorar las sociedades a donde llegan”, precisa Treviño.
Con más de una treintena de producciones en su haber, Treviño ha forjado su carrera a base de esfuerzo. Los resultados se han visto recientemente en su primer protagónico compartido junto a Ilse Salas para la telenovela 100 días para enamorarnos, de Telemundo; o su primer estelar en solitario en la serie Cecilia, producción original del catálogo de streaming de Paramount+. Dice sentirse agradecida por este momento en su carrera y por cómo los elementos se conjugaron para que esta oportunidad de oro surgiera.
“La carrera de los artistas implica muchos vaivenes emocionales, mucho sacrificio. La materia prima de la actuación es uno mismo y lo que sientes, tu alma, tu visión de la vida, con eso trabajas. Puede ser a veces un viaje solitario y llegar a este proyecto de Hollywood con Tom y Marc es un sueño cumplido en un punto avanzando en mi carrera”, reflexiona la actriz.
A pesar de encontrarse actualmente en Los Ángeles, con la mente solo en la promoción de Un vecino gruñón, la actriz no es indiferente a las complicaciones que el cine y la cultura mexicana viven actualmente. Ve falta de conciencia y apoyo a la cultura en el reciente anuncio que da a conocer la suspensión de los Premios Ariel de 2023. “Es una plataforma [los premios Ariel] muy importante en la que nos vemos a nosotros mismos, reflexionamos acerca de nuestra realidad nacional y cultural. Es muy importante poder seguir contando con esos espejos para que así crezcamos en conciencia, en autoobservación y que nuestro patrimonio cultural permanezca en el tiempo”, finaliza.
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