Si me das a elegir... ¿la amnistía o los obispos?

La condena de la Conferencia Episcopal al perdón a los independentistas puede ser el mejor anuncio a favor de las medidas de gracia

El secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal Española, Francisco Cesar García Magán, este jueves en Madrid.Sergio Pérez (EFE)

Aún no nos hemos repuesto del último escándalo que afecta a la Iglesia, el de un sacerdote que supuestamente drogaba, violaba y grababa a sus víctimas, cuando nos llega la condena de los obispos a la amnistía. ¡Vaya! ¡Qué prisa se han dado para posicionarse en el gran pulso político nacional! In...

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Aún no nos hemos repuesto del último escándalo que afecta a la Iglesia, el de un sacerdote que supuestamente drogaba, violaba y grababa a sus víctimas, cuando nos llega la condena de los obispos a la amnistía. ¡Vaya! ¡Qué prisa se han dado para posicionarse en el gran pulso político nacional! Inmediatamente nos ilusionamos: ¿estará la Conferencia Episcopal inaugurando una nueva etapa de agilidad para reaccionar ante las cosas que nos preocupan? Sería tal el avance que, por un momento, celebramos todas las posibilidades que se abren: eso les permitiría denunciar rápidamente a los abusadores que van apareciendo en sus filas y evitar así que sigan sumando víctimas en sus siguientes parroquias; también, investigar con eficacia la pederastia a través de comisiones diligentes, como han hecho las iglesias de Alemania, Irlanda, Francia, Bélgica, EE UU, Australia o Portugal, porque de la suya, la española, aún estamos esperando conclusiones. Se abre ante nosotros un sinfín de posibilidades tan ilusionantes que merecen que husmeemos un poco más. Veamos.

La diócesis de Málaga trasladó en enero a un sacerdote desde Melilla después de que su novia (¡!) les comunicara que había hallado vídeos de violaciones en su casa. Su destino fue El Burgo y Yunquera, dos pueblos de la sierra de las Nieves que algo habrían hecho para merecer el castigo eclesial, es evidente. Se alegaron razones de salud y ni siquiera se abrió un proceso canónico, que es la excusa que ha usado históricamente la Iglesia para evitar el Código Penal.

Un momento: ¿acaso la Iglesia estaba aplicando el perdón cristiano antes del enjuiciamiento, de forma preventiva? ¿Tal vez el cura se había confesado y había recibido la absolución de Dios? Podría ser.

Sin embargo, la condena de la amnistía que ha expresado el portavoz de la Conferencia Episcopal nos devuelve al terreno de la realidad: no es cuestión de perdonar así como así, la tolerancia tiene un límite, no es el momento. ¿En qué quedamos, entonces? Encontrar la coherencia en los postulados de la Iglesia sigue siendo, como vemos, un imposible para despistados.

Como todos los españoles salvo los que están negociando, lo ignoro aún todo sobre la amnistía que prevé pactar el Gobierno. Y las dudas son inmensas. Pero la condena de la Conferencia Episcopal puede ser el mejor anuncio de publicidad a su favor porque, como expresó Aitor Esteban en el Congreso cuando espetó a Feijóo que entre la amnistía o él elige amnistía, si nos dan a elegir entre la amnistía y los obispos, está claro. ¡Por Dios!

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