Baricco y la pandemia como mito
El escritor italiano recoge en 33 fragmentos los asuntos que el virus ha sacado a la luz
Hay quienes ya ven un poco de luz al final del túnel, pero las largas sombras de la pandemia siguen pesando sobre el mundo entero. El golpe ha sido brutal y nadie sabe cómo serán las cosas después de este cataclismo. ...
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Hay quienes ya ven un poco de luz al final del túnel, pero las largas sombras de la pandemia siguen pesando sobre el mundo entero. El golpe ha sido brutal y nadie sabe cómo serán las cosas después de este cataclismo. El escritor italiano Alessandro Baricco ha reunido sus impresiones sobre lo que ha producido el virus en 33 fragmentos que se han publicado en un librito que no llega a las 100 páginas, Lo que estábamos buscando. Ha convertido la pandemia en un mito, es decir, en un relato “que dota de un perfil legible a un puñado de hechos”. No pretende dar una respuesta diáfana y rotunda, ni busca un puñado de claves que resuelvan de un zarpazo las incertidumbres e inquietudes que planean sobre el futuro. El ejercicio en el que se ha embarcado trata más bien de juntar los hilos narrativos que arman esa historia que ha llevado a las antiguas certidumbres a encharcarse, revolviendo en un lodazal convicciones y deseos, costumbres, valores, expectativas.
La pandemia es un grito, apunta. El mundo en el que vivíamos estaba corriendo enloquecido sin tener claro su destino, sometido a unas transformaciones tan veloces que no existía tiempo ni manera de asimilarlas, cabalgando como un caballo desbocado que es espoleado incesantemente para hacerlo todo más fácil, más asequible, al alcance de la mano, y sin que importara el precio a pagar. Y, bueno, de pronto se produjo el grito. “Un grito de cansancio. De rebelión. Cuando el niño dobla las rodillas y se deja caer porque ya no aguanta más”. Para Baricco, los fulgurantes cambios de los últimos 50 años, que se han ido propagando además de manera viral y que han alcanzado a cada rincón del mundo, empujaban de alguna manera al virus que iba a llegar para obligarnos a parar. La pandemia, entendida como mito, reúne todos esos asuntos que se habían dejado de lado y que reclamaban, y siguen reclamando, un poco de atención.
La irrupción de la civilización digital ha sido una suerte de vendaval que ha tirado las fichas con las que antes se jugaba en el tablero, y el desconcierto lleva siendo mayúsculo desde hace mucho. ¿Qué ha ocurrido con el viejo mundo, con esa cultura humanista que todavía latía a pesar de los destrozos que le produjo el siglo XX? “Estoy seguro de que en los dispositivos digitales hay movimientos mentales en los que podemos reconocer la misma torsión visionaria que idolatramos en las acrobacias de un Copérnico o de un Darwin”, escribió Baricco en un artículo publicado en estas páginas en diciembre. No hay vuelta atrás, pero quizá era importante que se produjera ese grito: para detenerse un momento.
“Las criaturas míticas no forman en sí mismas sistemas coherentes: el Mito es una red rota”, dice Baricco. “No genera orden, sino definición: nombra, pero no regula; marca, pero no armoniza; enumera, pero no calcula. El Mito restituye la sustancia irresoluble de lo humano. Es un libro de contabilidad donde el deber y el haber no producen un resultado final, sino muchos resultados posibles”. En esos 33 fragmentos existe el afán de atrapar lo que la pandemia ha permitido ver con un poco más de claridad: la fortaleza de la ciencia y el vertiginoso avance tecnológico, las inquietantes perspectivas de una dominación más sibilina, el regreso del puritanismo. Lo oscuro y lo luminoso. Los mitos están ahí para dar cuenta de lo que somos. Una oportunidad para mirarnos de frente.