El Monopoly y el actual sistema social
Los lectores escriben sobre la redistribución de la riqueza y de varios asuntos del debate sobre el estado de la nación
En mi infancia, pasaba los veranos en un pueblo de la costa asturiana y, cuando llovía, los niños nos refugiábamos en el pórtico de la iglesia del pueblo o en la casa de alguno de nosotros y jugábamos al Monopoly. Mientras unos creíamos que tener más dinero produciría mejores ventajas, otro lo aprovechaba para adquirir solares y edificios en las mejores calles del juego, esto propiciaba indefectiblemente que al final él se hiciera con todo el dinero. Pero entonces no tenía más remedio que repartirlo entre todos si quería que los demás siguiéramos jugando. Esto mismo le pude pasar a nuestra soc...
En mi infancia, pasaba los veranos en un pueblo de la costa asturiana y, cuando llovía, los niños nos refugiábamos en el pórtico de la iglesia del pueblo o en la casa de alguno de nosotros y jugábamos al Monopoly. Mientras unos creíamos que tener más dinero produciría mejores ventajas, otro lo aprovechaba para adquirir solares y edificios en las mejores calles del juego, esto propiciaba indefectiblemente que al final él se hiciera con todo el dinero. Pero entonces no tenía más remedio que repartirlo entre todos si quería que los demás siguiéramos jugando. Esto mismo le pude pasar a nuestra sociedad, si los dueños del dinero, cada vez menos y más ricos, no son capaces de conseguir que todos los miembros de nuestra sociedad tengan, al menos, una cierta capacidad adquisitiva. Cada vez hay más personas cuyos salarios hace tiempo que ya no alcanzan a satisfacer ciertas necesidades vitales, podrían dejar de jugar, y no sabemos qué consecuencias tendría eso para nuestra sociedad.
José María Margolles López. Madrid
Debatir no es discutir
Debatir no es lo mismo que discutir. Los debates pueden llegar a ser divertidos; las discusiones, nunca. Quien debate intenta convencer a su interlocutor con argumentos, pero no tiene ningún problema en cambiar de opinión si este lo convence de lo contrario. Quien discute no hace eso. Quien discute, más que defender su posición para convencer al otro, lo que quiere es humillarlo. Nunca le dará la razón aunque piense que la tenga. Por eso no sé por qué llaman debate del estado de la nación a lo que se ha celebrado estos días en el Congreso si lo que hacen es discutir.
Mario Suárez. Pilas (Sevilla)
Notable esfuerzo por la convivencia
Si algo recabó mi atención en el debate sobre el estado de la nación, fue el mensaje de Bildu en relación con terrorismo de ETA, al calor de la instrumentalización que ha intentado poner en escena el Partido Popular. Quizá hay quien quiere oír la palabra perdón, como si fuera un término mágico de catarsis que provoca un antes y un después. Cuando menos, a mí, el mensaje de Mertxe Aizpurua, sentido y respetuoso, profundo, muy entendible, divulgado desde la tribuna del Congreso, es la catarsis que andaba esperando de Bildu. Me da exactamente igual que haya utilizado o no el término perdón. Creo que queda muy clara en esta y otras intervenciones cuál es la actitud y compromiso de Bildu para con las víctimas, cuando el dolor por el terrorismo aún es evidente.
Enrique López de Turíso. Vitoria
Memorias, salud y democracia
Cuando trabajamos sobre la memoria de la violencia en la literatura y el cine, de Ruanda, Haití o Argelia, y sobre las “memorias heridas” de los amerindios en Canadá, observamos cómo sus voces expresan la voluntad de construir un futuro, con lucidez y sin resentimiento. En España, frente a la narrativa cinematográfica de Icíar Bollaín en Maixabel, vemos un PP corrosivo que, ante homenajes a víctimas, grita su amenaza de provocar la afasia jurídica de una sociedad herida por distintos actores y en distintos períodos históricos, que necesita reconstruir la verdad y la justicia.
Carmen Mata Barreiro. Madrid