Sujo: la inocencia condenada a muerte
La película codirigida por las mexicanas Astrid Rondero y Fernanda Valadez hace historia en el festival de Sundance con una poderosa historia sobre violencia y desesperanza
Lo hicieron una vez más. “No lo podemos creer”, dicen Astrid Rondero y Fernanda Valadez un par de días antes de su histórico triunfo en el Festival Internacional de Cine de Sundance. Sujo, la segunda cinta en la filmografía de ambas, ―y la primera codirigida por ellas―, logró lo que nunca antes había conseguido una película mexicana en uno de los certámenes fílmicos de mayor trascendencia a nivel global. Sundance, esa t...
Lo hicieron una vez más. “No lo podemos creer”, dicen Astrid Rondero y Fernanda Valadez un par de días antes de su histórico triunfo en el Festival Internacional de Cine de Sundance. Sujo, la segunda cinta en la filmografía de ambas, ―y la primera codirigida por ellas―, logró lo que nunca antes había conseguido una película mexicana en uno de los certámenes fílmicos de mayor trascendencia a nivel global. Sundance, esa tierra que ha inaugurado y promovido a los nuevos talentos y al mejor cine independiente del planeta, le dio a esta historia mexicana el gran premio del jurado en la categoría World Cinema de drama, uno de sus premios más importantes
¿Las razones? Se trata de “una película sobrecogedora que creó su propio vocabulario cinematográfico único: el de una infancia nacida en torno a la violencia, pero protegida por el abrazo de mujeres, extraños y familiares por igual”, como dijo el jurado de Sundance al otorgarle el premio a Sujo. Para ellos, “la historia cobra vida gracias a una extraordinaria fotografía que capta la intensidad lírica de la oscuridad, la naturaleza y la aspiración. Las cineastas nos trajeron una historia inédita, con una originalidad y una fuerza profundamente conmovedoras y trascendentes”.
“Estamos muy honradas”, afirman estas directoras mexicanas, ya en casa y con ganas de que el mundo entero vea esa historia. “Cada película es una moneda al aire”, agrega Fernanda Valadez. “Nosotras las hacemos siempre con mucho cariño y convicción. Cuando la acabas, no sabes si es buena o mala. Pero este reconocimiento lo sentimos como un gran abrazo de Sundance y sobre todo de la gente que pudo ver la película”. Es así como Sujo se une a lo logrado por Sin señas particulares, ópera prima de Valadez ―coescrita y producida con Astrid―, que recibió dos galardones en este certamen ―el reconocimiento de la audiencia y otro más al mejor guion del año―, un éxito que se replicó en festivales como Estocolmo y San Sebastián, en los Gotham Awards y con nueve premios obtenidos en la de los Ariel de hace tres años.
Ambas cineastas no ocultan su felicidad. Sujo significa mucho para ellas. “Esta película estaba pensada para ser la segunda de Astrid como directora”, revela Fernanda Valadez. “Pero después de la experiencia de Sin señas particulares, bueno, en realidad como resultado de todos nuestros proyectos juntas, decidimos que era momento de profundizar en esta complicidad creativa. Ella me invitó a codirigir”, añade sobre la propuesta de su compañera. “Esta es una historia sobre aquellos jóvenes que han estado involucrados en la criminalidad, pero que, en algún momento, también fueron niños inocentes a quienes las circunstancias a su alrededor los arrastró hacia un rumbo mucho más complicado. Astrid tiene una mirada muy humana y empática. Así lo percibí desde los primeros tratamientos escritos y esa fue una especie de guía que tuvimos todos en el equipo para abordar a estos personajes”.
Astrid mira a su colega y explica la importancia del equipo que acompaña a ambas desde hace tiempo: “En especial, Diana Arcega, nuestra productora. Y fue así como nosotras pudimos sentarnos frente al monitor. Tanto en Sin señas particulares como en Los días más oscuros de nosotras [ópera prima de Astrid], una dirigía y la otra, en su papel de productora, iba y venía. Nos podíamos sentar un ratito a dialogar, pero siempre tenías que correr para resolver cosas. Nunca habíamos tenido, como ahora, esa posibilidad de dedicarnos enteramente al set”.
