Una subasta de Sotheby’s suspendida por el Gobierno mexicano pone el foco en la misteriosa colección Gelman
El bloqueo del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura de la venta de una obra de María Izquierdo, parte de uno de los mayores acervos privados de arte moderno de México, abre el debate sobre la protección del patrimonio cultural
Una subasta en Sotheby’s de varios cuadros de importantes artistas mexicanos ha hecho saltar las alarmas en el mundo del arte y ha abierto un debate sobre la protección y custodia del patrimonio cultural. Se trata de obras pertenecientes a la famosa colección de Jacques y Natasha Gelman, en paradero desconocido desde 2008, y entre las que destacan obras de Frida Kahlo, David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera, María Izquier...
Una subasta en Sotheby’s de varios cuadros de importantes artistas mexicanos ha hecho saltar las alarmas en el mundo del arte y ha abierto un debate sobre la protección y custodia del patrimonio cultural. Se trata de obras pertenecientes a la famosa colección de Jacques y Natasha Gelman, en paradero desconocido desde 2008, y entre las que destacan obras de Frida Kahlo, David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera, María Izquierdo, Leonora Carrington, Rufino Tamayo, Carlos Orozco y Gunther Gerszo, entre otros.
Desde la muerte de los Gelman, la colección no tiene un dueño como tal y pasó a ser gestionada por un albacea, Robert R. Littman, comisario de la muestra en las numerosas exposiciones que ha tenido en el extranjero. Durante casi dos décadas nadie supo nada de la colección hasta que varias de sus piezas aparecieron en la venta de Sotheby’s. Instituciones, personalidades del arte y especialistas se preguntan cómo es posible que haya sucedido esto y que una de las mayores muestras de arte de México esté siendo desmembrada al mejor postor. “La última voluntad de Natasha y Jacques Gelman fue que las obras permanecieran en México, como parte de un discurso museográfico. Era una de las colecciones de arte moderno más importantes que teníamos en México”, señala la periodista cultural Adriana Malvido. “El problema no es que se venda un Frida por allá y un Diego Rivera por acá. El problema es la desprotección del patrimonio”, agrega.
El autorretrato Siqueiros por Siqueiros (1939) acaba de ser vendido esta semana por 72.000 dólares, con la condición de que no salga de México, al tratarse de un artista considerado patrimonio artístico del país. También fueron vendidos Paisaje arcaico (1956), de Gerzso, por 900.000 dólares; Phoenix Rides Beetle (1951), de Leonora Carrington por 516.000 dólares y Retrato de Cristina Kahlo (1936), de Diego Rivera, en 180.000 dólares. En el caso de Caballos en el Circo (1940), obra de María Izquierdo, el Gobierno mexicano solicitó suspender la subasta.
Tanto la obra de Siqueiros como la de Izquierdo pertenecen a la colección semilla de los Gelman y cuentan con una declaratoria que los convierte en monumento artístico. Eso significa que no pueden ser sacadas de manera permanente del país. “El lote se ofrecerá a la venta en Nueva York, pero no estará disponible para inspección o entrega. El lote se entregará al comprador en México de conformidad con todos los requisitos locales”, ha señalado la casa de subastas. El Instituto de Bellas Artes y Literatura, el INBAL, ha pedido a Sotheby’s y al despacho jurídico que representa al vendedor de la pieza la documentación que acredite la estancia legal de la pintura en Estados Unidos. “INBAL ha instado a Sotheby’s a posponer la subasta de dicha obra mientras se acredita el cumplimiento de las disposiciones legales aplicables en México y en Estados Unidos”, ha explicado el organismo a través de un comunicado.
Esta semana también se vendieron varias obras de Frida Kahlo que no pertenecen a la colección semilla y fueron adquiridas después de la muerte de los Gelman. Los dibujos titulados Carma III (1946), The Miscarriage (1932), Máscaras (Carma I) (1946), Dibujo con pie (1946) y Collage con dos moscas (1953). Estas obras, a diferencia de las anteriores, podrán permanecer fuera del país bien porque fueron vendidas en el extranjero por sus autores; bien porque fueron un encargo para un tercero y estaban fuera de México cuando se emitió la declaratoria. “Unas 30 obras de la colección han salido a subasta, pero no sabemos si hay otras que se estén vendiendo. No sabemos dónde están”, dice Malvido con preocupación. La colección está formada por alrededor de unas 300 obras.
Entre las más famosas que mencionan las expertas está el retrato de Natasha Gelman que Frida en los años 40. La obra Diego en mi pensamiento (1943), Autorretrato con monos (1943), La novia que se espanta de ver la vida abierta, (1943) y El abrazo de amor del universo, la tierra (México), yo, Diego y el Señor Xólotl (1949). En total, la Colección Gelman cuenta con once cuadros de Frida Kahlo. De Diego Rivera destacan las obras Vendedoras de alcatraces (1943), Modesta (1937) y Paisaje con Cactus (1931). Este diario preguntó al INBAL si conoce dónde está la colección Gelman y el estado en el que se encuentran las obras. Hasta el momento de la publicación de este artículo, la institución no ha respondido.
“No sería la primera vez que el INBAL no cumple con su función”, opina la historiadora del Arte María Minera. “Debería de estar vigilante de dónde están las obras que tienen declaratoria de monumento artístico — que no son tantas—. Por ejemplo, en el sexenio anterior se vigiló mucho qué ocurría con piezas prehispánicas, pero no tanto con el arte moderno. Eso es un descuido lamentable de la Administración y no sería la primera vez que obras importantes de Frida Kahlo, por ejemplo, aparecen en el extranjero”, apunta la especialista.
En la mayoría de las obras subastadas aparece la Fundación Vergel como propietaria de los cuadros. La fundación fue creada por Robert R. Littman tras la muerte de Natasha Gelman, en 1998, con el fin de administrar las obras y moverlas alrededor del mundo. La exposición itinerante permitió generar suficientes fondos para comprar nuevas obras de arte entre las que destacan piezas de Francisco Toledo, Graciela Iturbide o Manuel Álvarez Bravo. “Si Littman fue solo el albacea es un gran misterio cómo se ha podido vender la colección”, señala Minera. “Lo más preocupante es que cabe sospechar que toda la colección esté ya fuera de México”, comenta.
Gerardo Estrada, director INBAL entre 1992 y 2000, señaló en una entrevista reciente con el diario Reforma la falta de interés y de visión por parte del Estado mexicano para preservar este patrimonio dentro de sus fronteras. El también diplomático contó que Littman llegó a ofrecer la colección por unos 200 millones de dólares y que el Estado rechazó la adquisición. “Creo que siempre ha habido desinterés por parte del Estado en esa colección. El argumento ha sido que Littman pedía demasiado dinero. A mi juicio, no creo que haya pedido demasiado. No sé qué consideran ‘demasiado dinero’, porque la colección es valiosísima”, afirmó. “Estas colecciones heredadas no deberían dispersarse porque una vez dispersadas, nunca más vuelven a recuperarse”, asegura Adriana Malvido.