Persona que se dedica al periodismo. Y esta persona, haciendo caso a su vocación, se pone de pie en el diccionario, levanta la mano, pregunta: ¿qué cabe en una palabra? En la palabra periodista, por desgracia, caben hoy en día muchas cosas. Después de que las estrategias comunicativas más perversas quieran prostituir la información, en la palabra periodista cabe el desprestigio, la sospecha, la desconfianza provocada por las mentiras, el servilismo impuesto por los grupos de interés, la degradación de los que confunden la labor de contar los hechos con las conspiraciones para cambiar gobiernos...
Persona que se dedica al periodismo. Y esta persona, haciendo caso a su vocación, se pone de pie en el diccionario, levanta la mano, pregunta: ¿qué cabe en una palabra? En la palabra periodista, por desgracia, caben hoy en día muchas cosas. Después de que las estrategias comunicativas más perversas quieran prostituir la información, en la palabra periodista cabe el desprestigio, la sospecha, la desconfianza provocada por las mentiras, el servilismo impuesto por los grupos de interés, la degradación de los que confunden la labor de contar los hechos con las conspiraciones para cambiar gobiernos y favorecer componendas políticas y económicas.
El joven periodista, quizás con su título universitario recién sacado, se mira al espejo, levanta otra vez la mano y vuelve a preguntar. La respuesta de su vocación es clara: la dignidad del periodismo, como la dignidad de la política, es uno de los ejes fundamentales de la democracia. Lo dijo Albert Camus: yo no puedo creerme en posesión de la verdad, pero puedo comprometerme a no mentir. Los narcotraficantes asesinan periodistas por el delito de informar. Los dictadores castigan la libertad de expresión. En las democracias, son algunas élites empresariales las que humillan las noticias y santifican las mentiras que favorecen sus negocios. ¿Entonces?
El compromiso con la dignidad del periodismo es un compromiso con la democracia. ¿Situación actual? Sueldos muy bajos que debilitan la seguridad de quien informa. Una opinión pública que se ha olvidado de que el buen periodismo hay que pagarlo, de que merece la pena comprar un buen periódico, invertir en la dignidad del periodismo. Más peligros todavía: una sociedad acostumbrada a ser entretenida, no a ser informada, y unas redes sociales llenas de caraduras dedicados a crear falsas corrientes comunicativas. ¿Qué cabe en la palabra periodismo? El futuro de la democracia, la necesidad de resistir y de defender la propia dignidad. Comprobar los hechos, contarlos, denunciar mentiras, investigar.