Impulso regional de Lula
El liderazgo del presidente de Brasil carga de valor los debates sobre la necesaria integración regional en la cumbre de la Celac
La agitación permanente en América Latina, tanto en las calles como en la política, ha dado alas a uno de los foros de integración que cada vez cobra más fuerza en la región. La Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac), el organismo que nació con el impulso de Lula da Silva y de Hugo Chávez, ha vuelto a demostrar esta semana que se trata de un espacio de discusión necesario donde se abordan temas de calado, como la situación de Perú, la crisis de Mercosur o incluso la...
La agitación permanente en América Latina, tanto en las calles como en la política, ha dado alas a uno de los foros de integración que cada vez cobra más fuerza en la región. La Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac), el organismo que nació con el impulso de Lula da Silva y de Hugo Chávez, ha vuelto a demostrar esta semana que se trata de un espacio de discusión necesario donde se abordan temas de calado, como la situación de Perú, la crisis de Mercosur o incluso la posibilidad de la creación de una moneda común entre Brasil y Argentina.
El regreso de Lula al poder ha traído de vuelta al gigante sudamericano a la Celac, de donde se ausentó durante el mandato de Jair Bolsonaro, alérgico a cualquier tipo de integración o discusión con dirigentes que no pensaran como él. En su primera participación, apenas tres semanas después de asumir la presidencia, Lula volvió a dar buena cuenta de su apuesta por fomentar la integración regional, como hiciese a principios de siglo, cuando la izquierda también gobernaba gran parte de América Latina, aunque en circunstancias diferentes de las actuales. Entonces, Colombia y México no contaban con líderes progresistas, el precio de las materias primas generaba un poder omnímodo en cualquier gobierno y la fuerza de Hugo Chávez y de Venezuela distaba del rechazo que genera Nicolás Maduro, pese a los continuos intentos por acercarlo a la senda democrática.
Como ya hiciera Lula en el pasado, y como en tiempos más recientes han demandado Andrés Manuel López Obrador o Gustavo Petro, articuló una firme defensa del fin del embargo a Cuba por parte de Estados Unidos. Los vientos para un nuevo deshielo con la isla son cada vez más propicios. El presidente fue categórico al recalcar en más de una ocasión que Brasil regresaba a los foros regionales, algo que solo cabe aplaudir: no se concibe el avance de los derechos sociales en América Latina sin su impulso. Durante su visita a Buenos Aires, Lula y su anfitrión, Alberto Fernández, abogaron por estudiar la posibilidad de crear una moneda común que, en caso de fructificar, podría tener también alcance regional. Un proyecto de esa naturaleza en beneficio de ambos países vecinos merece ser estudiado, pero cuesta creer en la viabilidad y efectividad que pueda tener, a la vista de la dispar configuración de sus bancos centrales y de que no se prevé la desaparición de sus respectivas monedas, el real y el peso.
Durante la cumbre de la Celac fueron intensos los debates de los presidentes en torno al futuro de Mercosur y sobre la aguda crisis política y social que vive Perú en las últimas semanas. El ocaso de otros espacios como la OEA hace más necesario todavía que los dirigentes que gobiernan a más de 650 millones de personas se sienten a debatir sobre el futuro de la región. Es verdad que quedan aún por tratar temas incómodos, como las violaciones a los derechos humanos de Nicaragua o la recuperación de una democracia plena en Venezuela, pero también ahí Lula deberá desempeñar un papel de liderazgo.