El avance imparable del dengue en México: el virus estalla en Nuevo León y Jalisco

Hay más de 110.000 pacientes confirmados y 262 defunciones a causa de esta infección transmitida por los mosquitos ‘aedes aegypti’, que están llegando de forma acelerada a nuevos Estados

Jornada contra el dengue en Morelos, en marzo 2022.Margarito Pérez Retana

El dengue sigue invadiendo México. La enfermedad, que acumula más de 110.000 casos y 262 fallecidos en este año, ha estallado en Estados del norte del país donde antes apenas tenía presencia, como Jalisco y Nuevo León. De momento, solo Ciudad de México y Tlaxcala permanecen inmunes a la picadura del aedes aegypti, un mosquito que se adapta cada vez más y más rápido a nuevos territorios. La urgencia de México por controlar esta enfermedad se enmarca en la peor crisis de dengue de la historia del continente americano.

Las cifras avisan desde hace tiempo. Si en 2022 la cuenta de casos confirmados en México se cerró en menos de 13.000, se llegó a 56.000 en 2023, y ya se superan los 110.000 infectados en 2024 (casi la mitad de ellos enfermos de dengue grave), según la Secretaría de Salud. “Estamos ante un incremento exponencial”, apunta el investigador veracruzano Luis del Carpio, “antes el dengue se asociaba con la época de lluvias, pero ahora todo el año hemos tenido dengue, estamos llegando al invierno y los casos siguen”. En el último corte publicado por la Dirección General de Epidemiología, que actualiza los datos de forma semanal, hasta el 20 de noviembre habían fallecido 262 personas a causa del virus, mientras que el año pasado en esta misma fecha se registraron 132. Además del aumento sorprende el cambio de distribución.

Jalisco es este año la entidad con más casos confirmados de dengue. El Estado ha llegado a los 17.100 infectados y los 26 fallecidos; en la misma fecha del año pasado, solo contabilizaba 740 pacientes y dos defunciones. El ejemplo se repite en otras entidades del norte de México donde el dengue apenas había tenido presencia. En Nuevo León se confirmaron 71 casos hasta noviembre de 2023 y ya son más de 9.200 este 2024; han pasado de cero defunciones a 12. Pasa también en Coahuila, que avanza de 127 infectados a 4.285 en un año, o en Sinaloa, que van de 163 a 3.961.

Detrás de estos brotes hay un mosquito que aprovecha el calentamiento global, los cambios de suelo y de los patrones de lluvia para sobrevivir y prosperar en lugares que antes le eran desfavorables. “Los cambios climáticos están provocando que el vector del dengue tenga más dominio. Antes las regiones contagiadas no superaban normalmente los 2.000 metros, ahora ha sobrepasado ese freno. Los mosquitos están conquistando estos nuevos territorios y si hay mosquitos hay riesgo del virus”, explica Del Carpio, virólogo clínico. Además de estas nuevas regiones, el dengue sigue haciendo estragos en Veracruz (7.000 casos), Guerrero (6.400) o Morelos (6.300), y la tasa de incidencia más alta se registra en Colima con 4.800 casos (apenas tuvo 400 el año pasado).

Además de los números, Del Carpio, que forma parte de la Sociedad Mexicana de Virología, explica que se ha identificado un cambio de variante. Mientras hasta 2022 predominaba la DEN-2, asociada a síntomas más leves como la fiebre, los vómitos o los dolores musculares, desde hace dos años domina la DEN-3, que es mucho más agresiva y puede desembocar en cuadros más atípicos y peligrosos como encefalitis o hepatitis. El virólogo exhorta a las autoridades a atender la crisis. “Esta situación se debe a un conjunto de factores climáticos, de mutaciones propias de los mosquitos, pero también porque los Gobiernos han dejado de hacer su control vectorial, como la fumigación. También es importante la deschatarrización y dar información a la población”, apunta el médico.

La alarma no es exclusiva de México. El dengue está desangrando América. El continente no había registrado nunca cifras tan altas como las del 2023, con 4,1 millones de contagios y 2.049 fallecidos, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Países como Argentina se han enfrentado a la crisis más letal de su historia, y hay récord de casos en Bolivia o Brasil. Detrás de esta emergencia sanitaria está el aedes aegypti, un mosquito extremadamente hábil para adaptarse al ser humano. Este insecto vive en el agua estancada, preferiblemente limpia, y suele formar criaderos en pozos, macetas o recipientes en los que se queda el agua tras el riego o la lluvia.

El mosquito, que tiene unas reconocibles patas blanquinegras, se ensaña con los adultos mayores y especialmente con los niños, casi el 50% de los enfermos de sus picaduras tiene menos de 18 años. Según los datos de la Secretaría de Salud, el dengue ha encontrado este año en México como víctima preferencia a los menores entre 10 y 14 años, entre los que se registran más de 16.000 casos, tanto en la variante no grave como en la que presenta más signos de alarma.

El aedes transmite los llamados arbovirus, el dengue, el zika y la chikungunya. Algunos países, como Brasil han optado por probar una vacuna en la sanidad pública. Otros, como Honduras o Colombia, han apostado por evitar la picadura con la enfermedad, por ejemplo con el llamado método wolbachia, que consiste en liberar aedes modificados con la bacteria wolbachia, incapaces de transmitir el dengue, para que se reproduzcan con la población local y terminen por reemplazarla. Esta práctica que ya se probó en México en Baja California (todavía sin resultados para analizar) consiguió declarar a Australia libre de dengue o bajar la incidencia un 77% en Indonesia.


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