Para ambas, Sujo significa una nueva etapa para esa larga complicidad iniciada en cortometrajes como De este mundo (2010), En aguas quietas (2011) o 400 maletas (2014). “Así ha sido siempre nuestro trabajo: mientras una escribe, la otra busca financiamiento; mientras una dirige, la otra se encarga de que todo alrededor salga bien”, explica Rondero. “Creo que una gran diferencia es que Fer ahora le agarró más confianza a la edición. Yo, por ejemplo, soy muy ñoña y le aprendí a ella a relajarme y trabajar diferente en distintos procesos, como en la realización de storyboards”.
La inocencia condenada
Sin saberlo, Sujo, un pequeño niño de apenas cuatro años, está condenado a un destino lleno de violencia y desesperanza. Como él, la vida de las infancias mexicanas están marcadas para sufrir eventualmente las consecuencias de habitar un país desleal y en guerra.
“En los eventos más dolorosos que ha vivido la humanidad, donde uno es realmente capaz de ver los daños colaterales, es a través de las historias de crecimiento de los niños”, afirma Astrid. “Mientras Fer y yo hacíamos Sin señas particulares, íbamos a distintas comunidades en el país y veíamos cómo los niños estaban ya destinados a una vida con pocas oportunidades; con familias que habían migrado o que se habían quedado, pero ya contaminadas por este contexto tan complicado”.
Conscientes del país en el que les ha tocado habitar, ambas cineastas han mostrado en su cine esa violencia que parece ser solo existente en ficciones de terror. En Sin señas particulares, una estremecedora secuencia a bordo de un autobús fue inspirada en aquellas primeras narraciones en internet que relataban el sadismo del narcotráfico en tiempos de la guerra de Felipe Calderón. Para Sujo, Astrid cuenta la manera en que el trabajo del galardonado periodista Javier Valdéz ―asesinado en 2017 por el crimen organizado― impactó en el desarrollo de esta historia: “En nuestras manos cayó un grandísimo libro suyo titulado Levantones. Después, nos aventamos todo su trabajo, incluido Huérfanos del narco. Eso nos llevó a la reflexión de que los perpetradores de la violencia quizá en algún momento fueron niños vulnerados y eventualmente juventudes que no tuvieron acceso a la justicia, ni a la educación, ni a ninguna salida más que a la del crimen”.
De acuerdo con Naciones Unidas, entre 2006 y 2020, en México había al menos 356.792 personas desplazadas internamente por la violencia. “De ahí viene esa necesidad”, afirma Fernanda Valadez. “Con Sujo, queríamos contar una historia de generaciones condenadas. Somos el fruto de nuestro pasado, de la historia de nuestras familias. Los deseos de nuestros padres y madres por un futuro mejor son, de alguna forma, lo que subyace también en Sujo. Aquí, un gran motor de la historia es esa contradicción de un padre que ama profundamente a su hijo, pero que, al mismo tiempo, es sicario y, de alguna forma, condena a su hijo a un futuro desolador”.
Con esa sensación acompañándolas desde la génesis de Sujo, ambas cineastas experimentaron una conexión muy fuerte con el personaje que estaban construyendo. “Es un poco ridículo, porque sabemos que él realmente no existe, pero sí hubo un momento en el que Fer y yo sentimos una unión muy fuerte con este chavo”, explica Astrid. Parte de ello, quizá haya sido que estas directoras trabajaron nuevamente junto a Juan Jesús Varela, protagonista de Sin señas particulares y nominado al Ariel 2021 a Mejor revelación actoral. “Cuando él llegó a filmar unas escenas que tienen lugar en Ciudad Universitaria, nosotras sentimos que estábamos realmente presenciando cómo la vida de una persona tomaba otro rumbo. Fue algo realmente especial”, agrega la cineasta.
En 65 años del premio Ariel ―el reconocimiento más importante en la historia del cine mexicano―, únicamente dos mujeres han obtenido el premio a Mejor dirección: Tatiana Huezo en 2017 por su poderoso largometraje documental Tempestad y, cuatro años después, Fernanda Valadez, por su trabajo detrás de la cámara en Sin señas particulares. “Nosotras nos sentimos muy inspiradas por mujeres de otras generaciones que tuvieron el camino mucho más difícil”, afirma Valadez.
Filmada en el cerro del sombrero, en Guanajuato, Sujo inició ya una vida cinematográfica que, después de Sundance, la llevará a festivales como Gotemburgo, en Suecia, y otros más ya confirmados, pero que aún no pueden ser revelados. Se espera que esta cinta llegue a los cines mexicanos a finales de octubre de 2024.
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