El virus del aislamiento

Los lectores escriben de la falta de contacto físico por la pandemia, la especulación de las farmacias con los test de antígenos, la situación política y despiden a Paco Gento, el futbolista fallecido este martes

Una mujer pasa frente a un poster que dice "nos volveremos a abrazar" en Dublín, Irlanda.CLODAGH KILCOYNE/REUTERS (REUTERS)

¿Por qué no me pueden abrazar mi marido y mis hijos? ¿Por qué no puedo tocar a mis amigos ni a mi familia? No tengo miedo. No tengo dolor físico. Solo sufro melancolía. Solo tengo necesidad de tocar al otro. Di positivo en covid-19 hace tres días. Mi hijo mayor también. Pero él se fue a confinar con un amigo también contagiado, así estábamos más cómodos en casa y no teníamos que rozarnos en la convivencia. Él está feliz, no tiene necesidad de calor, yo sí. Yo sí necesito tocar, necesito abraz...

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¿Por qué no me pueden abrazar mi marido y mis hijos? ¿Por qué no puedo tocar a mis amigos ni a mi familia? No tengo miedo. No tengo dolor físico. Solo sufro melancolía. Solo tengo necesidad de tocar al otro. Di positivo en covid-19 hace tres días. Mi hijo mayor también. Pero él se fue a confinar con un amigo también contagiado, así estábamos más cómodos en casa y no teníamos que rozarnos en la convivencia. Él está feliz, no tiene necesidad de calor, yo sí. Yo sí necesito tocar, necesito abrazar, necesito celebrar, necesito besar. Son ya muchos meses de distancia, de alejamiento, de roce de codos, de mirar raro si eres tan valiente como para dar un beso, algo tan necesario y tan poco valorado estos días. Los besos. Los abrazos. Este virus está atacando de lleno a la población mundial. Si, eso es una realidad. Pero este maldito virus además está arrebatándonos la cercanía de los cuerpos. Qué tristeza tan grande. El virus del aislamiento mental y de los sentidos más sensibles.

Belén Sánchez Masián. Madrid

Una profesión empañada

Como farmacéutico, no deja de resultarme curioso las quejas expresadas por varios compañeros en diferentes medios de comunicación en relación con la reciente bajada obligada de precios en los test de antígenos. Más allá de que una parte de nuestro colectivo (y así me consta) ha contribuido a la especulación generada (especialmente durante la campaña de Navidad) con estas pruebas rápidas, debe de recordarse que no han sido obligados por nadie a comprar en su momento cantidades ingentes de test de antígenos que ahora deben vender a un precio menor que el que ellos tuvieron que pagar para adquirirlos. Asimismo debe también recordarse que esta diferencia de precio en cualquier caso es mínima y en ningún caso comparable a los beneficios obtenidos durante las navidades. La profesión farmacéutica es demasiado bonita para que se vea empañada por estas actitudes.

Jose Peiró Rocher. Valencia

De la ilusión al desencanto

Yo tenía 25 años cuando murió el dictador. Se abrían tiempos de esperanza en los que, desde el punto de vista político, incluso la utopía me parecía alcanzable. Sin embargo, con el paso del tiempo, y aunque la España de hoy, afortunadamente, nada tiene que ver con aquella, la situación política se ha ido deteriorando hasta llegar a extremos que nunca había imaginado. La patraña, la manipulación, el insulto, la marrullería, la mentira y el comentario hiriente se han incorporado al discurso político (particularmente en el de toda la derecha española), convirtiéndose en la base de su contenido. Aquella ilusión primera de la Transición ha acabado en profundo desencanto.

Enrique Chicote Serna. Arganda del Rey (Madrid)

Eterno Gento

De muy niños acudíamos a los bares. A veces nos dejaban ver el fútbol sentados en el suelo delante del televisor, milagro moderno. Ver correr a Gento con la pelota era... una exaltación, una emoción nunca superada por otras. Con su muerte, volvemos a vivir aquellos momentos de esperanza y felicidad. Gracias, eterno Gento.

José Rivas Sánchez. Almería

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